La última oportunidad.

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Fremian confrontaba a los soldados que a duras penas se levantaban del suelo, el mago, utilizo un hechizo con energía oscura, y derribo a todos los que lo rodeaban, en ese momento, Maguz lo neutralizo con un ataque por detrás, ambos magos, tuvieron un duelo de miradas. Fremian, mostrándose imponente, Maguz, viéndose bastante agotado, con una respiración muy cortante, más sin embargo, él estaba decidido a enfrentarlo a muerte. Por su parte, Krafdal peleaba contra aquellas estatuas que momentos atrás habían salido de las paredes, viendo al final del corredor al elfo arrodillado. Debajo de la torre, diez valientes soldados defendían la entrada de la torre con sus vidas, peleando contra más de dos mil soldados.

En Trididant, a pesar de la enorme valentía de los Arlequíes, los seres demoníacos dominaban el campo de batalla. Émelti, Dartañan, los jinetes de dragón, y los dragones de Émelti, disparaban contra el portal de los demonios. Del otro lado del portal, en la dimensión demoníaca, se lograba ver un inmenso ejército de seres demoníacos, un ejército que se miraba hasta los confines de esa tierra maldita. La dimensión demoníaca, era cubierta por un vasto y enorme cielo rojo. El general de los demonios, veía desde un pedestal de roca, observaba como sus soldados no lograban pasar el portal, este molesto, ordeno a uno de sus segundos que interviniera. La enorme criatura, sin pensarlo dos veces, salto del enorme pedestal, y corrió por todo el campo, una vez estuvo cerca del portal, lanzo una enorme hacha contra los dragones, esta hacha salió sin previo aviso, derribando a algunos de los dragones, rompiendo la formación defensiva, y permitiendo una vez más a los demonios pasar.

El caos pronto prevaleció en el campo de batalla, la habilidad de los soldados Arlequíes no era suficiente para enfrentarse a los demonios, los cuales, aliados con los Giliumnitas, eran prácticamente invendibles. Desde lo lejos, Eduard logro ver como los dragones se alejaban del portal, dispersándose por todo el cielo, poco después miro a su alrededor, viendo de esta manera como los soldados caían uno a uno, los ractars, eran sometidos violentamente. Eduard miró a Eldaí, la cual luchaba con todo su coraje, después miro a Farcol, reflexionando poco a poco, mientras era resguardado por sus hombres; después miro hacia el cielo, mostrando en su rostro decepción y culpa, preguntándose a sí mismo, si lo que había hecho, era lo mejor para el reino. Manteniendo su mirada perdida en el cielo, vio como de uno de los dragones, salía una mano que parecía llamarle, Eduard enfoco la mirada, viendo de esta manera a Dartañan, el cual, le indicaba cosas, en ese momento, el rey, logro comprender lo que le decía, y con una gesto de cabeza le dio una afirmación a su plan.

— ¡Raiyol! ¡Ven aquí! — el rey llamó al Ractar.

— Dígame su majestad. — contestó Raiyol.

— Quiero que suenes el cuerno, que los soldados que hay en tierra vallan hacia el sur...

— ¿Ordena una retirada?

— No, quiero que se dirijan a las montañas que están en el sur, que los novicios, arqueros, magos y murciélagos suban a la montaña, y que disparen con todo lo que tengan... debemos despejar bien esta área...

— Lo dices como si tu fueras a ir a otro lado... — interrumpió Eldaí — tu que vas a hacer por mientras.

Eduard levanto la mirada, y la dirigió hacia el este, a lo que quedaba de la muralla.

— Iré a cortar la cabeza de la serpiente... a matar a Giliam. — la mirada del rey era decidida.

— ¡Eduard no eso es muy arriesgado! — dijo la eldrak preocupada.

— Esta es mi responsabilidad... Farcol, quiero que dirijas a las tropas en caso de que el plan falle.

— Por mi honor. — contestó el consejero.

— A trabajar.

Raiyol se montó en su raptora, y comenzó a correr, tocando el cuerno a todo pulmón, el sonido del cuerno, aturdió los oídos de los demonios, estos desesperadamente se cubrieron los oídos, postrándose en tierra. Raiyol y Farcol comenzaron a guiar a la mayor parte de las tropas hacia el sur, para que de esta manera, Eduard pudiera ejecutar el plan de Dartañan.

— No dejare que vallas tu solo... yo iré contigo. — dijo Eldaí.

— Jure que te protegería y eso hare...— respondió el rey — por favor, ve con el reto de las tropas, esto lo debo de acabar yo solo... gracias por todo, y espero verte después de todo esto... nos vemos.

Eduard tomo uno de los caballos que se encontraban perdidos entre la conmoción de la batalla, y se dirigió hacia lo que quedaba de la muralla. Eldaí dio media vuelta y comenzó a caminar, pero, apenas ella dio cinco pasos, se detuvo.

— ¡No dejare que él se lleve todo el crédito! — se dijo a sí misma.

Raiyol corría montado en su raptora, delante del ejército, indicándoles de esta manera hacia donde tenían que ir. Desde lo aires, Dartañan examino la situación, una vez los Arlequíes estaban fuera de zona, él y otros jinetes más, descendieron en picada disparando contra los demonios y lo Giliumnitas, creando una linea de fuego que dividió a los Arlequíes del resto. Los dragones, siguieron arremetiendo contra los enemigos limpiando el campo casi en su totalidad. Émelti por su parte, arremetía contra los enemigos del portal, viendo como sus dragones perecían en la batalla; en ese momento, vio como el último enlace del portal estaba por completarse. Raiyol daba todo lo que podía, más sin embargo uno de los demonios, lanzo su hacha en un ángulo perfecto hacia él, derribándolo y a su raptora también, rápidamente levanto la mirada, y vio como la pata de su raptora estaba herida, este rápidamente corrió en su auxilio.

— ¡No, no, no, Liz respira preciosa... todo estará bien! — le decía Raiyol a la criatura con delicadeza y ternura.

Los soldados, sin tener idea de que hacer, regresaron la mirada a la muralla caída, viendo detrás de la línea de fuego a los demonios enfurecidos.

— ¡Todos escúchenme! — Farcol llamó la atención de todos — ¡Quiero a todos lo escuderos en frente! ¡Novicios, arqueros y de más... no dejen que pasen hasta acá... prepárense para luchar!

Nuevamente los Arlequíes se alistaron.

Mientras tanto, cerca de la muralla, en una maniobra inesperada, Eduard lanzo el recipiente que horas atrás Eldaí le había dado contra la pared de la muralla, creando una grieta y entrando en ella. Eduard, logro evadir a los soldados de la muralla, y llegar a la sima de esta, donde otra batalla también se libraba. Eduard miro entre la multitud, al otro extremo de la muralla, se encontraba Giliam. Eduard, se armó de valor, y comenzó a atravesar la multitud, rogando al cielo que Maguz lograra cerrar ese portal.                              

Arlequia. ( La guerra entre tres reinos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora