11. Atracción

6.6K 491 40
                                    

La cegadora luz solar, fue lo que me despertó a la mañana siguiente. Alguien había corrido las cortinas... eso lo explicaba todo.

- Buenos días. - dijo la voz de Damon desde los pies de la cama.

Me incorporé, lo miré con cara de pocos amigos y luego dije:

- Buenos días, ¿Qué hora es?

- Las siete de la mañana. - contestó sonriendo.

- ¿Por qué me despiertas tan temprano? - dije bostezando.

- Creí que ciento cuarenta y siete años te habían sido suficientes. - se burló.

- Muy gracioso. Enserio ¿Qué quieres?

- Sólo traerte esto. - dijo.

Y se agachó y luego levantó una bandeja llena de fresas tan rojas, como la sangre.

- Creo recordar que amas las fresas... ¿Cierto? - dijo, guiñando un ojo.

- ¡Las amo! - exclamé. - Dame eso.

Damon me pasó la bandeja de fresas y me recosté a comerlas.

- ¿Quieres? - pregunté.

- No, son tuyas. - contestó.

-Vamos, ayúdame. Por favor...

- Ya que insistes... - sonrió.

Se acercó y se recostó a mi lado, tomó una fresa y la mordió, lentamente.

- ¡Deliciosas! - exclamó, tomando otra.

- ¿Por qué estás haciendo esto? - solté de repente.

Damon frunció el ceño y se me quedó viendo por un momento, luego dijo:

- ¿Haciendo qué?

- Siendo tan bueno conmigo, protegiéndome. ¿Por qué?

- Eres la invitada, tengo que atenderte bien. - dijo sonriendo con ironía.

- Sí, claro.

Decide dejarlo pasar, y nos quedamos acostados en la cama devorando la bandeja de fresas. La situación era incomoda y lo único que se podía escuchar era el sonido de nosotros diluyendo las fresas.

- Ok, esto es incómodo. - dijo Damon sentándose en la cama.

- Si, lo es. - también me senté.

- ¿Y sabes por qué? - preguntó en un tono que reflejaba suspenso.

- No, ¿Por qué? - susurré, burlándome.

- La atracción. - soltó.

Atracción. En ese momento un tobo de agua helada, hubiese sido mejor que eso. De pronto sentí un vacio en el estómago.

- ¿Atracción? - dije con sarcasmo y riéndome.

- Si. No lo niegues, lo veo... en tus ojos - dijo mientras se acercaba a mi -, en tu cuerpo, tus labios... eres como un libro abierto. - finalizó bastante cerca de mí.

- ¡No me digas! - exclamé. - ¿Y qué piensas sobre eso? - dije con sarcasmo.

- Pienso que eres sensual. Puedo decir que eres incluso más sensual que Katherine, porque no eres una total perra. Eres rebelde, pero eres... buena, a tu manera, claro está. - dijo con total seriedad.

Me había dado la impresión de que Damon solo estaba jugando, pero ahora veía que lo decía enserio.

- Igual que tu. - dije.

Damon me miró a los ojos y una sonrisa torcida se asomó en sus labios.

- ¿Entonces tu también crees que soy sensual? Incluso más que... Stefan ¿podría ser? - sonrió.

- ¿Qué? No, no, no. No me refería a eso. - intenté explicarme, pero no me dejó terminar.

- Oh, sí que lo hacías. - comenzó a burlarse.

- ¡No! Me refería a que tú también eres bueno... a tu manera. Solo eso, nada más. - explique.

- Demuéstramelo. - dijo.

- ¿Qué cosa? - bufé.

- Que no te importo. Que serias capaz de clavarme una estaca en el estómago ahora mismo, sin el menor remordimiento. Bésame. - me probó.

- ¿Y qué te parece, si mejor busco la estaca y atravieso tu estómago? - dije algo enojada.

- Solo bésame, y así sabré que no te importo y no molestare más. - sonrió.

- ¿No será que solo quieres que te bese? - pregunté, ladeando un poco la cabeza.

Damon bufó.

- Por supuesto que no. Si quiera besarte lo hiciera y ya.

- Entonces no te besaré, porque no quieres besarme. Ya que si hubieras querido que nos besáramos ya lo hubieras hecho, pero como no lo has hecho quiero decir que no. Así que no haré algo que tu no quieras. - dije lo más rápido que pude, para confundirlo.

- ¿Qué? - dijo con el entrecejo fruncido.

- A eso me refiero. - dije y me puse de pie.

Damon se quedó en la cama aún analizando lo que había dicho, mientras que me dirigía al armario y tomaba unos jeans, una camiseta verde y unos tennis.

- ¿Aún no lo has entendido? - dije colocando la ropa en la cama, a su lado y viéndolo.

- Por supuesto. Solo estoy pensando hacer algo. - explicó.

- ¿Hacer qué? - pregunté con curiosidad.

- Esto.

Apenas terminó de hablar me haló del brazo, me lanzó a la cama y se colocó sobre mí. Su rostro se encontraba a escasos centímetros del mío, tanto así que en ese momento me encontraba respirando su aliento. Podía sentir todo su cuerpo sobre el mío, que me impedía movilizarme.

- Cuando tengas tiempo - dije, con toda la calma del mundo. - te apartas y me dejas vestirme.

Entonces no hubo respuesta. Me miró por una milésima de segundo directo a los ojos y un segundo más tarde sus labios se encontraban estampados en los míos, que se movían acompasados con los de él. Mientras me besaba, sus manos se deslizaban por el borde de mi cuerpo. Luego me haló del vestidito y me levantó de la cama mientras seguía besándome y al mismo tiempo se quitaba la chaqueta y la camisa. Un minuto más tarde me encontraba rodeando su desnudo torso con mis brazos y besándolo con una pasión abrasadora. Comenzaba a quitarme el vestido cuando de repente...

- Lexa, ¿ya estas despierta? - dijo la voz de Stefan desde detrás de la puerta.

Alexandra PetrovaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora