63. Mucho en común

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El transcurso hacia la casa Gilbert, fue tranquilo, silencioso. Damon detuvo el auto en la calle, y sin apurarnos nos dirigimos al pórtico. Fue Stefan el que llamó a la puerta y fue Alaric quien abrió.

- Pasen. - dijo, siguiendo el protocolo. Al entrar, Ric cerró la puerta y se volvió hacia nosotros. Ya tenía puesto su esmoquin, el cual era muy similar al de Stefan. Pero ver su rostro era... simplemente doloroso. Tenía los ojos rojos, y la líneas de expresión excesivamente marcadas; parecía que había envejecido al menos unos cinco años, desde la noche anterior. Lucía terrible.

- ¿Dónde está Elena? - le preguntó Stefan, mientras nos dirigíamos a la sala.

- Está arriba vistiéndose, en su cuarto. - contestó Ric. Inclusive en su voz se podía sentir la tristeza que reflejaba su rostro.

- Iré a verla. - nos informó, Stefan y desapareció por las escaleras.

En ese momento Ric me miró, y nuestros ojos se encontraron. Entonces sujeté su mano.

- Lo siento tanto, Ric.

- Gracias. - dijo, y luego se aclaró la garganta. - Iré a buscar a las chicas. - dijo y apresurado abandonó la estancia.

Una vez Alaric se hubo ido, Damon y yo tomamos asiento en el sofá, frente a la chimenea.

- Me siento mal por ellos. - le comenté a Damon, mientras le tomaba la mano. - Desearía poder hacer algo.

- Pero no puedes. - me recordó Damon, y apretó mi mano. - Ninguno de nosotros puede.

- Lo sé. - asentí. - Y eso es lo que más duele; no hay nada que hacer.

Damon y yo permanecimos ahí en silencio, observando el fuego arder, y absorbiendo el calor de nuestros cuerpos. No fue hasta aproximadamente unos quince minutos después, que Stefan regresó.

- ¿Dónde está Ric? - preguntó apenas llegó.

- Cocina. - contestó Damon a secas. - ¿Cómo lo está llevando? - le preguntó a Stefan con la boca fruncida.

- Perdió a los únicos padres que le quedaba. Esta en shock. - cuando Stefan habló, lo hizo con tristeza.

- ¿Puedo hablarle? - le pregunté a Stefan, mientras me colocaba de pie frente a él.

- ¿Qué? - preguntó desconcertado.

- ¿Puedo hablar con Elena? - inquirí.

- Sí, sí, claro. Esta arriba. Ve. - dijo Stefan y me dedicó una sonrisa.

Le dediqué un asentimiento de cabeza y me encaminé hacia las escaleras. Quería hablar con Elena, quería ayudarla de algún modo; y bueno... creía que hablar con ella era un buen modo. Hasta hacía un par de segundos no había reparado en que Elena y yo teníamos más en común que sólo nuestro físico. Yo también había perdido a toda mi familia, cuando era solo una niña de diecisiete años... exactamente igual que Elena; y la única persona que había prevalecido a mi lado... había sido mi hermana.

En silencio, subí las escaleras y llamé a la puerta del cuarto de Elena. Nadie contestó, por lo que decidí entrar. Cuando entré me encontré con Jeremy y Elena, abrazados; Jeremy iba vestido con un esmoquin, igual que Ric y Stefan, y Elena llevaba puesto un vestido negro, ceñido al cuerpo y llevaba el cabello recogido en una coleta. Al ver que alguien entraba se separaron para ver quién era.

- Lo siento, chicos. No sabía que estabas aquí, Jeremy. - entonces retrocedí. - Vendré en un minuto.

- ¡No, espera! - exclamó Jeremy, entonces me detuve y me volví. - Entra. Ya me iba.

Alexandra PetrovaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora