10. La Confesión de Damon

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- ¡Hey! ¿Están bien? - pregunté cuando los observé.

- ¿Qué haces aquí? - preguntó Stefan con preocupación.

- Eso no importa, ¿Estás bien, Caroline?

- He estado mejor. - contestó.

- Estaba a punto de entrar cuando apareció este hombre y... hizo lo que hizo. - terminé.

- Retomo mi pregunta ¿Qué haces aquí? - dijo Stefan, y Damon enseguida bajo la mirada. - ¿Sabías que ella estaba aquí? - preguntó Stefan un poco alterado.

- Sí.

- ¿Estás loco?

- No, Stefan. Prefería traerla con condiciones, a que se apareciera y realizara una misión suicida. Yo sería incapaz de ponerla a ella en peligro... - Damon volvió a bajar la mirada.

Caroline volteó a verlo. El camino a la casa transcurrió en silencio. Cuando llegamos Stefan acompañó a Caroline a su casa.

Damon y yo entramos en silencio, subimos las escaleras y él entró en su cuarto y yo en el mío. Cerré la puerta a mis espaldas y me lancé sobre la cama y me quedé acostada viendo el techo. A los pocos minutos Damon, entró. Me levanté.

- Dejaste esto en mi cuarto. - dijo y me mostró la maraña de ropa que traía en sus manos.

- Lo siento, lo olvidé.

- No, está bien. - dijo sin darle importancia.

Nos quedamos en silencio, mirándonos uno al otro.

- Gracias. - le dije.

- ¿Por qué? - preguntó con el cejo fruncido, mientras caminaba hacia mí y se lanzaba en la cama a mi lado.

- Por tratar de... que... no... terminara herida. - solté.

- No te preocupes, no fue nada. - dijo y tomó mi mano.

Para mí la situación era bastante incómoda. Cuando Damon se levantó para quedar frente a frente, noté que estaba herido.

- ¿Qué es eso? - pregunté mientras intentaba quitarle la chaqueta de cuero para examinarlo.

- Solo un balazo. Sobreviviré.

- Déjame ver.

Se quitó la chaqueta de cuero negra y luego se quitó la fina camisa de algodón negra que traía debajo de la chaqueta, dejando su torso al descubierto.

- Voltéate. - le dije.

Lo hizo. Y cuando estuvo de espaldas a mí, le saqué la bala del pequeño agujero. Damon soltó un pequeño gemido.

- Lo siento, pero al menos ya está afuera. - sonreí cuando se volvió y quedó de nuevo frente a mí.

- Gracias.

- De nada.

Sus ojos y los míos volvieron a encontrarse, y fue un tanto extraño. En ese momento Damon acercó su rostro lentamente al mío y depositó un pequeño beso en mi mejilla. En un movimiento rápido le devolví el beso. Damon sonrió y se separó un poco de mí. Entonces abrió sus brazos y con un gesto me indicó que me acercara. Me acerqué y entonces me rodeó con los brazos y yo hice lo mismo. Ese era el Damon que recordaba, un chico dulce, amable y sensible.

- Extrañaba a este Damon - le dije al oído, sonriendo.

- Pues, seguirás extrañándolo. - dijo también a mi oído.

- Te odio. - le dije en un susurro y volví a sonreír.

- No te preocupes, yo también me odio. - sonrió.

Entonces fue cuando nos separamos.

- Me voy, voy a... hacer algo. - dijo colocándose de pie y tomando su chaqueta y camisa, no sin antes volver a darme un beso en la mejilla. - Buenas noches, Lexa.

- Buenas noches, Damon. Nos vemos mañana. - sonreí, cuando lo vi salir por la puerta.

Me quede en la cama, pensando en lo que había ocurrido durante el día. Seguía pensando en la pobre Caroline. Horribles imágenes de tortura venían a mi mente cada vez que pensaba en ella. Era una buena chica, me llevó hasta Katherine arriesgándose a que la hiriera. Pero entonces fue cuando recordé las palabras que había dicho el hombre "Elijah, le hizo una promesa a Elena, estoy aquí para cumplirla." Elijah... Elijah... Pero... ¿Acaso era eso posible?

Intentando despejar mí mente me puse de pie y ya que no tenía más nada que hacer, vacié todas las bolsas con ropa que había en el cuarto y la acomodé toda en el armario. En su mayoría eran camisetas y jeans lo que contenían las bolsas. Algunos tacones, otros zapatos, ropa interior, pijamas, etc.; era lo demás. Dejé uno de los pijamas afuera, me desvestí y me lo coloqué. Era un vestidito de seda de color negro y encajes; una vez vestida me recosté en la cama, y al cabo de unos minutos, me quedé dormida.

Debía haberme quedado dormida por poco tiempo, ya que seguía siendo de noche. Lo que me despertó fueron un par de voces que provenían del cuarto de Damon. Parecía que se encontraba con una chica en su habitación.

- Estoy enamorado de una mujer que nunca podre tener. - decía la voz de Damon.

- Lo sabía, no tengo suerte con esto. - decía la voz femenina.

- El punto es que, estoy enamorado de ella y eso me está volviendo loco. No tengo control sobre mí mismo. - continuó Damon.

- ¿No confías en ti estando alrededor de ella? - preguntó la chica.

- No confió en mí alrededor de nadie, Andie. Soy malo, Andie. Hago cosas malas. Mato personas. - dijo Damon.

Entonces se hizo el silencio, y enseguida noté que Andie se había asustado e intentaba huir, ya que cuando Damon habló lo hizo en un tono que indicaba claramente el uso de la compulsión.

- No te asustes, estas bien.

La chica calló por un momento y luego dijo:

- ¿Por qué matas personas?

- Porque me gusta. Está en mi naturaleza. Es quién soy. - respondió con cierta frustración en la voz. - Pero tengo que ocultarlo para protegerla, y ella me pide que sea el mejor hombre, lo que significa que no puedo ser quien soy. - continuó. - ¿Ves el problema que tengo, Andie?

- Bueno tal vez esto es lo que eres ahora. El amor hace eso, Damon, nos cambia. - dijo Andie en un dulce tono de voz.

Damon hizo silencio por un momento, como si analizara las palabras de la chica. Y luego dijo:

- No hables más. Bésame, sé mi distracción.

Y entonces escuché sonidos que indicaban que se besaban, debido a que no quería escuchar aquello, cerré los ojos e intente concentrarme en dormir. Pero no podía, por más que lo intentaba me era imposible. Entonces decidí que no importaba, y me quedé escuchando... sin esforzarme por escucharlo todo, pero sin concentrarme en no escuchar todo. Entonces a los pocos segundos bajos gemidos de dolor llegaban a mis oídos.

- Adiós, Andie. - susurré y volví a cerrar los ojos.

Y lo último que recordé antes de quedarme dormida, fueron los azules ojos de Damon.

Alexandra PetrovaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora