4. El Trato

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- ¿Qué? - dije con un hilo de voz.

- Ya sabes... una estaca... a través de su corazón.

Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos.

- ¡Eres asqueroso! ¡¿Cómo pudiste?! ¡Era amiga de tu hermano, Damon! - grité tras las espaldas de Stefan.

- ¡No me importa!

El rostro de Stefan se crispó, en una clara mueca de dolor.

- ¡Damon detente! ¡Cállate! - gritó Elena desde atrás.

Todos volteamos atónitos hacia ella.

- Lo estás haciendo empeorar... Solo... déjala.

- Ella tiene razón Damon... la mataste, ok. Pero no es necesario que se lo restriegues en la cara.

- ¡Oh, esto es hermoso! ¡Vamos! ¡Todos defendamos a la gemela perdida de Katherine!

- ¿Sabes qué? Solo déjalo. Olvídalo. - dije colocándome por delante de Stefan. - Me voy.

- ¿A dónde? - dijo Stefan.

- No lo sé Stefan, voy a encontrar un modo de sacar a Katerina, y nos iremos.

- No puedes sacarla así sin nada más. - protestó Elena.

- Elena, ¿tienes algún hermano o hermana?

- Hermano. - me contestó.

- Ponte en mi lugar. Yo sé que tú harías lo que fuera por él, sin importarte la clase de persona que fuera. Así que, por favor... no vengas a decirme que no puedo sacar a mi hermana... de esa maldita tumba.

- Pero... tu hermana, es una asesina.

- Aun así... sigue siendo mi hermana. Adiós.

- Lexa, espera. - dijo Stefan. Me volví hacia él. - No puedes andar afuera, pensarán que eres Elena.

- Eso no sería un problema para mí, Stefan.

- Lo sé. Además, hay algunos hombres lobos aquí en Mystic Falls.

- ¿Cuándo es la luna llena?

- Fue ayer. - contestó Damon.

- Entonces volveré el próximo mes... si quieres Stefan.

- No, no. Dame tres días.

- ¿Para qué? - dije ya un poco harta.

- Hay varias personas que están en esto con nosotros. Déjame decirles. Una es descendiente de Emily... a lo mejor ella puede decirme que fue lo que ocurrió contigo. ¿No estás interesada? Piénsalo.

La verdad es que era una propuesta muy atractiva, moría por saber qué demonios me había ocurrido durante estos años. Y en realidad, no tenía a donde ir, así que decidí aceptar.

- Solo tres días.

- Gracias. - dijo Stefan, tomando aire. - Puedes quedarte aquí, hay más habitaciones... toma una.

- Bien.

- Stefan... - dijo Elena y él se volvió hacia ella.

- ¿Si?

- Ella no puede vestir así. - le dijo con una media sonrisa.

- Cierto. ¿Crees que puedas traer algunas ropas?

- Podría. Pero tengo una idea mejor.

- ¿Cuál es esa? - pregunto Stefan con el entrecejo fruncido.

Alexandra PetrovaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora