Los seres demoníacos.

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El terror inundo a los soldados de Tridiant sin importar a que bando pertenecían. Las criaturas que salían de aquel portal eran demasiado violentas, matando a todos los Giliumnitas que se encontraban cerca del portal, al menos por breves segundos, hasta que recibieron señales telepáticas de su general, indicando que los Giliumnitas eran sus aliados. Una vez estos vieron a la muralla, observaron a través de la puerta principal, viendo a los soldados Arlequíes, identificando así a quienes se tenían que enfrentar. Los demonios corrieron hacia la muralla; con sus enormes pasos, hacían temblar la tierra, cientos y cientos de demonios salieron del portal, estos salían constantemente, en una horda ininterrumpida. Rápidamente los soldados les abrieron paso, los Arlequíes, a pesar de estar aterrorizados, apretaron los mangos de sus armas, y se alistaron para recibir a los demonios. Uno de los jinetes de dragón, se dirigió a la muralla, del lado opuesto a la batalla, este miro atrás, viendo la enorme horda de demonios, de un momento a otro, el dragón comenzó a disparar plasma al marco de la enorme puerta principal. El marco de la entrada se destruyó por completo, cayendo sobre los soldados Giliumnitas que entraban por ella, sellando la entrada, para que los demonios no entraran a la batalla. Una vez los soldados de la muralla vieron esto, derribaron al dragón con un enorme arpón, matándolo a él y a su jinete. Giliam obseró la situación, dio una pequeña sonrisa, y comenzó a retroceder, se alejó lo más que pudo del centro de la muralla, matando a todo Arlequí que le intentaba frustrar el paso.

Los seres demoníacos corrían frenéticamente, y no parecía que se detendrían por nada, ni siquiera por la muralla. Los seres demoníacos tardaron unos cinco minutos corriendo desde el portal hasta la muralla, su vellosidad era tan fuerte, que a la hora de llegar a la muralla no pudieron detenerse, una horda de cientos de demonios impacto con la muralla de forma brusca y violenta, provocando un gran temblor en toda la muralla, y aun en la batalla misma. Los demonios regresaron y volvieron a impactar la muralla con sus cuerpos, provocando que la muralla se sacudiera nuevamente, los seres demoníacos repitieron este mismo proceso una y otra vez, hasta que el centro de la muralla comenzó a agrietarse y a caerse en pedazo. Al ver que la integridad de la muralla había sido comprometida y que por lo tanto esta colapsaría en cualquier momento, Dartañan se dirigió a la batalla en tierra para advertir al rey. Después de sobrevolar la batalla por unos segundos, logro ver a Eduard, el cual peleaba a lado de Farcol, Eldaí y su guardia. Dartañan descendió con sus dragón, este último se enfrentó agresivamente a los soldados enemigos una vez Dartañan bajo de él.

— ¡Su majestad! — gritó Dartañan bastante agitado.

— ¡Dartañan! ¡¿Qué haces aquí?! — preguntó Eduard confundido.

— ¡No hay tiempo de explicar, la muralla colapsara en cualquier momento, debe alejarse lo más que pueda de la muralla!

— ¡Entiendo!... — el rey buscó a Raiyol lo más pronto posible, hasta que después de unos minutos lo encontró — Raiyol... ¡Suena el cuerno, que los soldados se alejen de la muralla!

Raiyol, quien peleaba a pocos metros de ahí montado en su raptor, obedeció a la orden del rey; sonó el cuerno dos beses, indicando una retirada ligera, los soldados comenzaron a alejarse de la muralla, pronto, la misma comenzó a agrietarse.

— ¡Su majestad... mire! — gritó Farcol al rey.

Farcol señalo a la sima de la muralla, donde Eduard contemplo a varios soldados Arlequíes peleando; sin embargo, antes de que el pudiera hacer algo, la muralla colapsó. Una muralla de quince metros, había caído, al menos la parte media de esta, una enorme pared de polvo comenzó a levantarse por los aires, impidiendo que las tropas pudieran ver a los seres demoníacos.

— Dartañan... vuelve al aire. — ordenó el rey al joven jinete.

Este así lo hizo, con un silbido llamo a su dragón y regreso al aire.

— Todos preparados... — preguntó Eduard a su guardia con algo de nerviosismo.

La tensión aumentaba, nadie podía ver nada, el polvo era demasiado espeso. Uno de los soldados se acercó lentamente, y antes de que pudiera hacer algo, un enorme mazo lo aplasto, pronto los seres demoníacos salieron de entre los escombros y el polvo, incorporándose de esta manera a la batalla. Todos los soldados entraron a la batalla, los ractars siendo los más ágiles, corrían a gran velocidad, algunos aun montados en sus raptores, y con sus garrotes cubiertos de picos de acero, penetraban las pieles de los demonios, derribándolos, y dejándolos fuera de combate. Los cuernos sonados por los ractars, aturdían los sensibles oídos de los demonios, provocando les una grande dolor, cosa que los Arlequíes aprovechaban. En esta batalla, todo era de vida o muerte, si los Arlequíes no aprovechaban todas sus posibilidades, no tendrían la oportunidad de ganar, pero esa pequeña ventaja no les serviría de nada si el segundo enlace del portal se completaba, la fase dos había comenzado, si Maguz no hacía algo, la esperanza estaría perdida.

Poco a poco, los Arlequíes comenzaban a perder, la brutalidad de los seres demoníacos era demasiado para los Arlequíes, aunque los dragones disparaban desde el cielo, parecía que no mataba a ninguno, los seres demoníacos que salían del portal como un fluido constante sin detenerse; más sin embargo, Eduard no quería retirarse, él y todas sus tropas entregarían sus vidas para defender su reino y su mundo.

— Son demasiados... — Advirtió Farcol a Eldaí y a Eduard — no podemos con ellos.

— ¡Ninguno se retira!... — contestó Eldaí — ¡Eduard detrás de ti!

Eldaí lanzo una daga encantada a uno de los demonios que iba a atacar a Eduard, la daga, impacto en su corazón, matándolo al instante.

— Gracias... — dijo Eduard con una sonrisa en el rosto — nadie se retira... moriremos en este campo... como nobles guerreros... espera... ¿Qué es ese ruido?

Todos miraron hacia el cielo, entre las nubes rojas, cinco figuras blancas surcaban los cielos, creando un sonido ensordecedor. Estas cinco figuras semejantes a aves, dispararon contra los seres demoníacos que se encontraban cerca del portal, creando grandes y fuertes explosiones, tan potentes que mandaron a volar por los aires a cientos de demonios.

— ¿Son dragones fantasmas? — preguntó Eduard.

— No tenemos de esos en nuestras filas. — contestó Farcol con la misma sorpresa.

Todos posaron sus miradas en estos cinco dragones, los cuales, se posaron en las montañas del lado oeste del valle. En ese momento, un dragón más apareció en medió de ellos, siendo este último de color morado y siendo montado por alguien; detrás de él, cientos de dragones aparecieron posados en la misma montaña, dando rugidos de batalla.

El único jinete de estos dragones, era Émelti, quien había arribado a la batalla con un ejército inmenso de dragones. Todos quedaron admirados al ver esto, Giliam solo desvió la mirada algo confundido y sorprendido. Émelti levanto su vara, y la apunto a los demonios que salían del portal, en ese momento, los dragones, comenzaron a descender en picada de aquella montaña. 

Arlequia. ( La guerra entre tres reinos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora