56. Círculos de Fuego

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Pasados algunos minutos desde que Stefan había partido, escuché ruidos. Alguien se acercaba. Cuando me viré visualicé a Damon, que se acercaba con prisa, y unos cuantos metros detrás de él, venía John Gilbert. Apenas lo vi, sentí un alivio. Corrí, y me abalancé sobre él. Lo besé. Damon me sujetó de la cintura y correspondió a mi beso. Cuando nos separamos lo abracé, y susurré en su oído:

- ¿Estás bien?

- Sí, estoy bien. - me contestó, pero sentí algo diferente en su voz, en la manera en que hablaba.

- ¿Estás seguro? - le pregunté, alejándome, para poder verlo a la cara.

- Si. - entonces sonrió. - ¿Dónde está Stefan? - preguntó entonces volviendo a la normalidad, mientras reemprendíamos el camino hacia la casa.

- Damon... - le dije con pesar, sintiendo las lágrimas volver.

- ¿Qué? - preguntó con desconfianza, al ver mis ojos. - ¿Dónde está Stefan, Alexa?

- Fue a buscar a Klaus. Va a cambiar de lugar con Jenna. - le dije, con tristeza.

- ¡¿Qué hizo que?! - exclamó, cuando estuvimos bajo el techo de la casa, y Alaric se nos unía, mientras John bajaba.

- No iba a dejar a Jenna morir.

- ¡Tenemos una bruja! - exclamó Damon, con los ojos abiertos. - Ella mata a Klaus y ¡nadie tiene que morir!

- Excepto Bonnie. - le recordó Ric.

- ¡Dios, Stefan! ¡Demonios! - gritó, mientras le estampaba un puñetazo a la pared.

- ¡Hey, cálmate! - exclamé, sujetándolo del brazo.

- ¿Estás bien? - le preguntó Ric, cuando al mismo tiempo que yo, percibió que Damon se tambaleó.

- ¡Estoy bien! - escupió. - Bueno, ese es mi hermano para ustedes; siempre limpiando mis desastres.

- Ric, ve adentro, por favor. - le pedí. Pues era hora de ejecutar mi plan. - Damon, ven conmigo. - entonces lo tomé de la mano, y lo alejé lo mas que pude de la casa.

- ¿Qué...? - dijo mientras lo arrastraba colina abajo.

Entonces me detuve, mientras con decisión sujetaba la estaca de madera que tenía escondida en la chaqueta.

- No puedo dejar que Stefan muera.

- Bien, vamos a...

- ¡Damon, escúchame! - exclamé, pues debía darme prisa. - Iré, y me ofreceré para tomar el lugar de Jenna. - le contesté, respirando profundo... preparándome para la explosión de maldiciones que se me venía. Pero...

- Ok, está bien... solo tenemos que...

Miré a Damon extrañada. Entonces pareció escuchar lo que dije, y me miró con los ojos abiertos.

- No. - negó, y automáticamente, sujetó mi antebrazo, con fuerza. - No vas a hacer eso.

- Damon...

- ¡NO! - gritó, a centímetros de mi cara mientras su rostro se transformaba. Entonces lo besé como nunca antes lo había hecho. Damon me rodeó con sus brazos, mientras una pasión abrazadora nos envolvía. La mayor parte de mi me incitaba a abandonar todo y a quedarme ahí, por siempre, con Damon. Pero había algo en el fondo de mi inconsciente que me recordaba que no contaba con el tiempo. Me separé de Damon, que jadeaba.

- Lo siento. - Damon frunció el cejo, y antes de que pudiera realizar cualquier movimiento, saqué la estaca y se la clavé en el abdomen.

Damon gruñó, y me miró a los ojos, mientras las lágrimas corrían por mi cara.

Alexandra PetrovaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora