67. Jugando con la Moral

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Aparqué el auto frente al edificio donde se encontraba la morada de Ric, y subí. Me detuve frente a la puerta, y con atención escuché. El único sonido proveniente de detrás de la puerta, era el tic toc de un reloj, pero además de eso, todo estaba silencioso... demasiado silencioso. Algo andaba mal. Con cuidado e intentando no hacer ningún ruido, tomé el pomo y lo giré, otra vez, con cuidado entré y cerré la puerta a mis espaldas. La visión que obtenía del apartamento no mostraba a absolutamente nadie, me preguntaba que estaba haciendo Katherine. Entonces sigilosamente comencé a avanzar, pero entonces una voz a mis espaldas me hizo sobresaltarme.

- Hola, Alexandra.

Me volví bruscamente y me encontré frente a frente con Elijah. Nuestros rostros estaban a escasos centímetros de distancia, mientras el escudriñaba primero mis ojos y luego mis labios, incómoda y un poco temblorosa, retrocedí.

- ¿Qué estás haciendo aquí? - le pregunté a la defensiva.

- Recibí tu mensaje. No fue muy difícil descifrar que vendrías a ver a tu hermana, así que decidí adelantarme y pasar por aquí. - contestó con tranquilidad.

- No pasabas por aquí, estabas esperándome. - lo corregí.

- Bueno, estaba desocupado. - bufé, mientras entornaba los ojos con incredulidad. - ¿Qué? - preguntó.

- ¿Qué? ¿En serio, que? - comenzaba a molestarme. Tenía ganas de tomar el primer objeto filoso que encontrara y atravesar con el su pecho, pero debía controlarme, tenía que controlarme. - Intentaste matarme... - le dije, sonando un poco como Damon.

- No, intente detenerte. - dijo, mientras daba un paso hacia mí. Retrocedí. - Si hubiera habido otra manera, no dudes que me habría ahorrado todo el problema con la estaca. - lo miré incrédula. - Sabes muy bien que no te hubieras detenido de ninguna otra forma. - entonces nuestras miradas se cruzaron por un segundo. - Te ofrezco mis disculpas.

Sonreí aun incrédula.

- Esta es la segunda vez que intentas hacerme daño, Elijah; y nos traicionaste, me traicionaste. Necesitaras mucho más que una disculpa. - le dije, mientras lo miraba con rudeza.

- Solo puedo ofrecerte mis más sinceras disculpas, Alexandra. - repitió. - Nunca ha sido mi intención herirte, no es nada personal. En realidad, me agradas. - añadió con una especie de sonrisa que no conseguí entender.

- Sí, bueno, no me interesa agradarte. - le sostuve la mirada, estaba siendo frívola. - En realidad, venía a ver a mi hermana, pero ya que estas aquí, hablemos. - añadí, cuando la intensidad de su miraba me impidió sostenérsela.

- Tú dirás. - dijo mientras caminaba hacia el sofá y se sentaba. - Por favor, toma asiento.

- Necesito que hagas algo por mí. Lo tomaré como tu disculpa, si lo haces. - fui directa al grano.

Elijah me miró, mientras tomaba asiento a su lado, pareció sopesarlo unos segundos y luego dijo:

- Dime, por favor, ¿Qué puedo hacer por ti?

- ¿Puedes deshacer la compulsión de Klaus sobre Katherine? - le dije, sin andarme con rodeos. - Eso es lo único que quiero, solo quiero que mi hermana sea libre; y si es que puedes ayudarme, por favor, hazlo; si algún día necesitas algo podrás cobrar el favor, pero, por favor, ayúdame a liberarla. - aunque no había sido mi idea suplicar por la liberación de Katherine, ahora lo hacía... y no me importaba.

Elijah volvió a sopesarlo, esta vez por más tiempo. Al cabo de unos cuantos minutos dijo:

- Si, si puedo deshacer la compulsión. Sería tan sencillo como obligarla a desobedecer las pautas de Klaus.

- ¿Lo harás? - le pregunté un tanto esperanzada, tras dar un suspiro.

- Sí. - sonreí y suspire de nuevo. - Y no necesito cobrarme ningún favor, no me deberás nada. - dijo con una media sonrisa, al ver como yo sonreía.

- Gracias, muchas gracias. - pero entonces cuando busqué a Katherine con la mirada no la encontré y recordé que aun no la había visto. - ¿Dónde está ella? - le pregunté.

Elijah abrió la boca para contestar, pero justo en ese momento Katherine salió de la habitación de Alaric, mientras se calzaba uno de los tacones.

- Estoy justo aquí. - me dijo con una sonrisa.

Me levanté, me abalancé sobre ella y la abracé. Me sentí tan feliz que tuve que luchar para que lágrimas de felicidad no comenzaran a brotar de mis ojos. Hacía unos cuantos días que necesitaba ese abrazo; lo ansiaba. Estuvimos así durante unos pocos segundos, luego nos separamos.

- ¿Es cierto? - preguntó Katherine a Elijah, mientras se acercaba al sofá.

- ¿Qué? - dijo Elijah.

- ¿En serio vas a liberarme? - instó Katherine.

- Se lo debo a tu hermana. - contestó Elijah, mientras se encogía de hombros.

Katherine me miró, incrédula, y yo simplemente le sonreí. Justo entonces, Elijah se puso en pie y camino hasta encontrarse cara a cara con Katherine. Katherine retrocedió un poco y Elijah volvió a acercarse.

- Katherine, está bien; puedes confiar en él. - le dije, observando desde mi posición.

Katherine me miró de reojo. Entonces Elijah sujetó su rostro, la miró a los ojos y utilizando la compulsión dijo:

- Eres libre.

Katherine se mantuvo intacta, no pestañeo ni se movió.

- ¿Funcionó? - le pregunté a Elijah, cuando se separó de Katherine.

- Ella que pruebe. - dijo Elijah mientras señalaba hacia la puerta.

Katherine me dio una mirada veloz y se volvió hacia la puerta. Poco a poco, paso a paso, se fue acercando; la incertidumbre me estaba matando; entonces se encontró frente a la puerta y se detuvo ahí durante un par de segundos, luego se volvió con un resoplido.

- Aún tengo verbena en mi sistema. - entonces a zancadas volvió a donde hacía un minuto se encontraba. - Pensé que ya estaba libre... pero parece que no. - Katherine miró con cierto temor a Elijah y supe lo que estaba pensando.

- No te preocupes. - Ambos me miraron. - Lo intentaremos mañana, ¿Cierto, Elijah? - lo miré en busca de confirmación.

- Seguro. - asintió y luego soltó una risotada. Lo miré con el ceño fruncido. - Ambas están temerosas de que no te libere. - entonces volvió a su semblante serio y relajado y me miró. - Te di mi palabra, Alexandra.

- No, no lo hiciste; es por eso que temo. No lo dijiste textualmente. - le recordé, mientras lo miraba con una ceja alzada.

- Entonces... - hizo una pausa. - Te doy mi palabra. - entonces percibí como su pecho se inflaba con orgullo.

- Bien. - asentí.

Entonces se hizo el silencio, nadie dijo nada durante severos minutos, comenzaba a tornarse incómodo, cuando Elijah dijo:

- Bien. Entonces volveré mañana, y volveremos a intentar. Ahora, tengo otras cosas que hacer, si me disculpan. - y así desapareció cerrando la puerta a sus espaldas, mientras yo suspiraba y Kat lo miraba, temerosa de no verlo volver...

Alexandra PetrovaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora