49. El Verdadero Klaus

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Elena comenzó a chillar desesperada.

- Sangre. Necesitamos sangre. - dije en voz alta.

Alaric fue el primero en reaccionar.

- Ok, Jenna abajo hay algunas bolsas de sangre. ¡Ve a buscarlas, ya! ¡Ve!

Jenna salió corriendo, mientras Stefan no paraba de gemir, y Elena de chillar.

- ¡Oh Dios! ¡Haz algo! ¡Por favor! ¡Solo... haz algo! - Chilló Elena, y continuó chillando lo cual comenzaba a molestarme. - ¡Por favor, por favor! ¡Ayúdalo! ¡Por fa...

- ¡ELENA, CÁLLATE! - le grité, y sentí los colmillos afilarse un poco; Elena y Alaric también debieron notarlo, porque ambos retrocedieron un poco. - ¡Haz un poco de silencio! ¿Quieres?

Elena simplemente asintió, aunque noté un poco de rabia en sus ojos.

- Stefan... - le susurré al oído, mientras colocaba su cabeza sobre mis piernas para que descansara. - querido, escúchame. A la cuenta de tres, quiero que inhales profundamente y trates de no moverte, por favor, ¿ok? - Stefan asintió, comenzaba a palidecer. - Ok. Uno... dos... tres... - cuando Stefan inhaló, halé la estaca y mientras Stefan soltaba un alarido de dolor, se la quité. - Ya lo hice, está listo. Todo está bien. - Stefan gemía y se retorcía. - Respira, Stefan, respira. - lo sujeté y lo abracé. - Solo, respira profundo.

Stefan comenzó a respirar con calma y recuperó un poco de color, pero aún necesitaba la sangre.

- Lo siento tanto. - susurró. Le indiqué a Elena que se acercara, y ella enseguida lo hizo.

- Shh, está bien. - le dijo mientras le acariciaba los castaños cabellos.

- Lo siento.

- Hey, Hey... Haz lo que Alexa te dice, ¿bien? - le pidió Elena y él asintió.

En ese momento Jenna llegó con las bolsas, Elena prácticamente se las arrancó y me las lanzó. Con los dientes, abrí una y la coloqué en los labios de Stefan.

- Bebe, Stefan, bebe. - tomó el primer sorbo. - Si, sigue así. Vamos, termínala. - lo animé. Entonces con sus propias manos tomó la bolsa, y se la terminó en un segundo. - Dame otra, Elena. - enseguida colocó la otra bolsa en mi mano. - Aquí, toma. - Stefan la tomó y comenzó a beber, y enseguida comenzó a recobrar color.

Tras unos pocos segundos, Stefan fue capaz de incorporarse, y cuando lo logró, lo primero que dijo fue:

- Gracias, a ambos. - dijo dirigiéndose a Jenna y Alaric. Luego me miró y tomo mi manó. - Gracias, Alexa.

Simplemente le di un abrazo y deposité un pequeño beso en su frente.

- Estaremos abajo. - dijo Alaric, cuando Jenna y él se retiraban.

- Los dejaré un momento a solas... - dije, dándole una palmada a Elena en el hombro, que tenía los ojos llorosos. - ¿Van a estar bien?

- Si, seguro. No te preocupes. - contestó Stefan y Elena asintió.

- Bien. - entonces salí.

Cuando comenzaba a bajar las escaleras, me sentí intrusa, pues Jenna y Alaric se estaban besando, sonreí y continué bajando las escaleras.

Damon se encontraba sirviéndose un trago de whiskey, cuando entré en la librería. Caminé directo hacia él, mientras le daba un vaso, para que me sirviera un trago. De mala gana lo tomó y lo llenó, cuando me lo devolvió, me vio a los ojos y sostuve su mirada. Damon bufó.

- ¡Oh Dios! No vengas a darme un sermón. - se quejó.

- No, no lo haré. - Damon me miró con desconfianza. - Porque... tu sabes, sin necesidad de que te lo digan, que te equivocaste.

Alexandra PetrovaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora