52. La Tumba... otra vez

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A los pocos segundos, Damon había llegado al auto y se había montado sin decir ni una palabra. De hecho, ninguno de los dos dijo nada hasta que se detuvo en el medio de la carretera, frente a los frondosos árboles del bosque.

- Ya llegamos. - dijo con la voz un poco ronca por haber permanecido en silencio durante tanto tiempo.

- Lo sé. - le contesté a secas mientras me bajaba del carro, y comenzaba a introducirme en el bosque.

- Espérame. - gritó, Damon mientras cerraba la puerta del carro.

- ¡El camino sigue siendo el mismo! - le grité, en respuesta.

Entonces apareció a mi lado, y a paso suave nos adentrábamos cada vez más y más entre los árboles. Tras unos cuantos minutos sin siquiera mirarlo, Damon dijo:

- ¿Va a ser así?

- ¿Qué? - pregunté sin darle importancia.

- ¿Nuestro trato? - lo miré de reojo. - Porque si algo llega a suceder más adelante, necesito una compañera que me respalde, no que me apuñale.

- Mi nombre, para tu suerte, no es Damon Salvatore. - escupí.

- Ouch.

Le dedique una sonrisa, propia de él.

- Se lo que tengo que hacer. Tienes mi respaldo. - le dije, sin mirarlo.

- Bien. - susurró, pues comenzamos a ver la tumba. - Quédate atrás. - dijo mientras se adelantaba.

- No. - negué y me le adelanté.

Entonces Damon me agarró del cuello y me lanzó contra un árbol. Desconcertada me levanté, y al instante me sujetó del cuello y con sus labios a centímetros de los míos, me dijo:

- Si quieres que te traten como a una mujer, actúa como tal. Deja de ser tan infantil. - tenía los ojos abiertos como platos y me miraba directamente a los míos.

- Damon, no quiero lastimarte. Suéltame. - dije arrastrando las palabras.

- Si te estoy diciendo que te quedes atrás, no es por capricho, es porque necesito un ataque sorpresa; y lo hago porque confió en ti. - entonces me soltó, y tras dar un paso, agregó: - Quédate atrás.

Con la respiración entrecortada por el impacto y la furia, me acerqué un poco más, de manera que la tumba completa quedaba en mi campo de visión; me agazapé... lista para cualquier cosa.

Damon caminaba con paso decidido hacia la entrada de la tumba, cuando de ella salió un hombre alto, corpulento, de cabello negro y ojos claros. Damon retrocedió, más no demasiado.

- ¿A cuál intentas salvar? ¿La rubia o el lobo? - hizo una pausa, pero era obvio que Damon no iba a contestarle. Tenía una voz gruesa y en cuanto la escuché, la reconocí como la del hombre que había llamado a Isobel, para decirle que tenía a Katherine. Él era el hechicero que trabajaba para Klaus. - ¿De verdad creíste que Klaus los dejaría sin protección?

- Pensamientos ilusos. - le contestó Damon, con sencillez y una sonrisa torcida.

Y en una fracción de segundo Damon, se abalanzó sobre el hombre, derribándolo. Damon se encontraba ahorcándole, cuando salió despedido hacia atrás, por el poder del brujo. El brujo se incorporó, y levantó la mano en el aire, mientras miraba a Damon; y justo entonces él comenzó a sujetarse la cabeza y a gritar. Conocía lo que hacía, le provocaba un aneurisma.

Entonces en el momento exacto en el que me balanceaba para saltar sobre el brujo, se oyó un disparo, y éste cayó al suelo. Desconcertada miré alrededor en busca del lugar de donde había provenido el disparo. Entonces de en medio de los matorrales salió un chico rubio, al cual reconocí inmediatamente como Matt; llevaba una pistola en las manos y apuntaba al brujo.

Alexandra PetrovaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora