40. Lidiando con Damon

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Al día siguiente me levanté demasiado temprano para mi gusto. Fui al baño, me lavé la cara, cepillé mis dientes y peiné mi cabellera. Y entonces me dispuse a bajar, sin fijarme si había alguien ya despierto en la casa. Entonces escuché el latir de un corazón humano mientras me acercaba a la cocina. Pero para mi sorpresa no era Elena, sino Andie.

- Buenos días... - Saludó, entusiasta. Y entonces ladeó la cabeza como confundida.

- Alexa. - le dije de mala gana, y con una sonrisa falsísima.

- Alexa, cierto. - dijo y por algún extraño motivo me pareció que observaba mi pecho.

- ¿Qué? - le pregunté, palpándome con desconfianza.

- Nada. - dijo restándole importancia. - Es solo que tu busto es más grande que el de Elena, esa es una diferencia. - entonces sonrió, mientras le daba un sorbo a una taza humeante.

- Ok. - dije mirándola como si fuera un bicho raro. - Eres muy, muy observadora. - entonces no pude evitar alzar las cejas en un gesto cargado de ironía.

- ¿Quieres café? - dijo como si nada.

- Sí. Me encantaría. - dije, repantigándome en el mueble de la cocina; mientras Andie servía café en una taza de color verde. - Y ¿Qué estás haciendo aquí tan temprano?

- Damon me llamó anoche, estaba hambriento. - dijo con toda naturalidad. La compulsión era verdaderamente una maravilla. - Así que vine. Y ahora me preparo para ir a trabajar, ya sabes, las noticias matutinas. - dijo con sonrisa y me ofreció la taza verde.

- Gracias. - le ofrecí una mueca/sonrisa.

- ¿Quieres algunos panqueques o prefieres una mordida? - dijo alegremente.

- ¡No! - exclamé, demasiado sorprendida. - Estoy bien con un par de panqueques.

- Ok. - y se dispuso a prepararlas.

- Andie...

- ¿Si?

- ¿No vas actuando así con todo el mundo, cierto? - le pregunté, sorprendida.

Entonces la voz de Damon, que entraba en aquel momento a la cocina deteniéndose a mi lado, dijo:

- Por supuesto que no. Sé cómo hago las cosas. - dijo con arrogancia.

- Bien por ti. - le contesté un tanto confundida.

- Buenos días. - entonces puso una mano en mi cintura, me estrechó contra su pecho y depositó un beso en mi mejilla. Con demasiada lentitud.

- Buenos días a ti también, pero... quítate de encima. - entonces le di un pequeño empujón.

- Solo son los buenos días, Alexa. Baja la guardia. - dijo en un tono relajado. Entonces se posiciono detrás de Andie, que preparaba mis panqueques y la agarró de la cintura, obligándola a volverse hacia él.

- Buenas días, osito de peluche. - le dijo Andie y Damon estampó sus labios en los de ella.

- Buenas días, amor. - le contestó él; y le dio otro beso, esta vez, más corto.

Entonces Andie puso los panqueques en un plato y me los dio.

- ¿Quieres un poco de miel? - dijo volviendo al lado de Damon.

- ¡No! - exclamé. - Hay suficiente aquí. - dije con sarcasmo y tomé el plato y la taza de café. - Gracias, por cierto. - y me fui a la sala.

- De nada. - dijo Andie, mientras me alejaba.

Me senté en el sofá y me dispuse a comer; me tomé mi tiempo pues no iba a hacer absolutamente nada. Cuando terminé y volví para colocar el plato en la cocina, ya Andie se estaba preparando para irse y Damon andaba como un perrito faldero detrás de ella, besándola y abrazándola. Coloqué las cosas en el lavavajillas y salí de nuevo y entonces me encontré con Stefan, que tenía aspecto de acabar de levantarse.

Alexandra PetrovaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora