60. Camino a Casa

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Al llegar a la cantera mi atención se dirigió en su totalidad, al hombre de cabellos negros y hermosos ojos azules, que husmeaban entre los árboles buscando su objetivo. Cuando Damon nos vio, respiró profundo. Yo le sonreí, fue una sonrisa débil, pero al fin y al cabo... una sonrisa. Lo siguiente que hizo fue avanzar con paso decidido hacia nosotros. Aceleramos un poco el paso. Era como si ver a Damon, fuera un recordatorio de que pronto estaríamos en casa, lo cual todos ansiábamos. Cuando estuvimos frente a frente, Damon me rodeó con sus brazos. Gemí, pues sentí una punzada en el abdomen.

- ¿Estás bien? - dijo separándose de mí, mientras sujetaba mi rostro y lo escudriñaba con escrupulosidad. - Luces terrible. - bromeó, entonces estampó sus labios en los míos, mientras Bonnie y Stefan seguían su camino hacia el auto. - ¿Cómo estás? - me preguntó, cuando se separó de mi.

- Mal. Nunca he estado peor. - contesté con sinceridad. - Pero te prometí que estaría contigo en un par de horas y... aquí estoy. - le dije, mientras lo rodeaba con los brazos. Damon me estrechó contra su pecho.

- Estaba tan preocupado... - me dijo y pude reconocer la aflicción en su rostro.

- Hey, estoy aquí. - le dije mientras sujetaba su rostro.

- Si. - admitió en un susurro y volvió a besarme.

Damon me sujetó por la cintura y comenzamos a caminar en dirección al auto, detrás de Stefan y Bonnie. Cuando pasamos frente al altar, sentí escalofríos al recordar como Elena había caído sin vida al suelo, mientras los ojos de Klaus brillaban, con un resplandor amarillo. Damon notó los temblores, por lo que me pegó mas a él, mientras me daba un beso en la coronilla y me obligaba a volver el rostro.

- Todo está bien. - susurró en mi oído, pero me dio la impresión de que su voz se quebraba, por lo que lo vi a los ojos, preocupada.

- ¿Estás bien? - fruncí el ceño, mientras buscaba en sus ojos algún brillo extraño, alguna señal, cualquier cosa.

Pero cuando clavé mis ojos en los suyos, Damon desvió la mirada y mientras miraba el suelo dijo:

- Sí, estoy bien.

- Estás mintiendo. - le dije, deteniendo la marcha, y halándole del brazo. - ¿Qué está pasando? - susurré para que Stefan no escuchara, aunque probablemente era un actitud estúpida.

- Nada, Alexa. - Damon sonrió, pero aún no me veía a los ojos; entonces me sujetó de la muñeca y me haló, para seguir avanzando.

Estaba preocupada. Cuando Damon no me miraba, era simplemente porque estaba mintiendo, y sabía perfectamente que él no era capaz de mentirme mirándome a los ojos. Lo sujeté de la cintura y lo detuve, luego sujeté su barbilla y lo obligué a verme a los ojos. Damon parpadeó.

- Damon, en serio... ¿Qué es lo que no me estás diciendo? - le pregunté, insistente.

Damon abrió la boca para decir algo pero casi al mismo instante la cerró, repitiendo la acción varias veces. Entonces suspiró.

- Nada, ¿ok? Simplemente estaba preocupado, y todo esto me afecta tanto como a ti. - entonces sujetó mi rostro y pegando su frente a la mía dijo - : Confía en mí, ¿bien? Estoy bien. Estamos bien.

Le di un pequeñísimo beso en los labios, un beso de niños. A pesar de que Damon había hablado con sinceridad, no podía dejar de pensar que había algo más, algo que no me había dicho, algo que estaba ocultando; pero ¿Qué era?

Sujetados de la mano caminamos hasta el auto. Cuando llegamos, Stefan y Bonnie esperaban apoyados en el auto. Cuando Damon hubo sacado las llaves de su bolsillo, Stefan extendió la mano en dirección a Damon.

- Dámelas. Yo conduciré. Los dejaré a ustedes en casa, luego llevaré a Bonnie y volveré.

- ¿Estás seguro? - le preguntó Damon dubitativamente con las llaves aún en su mano. - Yo podría hacerlo.

- Sí, estoy seguro. Lo necesito. - le dijo Stefan mientras asentía.

- Ok. - entonces Damon le arrojó las llaves.

Stefan abrió la puerta y entró al auto, y cuando Bonnie se disponía a abrir la puerta trasera, Damon la detuvo diciendo:

- No, no, brujita. Nosotros iremos atrás. - dijo Damon, sujetando a Bonnie del hombro para impedir que entrara.

- Como quieras. - le contestó Bonnie que no pudo evitar sonreír al verme a los ojos.

Bonnie dio la vuelta, y se montó en el asiento del copiloto; mientras Damon tomaba mi mano y me invitaba a entrar al auto, cuando entré, él me siguió y cuando estuvimos todos dentro del carro y Damon hubo cerrado la puerta; Stefan arrancó.

Bonnie apoyó la cabeza en el respaldo del asiento, mientras que Damon me haló de la cintura y me pegó a su cuerpo. Damon pasó un brazo por detrás de mis hombros, a lo que yo apoyé mi cabeza en su pecho. Luego me rodeó con ambos brazos mientras yo hacía lo mismo. Mi respiración y la de Damon se complementaban una a la otra. La paz que reinaba en el ambiente era increíble, era como haber pasado por una gran tormenta... y haber sobrevivido.

Suspiré mientras me acurrucaba más con Damon, y en ese momento pensé en Katherine. ¿Cómo estaba? No tenía ni la menor idea, pero si aún seguía con vida, pensé con un estremecimiento, estaba encerrada en el apartamento de Alaric, pues Klaus seguía con vida y por lo tanto la compulsión seguía existiendo...

Tras haberme mentalizado a mí misma, pensando en que Katherine estaba bien y que pronto iría a verla; me incorporé, apoyándome en el antebrazo de Damon y cuando lo hice, él lo retiro con brusquedad y crispó el rostro. Lo miré extrañada a lo que él me sonrió... era una sonrisa que conocía muy bien. Era esa sonrisa que Damon ofrecía cuando intentaba ocultar algo. Iba a abrir la boca para preguntarle qué demonios le sucedía, pero él colocó un dedo en mis labios y abrió los ojos como platos. Volví a fruncir el ceño. Entonces tomé su brazo, pero Damon lo haló y con su otra mano me sujetó. Me sacudí, y volví a sujetarle el brazo a lo que él intento apartarme, pero le di una palmada en la mano, y él la aparto, mientras la blandía en el aire. Por un segundo sonreí, pues la escena me había recordado a una madre, pegándole a su hijo, para que no tocara algo; pero luego volví a enseriarme. Sujeté su brazo con firmeza y levanté la manga de su chaqueta, y lo que vi... me heló la sangre.

Alexandra PetrovaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora