7. La Tumba

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- Bien, pero ten cuidado Caroline. Recuerda que nadie puede verla. - le dijo Stefan.

- Confía en mí.

- Eso es difícil. - soltó Damon.

- Cállate. - soltamos Caroline y yo al unísono.

Reímos tímidamente.

- Bueno andando, Elena.

- Adiós, Stefan. Ten cuidado. - dijo Elena acercándose a este y besándolo.

- Lo tendré. - contestó este.

- Yo también me voy yendo. - dijo Alaric. - ¿Me llevan?

- Sí. - contestó Damon.

- Nosotros nos vamos también. - dijo Jeremy refiriéndose a él y a Bonnie.

- Entonces yo igual, así los llevo.

- Bien. - dijo Bonnie.

- Adiós Caroline. Lexa, por favor... - comenzó Stefan, pero lo detuve.

- Te prometí no herir a ningún humano, supongo que a esa lista puedo agregar algunos vampiros, algún caza vampiros, una bruja arrogante - dije sonriendo -, una doppelganger y su hermano. Te prometo no herir a nadie de los que están aquí. Excepto... tal vez... cuando lo merezca Damon. - dije viendo a Stefan directo a los ojos.

- Yo también te heriré, cariño. - dijo Damon que se había detenido a escucharme.

- Esta bien, no hay problema. - dije.

- Gracias, Lexa. - dijo Stefan y me abrazó.

- No, gracias a ti. - dije correspondiendo a su abrazo. - Y a ustedes. – agregué y oculté mi rostro contra el pecho de Stefan, pues, odiaba esto. Aunque de verdad no quería herirlos, odiaba que ellos lo oyeran de mí.

- Alex, mejor nos apresuramos, antes de que oscurezca.- dijo Caroline.

Salimos todos juntos. Elena, Damon y Alaric se montaron en el carro en el que habíamos venido a casa, que debía de ser de Damon. Mientras que Stefan, Jeremy y Bonnie se montaron en un pequeño carro rojo que debía ser de Stefan. En el patio delantero había otro auto, era pequeño y de color azul marino.

- Ese es el mío - dijo Caroline. - Pero mejor nos vamos caminando por el bosque, es más discreto.

- Claro. - dije y la seguí.

Nos dirigimos hacia el bosque y comenzamos a caminar en silencio, hasta que pregunté:

- ¿Quién es John?

- Él es el tío de Jeremy y de Elena, pero que en realidad es el padre de Elena.

- ¿Qué?

- Déjame explicarte. Elena y Jeremy no son hermanos de sangre, Elena es adoptada. Elena fue adoptada por sus tíos, el hermano de John y su esposa. Ellos murieron. Luego ella se enteró de que era adoptada y que su madre biológica es vampira, era la esposa de Alaric, y fue Damon quien la convirtió. ¿Entendiste?

- Sí.

Pobre Elena. Eso era demasiado para un solo humano. Mueren quienes creía eran sus padres, luego se entera de que su tío es en realidad su padre y de que su madre es vampira; quien fue convertida por Damon, quien vendría siendo su cuñado y además de todo eso, era la doppelganger de dos vampiras que tenían más de quinientos años.

- Pobre Elena. - dije esta vez en voz alta.

- Si, no lo merece. – contestó.

- ¿Y qué era lo que Stefan tenía que hacer? - pregunté.

- Tyler, es un amigo de Bonnie, Elena y mío. Él es un hombre lobo, ayer fue su primera luna llena. Su tío Mason, hombre lobo también vino aquí, y Damon lo mató. Ahora apareció una tal Jules, quien parece es amiga de Mason y le dijo que su tío había muerto.

- Mystic Falls nunca cambia.

- ¿A qué te refieres? - preguntó Caroline.

- Es un sito muy complicado y cualquier especie sobrenatural que quieras encontrar, aquí la encontrarás.

Caroline rió.

- Tú no eres como Katherine. Eres buena, temperamental pero buena. - soltó de repente.

- Si yo fuera tú, no me creería eso.

- ¿Sabes algo? - me preguntó.

- Dime...

- Eres como Damon.

- ¿Qué? - reí con ironía. - ¿Por qué?

- Actúan como si nada les importara, son irónicos, sarcásticos, vampiros, sensuales, tiene ese aire de vampiro malo. Pero en realidad, no son así. Solo lo pretenden.

- No. - negué. - No te confundas, estoy siendo buena porque se lo prometí a Stefan, él es mi mejor amigo y sería incapaz de incumplirle una promesa.

- ¿Tu mejor amigo? - dijo con incredulidad.

- Si, hace muchos años, cuando Stefan era humano... éramos los mejores amigos, junto con...

- ¿Lexi? - preguntó.

- Si... ¿Cómo lo sabes?

- Stefan me dijo una vez que le recordaba de cierta manera a ella.

- Si, lo haces. - sonreí.

Ella también lo hizo y luego de caminar otros minutos se detuvo frente a unas escaleras que parecían dar al fondo de unas ruinas.

- Es aquí. - dijo y comenzó a bajar.

La seguí en silencio, y cuando las escaleras finalizaban, frente a ellas... había una especie de cueva, mal iluminada.

- ¡Katherine! – llamó Caroline.

Y entonces pude ver a Katerina dentro de un vestido negro corto, desgastado y sucio, acercándose débilmente a la entrada. Aun no se había disecado, pero apenas podía caminar.

- ¿Qué quieres, Caroline? - preguntó con voz cansina.

Caroline se hizo a un lado y dejó que Katerina me viera. No se asombró, solo inclinó la cabeza un poco hacia su izquierda y dijo:

- Que sorpresa. En lugar de ese horrible collar con verbena, veo un hermoso lapislázuli, ¿Así que de todas maneras te convertiste cierto, Elena?

- No soy Elena. - dije acercándome a la entrada de la cueva.

Katerina ahora parecía confundida.

- ¿A qué intentas jugar? - preguntó.

- No estoy jugando. Katerina, soy yo. - le dije y le mostré el collar de lapislázuli que traía conmigo, que era igual al de ella.

Sus ojos se abrieron de par en par y pude ver como se le empañaban.

- ¿Ale...A... Alexandra? - dijo al fin.

Alexandra PetrovaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora