Esperanza.

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En la mesa de la igualdad, todos los líderes y algunos soldados se encontraban en círculo, la mesa era redonda para reflejar la igualdad de los lideres, todos, se encontraban en tensión, esperando la respuesta de Maguz, el cual, aún estaba pensando.

— ¿Qué quieres decir? — Pregunta el rey.

— Hay una forma de reactivar mi conexión con la segunda dimensión, pero aún hay muchas desventajas.

— Temo que no te entiendo.

— Cuando el mago Zid, conquisto el Arlequia antiguo — Comenzó a explicar Maguz — derribo la ciudad flotante de los magos... para nuestra fortuna esta ciudad se encuentra justo en el sureste de Arlequia, si se logra reactivar la fuente sagrada de los magos, tendremos una escasa oportunidad de llamarlos, pero aquí surge otro inconveniente... ellos me repelerán por distintas razones, la única forma en la que yo puedo interactuar con ellos con toda confianza, es si yo logro hacer un acto heroico.

— ¿Y eso que implicaría?

— Que yo salvara a los veinte reinos o algo parecido, solo así tendré una oportunidad... pero para eso, necesito esa fuente activada, es la única manera.

— No tenemos opción, dentro de dos días partiremos al sureste del reino, pero supongo que necesitare la ayuda de un mago.

— De eso y de algo más... solo un ser puede reactivar la fuente... un Eldrak... la cruza entre un elfo y una bruja; sin embargo, en la edad demoníaca los demonios casaron a los elfos y a las brujas, hasta llevarlos al punto de su extinción... en cuanto al mago, yo no puedo ir.

— Con todo respeto, yo tampoco puedo ir, esa ciudad es maldita para los magos, ningún mago se atreve a pisar esa ciudad... — Respondió Eskid con pena — pero le ofrezco a mi hija, ella puede acompañarlo.

— Oh, hola Mita. — El rey saludó a una joven hechicera, la cual no se había dado a notar.

— Su majestad, estoy a su servicio. — La joven hechicera hizo una reverencia.

— Me alegra oír eso — respondió Eduard — ¿Has pensado en tomar el lugar de tu padre?

— No me gustan las responsabilidades grandes.

— Ya veo, igual como siempre... ¿Dónde conseguiremos un Eldrak?

— Con el esclavista. — La voz de Mita se escuchó en el salón.

Todos se quedaron atónitos ante su respuesta, nadie se esperaba una respuesta tan rápida.

— Segura de lo que dices hija. — Cuestionó Eskid.

— Conozco a cada esclavista del reino, y el que se encuentra en esta ciudad, tiene un Eldrak. — Mita puso un rostro decidido y que inspiraba seguridad.

— Tú estás llena de sorpresas... — el rey comenzó a dar explicaciones — como sea, no es momento para sorprenderse, necesitamos actuar de inmediato... Mita, tú me vas a llevar con ese esclavista, Farcol, Raiyol, Dartañan, vengan con migo...

— Con su permiso, tengo que atender otros asuntos... — Maguz se alejó un poco de la multitud — pero, si me necesita solo hágamelo saber.

Eduard, solo asintió con la cabeza, en ese momento Maguz se retiró de la sala en una bola de fuego azul. A la mañana siguiente, Mita, llevo al rey y al resto al lugar del esclavista, en uno de los puntos más retirados de la ciudad, en una taberna poco concurrida y oscura.

— Nadie conoce su nombre, — Mita comenzó a explicar las cosas en voz baja — pero todos le llaman, Mordrok, hagan lo que hagan, no lo vean a sus ojos.

El rey Eduard, se aproximó a la barra donde el cantinero atendía, su majestad, le pregunto sobre Mordrok, este al escuchar el nombre, ordeno serrar la puerta; posteriormente, este hombre, los encamino a un sitio algo descuidado, tétrico y oscuro, donde ya hacía un hombre sentado en una silla mirando hacia los visitantes.

— Su real majestad... sabía que vendría. — respondió aquel al que llamaban Mordrok.

— ¿Cómo sabía que vendría? — Cuestionó Eduard.

— Soy vidente... puedo explorar las posibilidades de un futuro cercano... pero, aun no sé cuál es su propósito, así que por eso, le rogare que me disculpe, si sus intenciones no son hostiles, y les diré a mis guardias que bajen su ballestas... de los contrario acabaremos con usted... tengo que tomar mis precauciones.

— Apuesto que si — El rey lo miró fijamente — he venido a buscar algo, algo que sé que tú tienes, no quiero trampas, el futuro del reino, está en juego.

El esclavista se acomodó en su asiento, augurando una propuesta bastante interesante.                     

Arlequia. ( La guerra entre tres reinos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora