68. Hermandad

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Katherine y yo nos miramos a la cara.

- ¿Puedo ofrecerte algo? - me preguntó con una sonrisa, tras dar un suspiro.

- ¿Tienes algo aquí? - le pregunté un tanto extrañada mientras nos dirigíamos a la cocina.

- Si, Klaus trajo algunas cosas. ¿Bourbon o Whiskey? - preguntó mientras buscaba entre uno de los muebles de la cocina.

- Lo que prefieras. - le dije mientras me sentaba con una sonrisa, recordando el día en que Alaric me había ofrecido su casa y habíamos pasado la noche hablando y bebiendo... un día antes de que Katherine terminara atrapada aquí.

- Por cierto... - dijo Katherine mientras sacaba una botella de bourbon y tomaba un par de vasos de cristal. - ¿Qué paso? ¿Dónde está él? Algo me dice que no está muerto. - hizo una mueca.

- No, no está muerto. Elijah nos traiciono. Él está vivo y es un completo híbrido. - un temblor recorrió mi espalda cuando las imágenes de Klaus transformándose acudieron a mi mente. Katherine crispó el rostro. - ¿Qué?

- Necesito salir de aquí. Necesito huir, de Klaus, de Mystic Falls. - Katherine hizo una pausa mientras me pasaba uno de los vasos. - Tienes que venir conmigo.

- ¿Qué? - pregunté frunciendo el ceño, mientras le daba un sorbo a mi bebida. - No puedo irme, Damon... me necesita. Él ha sido...

- Tyler Lockwood lo mordió, ya lo sé. - me interrumpió, mientras me miraba con los ojos abiertos como platos. - Damon va a estar muerto en un par de días, no hay nada que puedas hacer por él.

Sentí un dolor en el pecho. Las palabras se Katherine habían despertado aquel sentido de derrota que había conseguido apagar.

- No voy a dejarlo. - dije, con firmeza. - Encontraremos una cura, algo, cualquier cosa; no voy a dejar a Damon morir.

- No hay cura. - dijo, tajante. - Tienes que irte conmigo, Klaus va a volver y cuando lo haga, lo único que habrá será destrucción, desgracia, muerte; y nadie va a ser capaz de detenerlo. - Katherine hizo una pausa, mientras yo la miraba un poco molesta por su indiferencia. - Tendrás que huir.

- ¡No voy a dejar ni a Damon ni a Stefan! - exclamé, exasperada. - Huiré ¿y luego qué? ¿Seguiré huyendo por toda la eternidad? Porque ni Klaus ni yo vamos a morir. No voy a huir, voy a enfrentarlo.

- Bien. - dijo Katherine y noté que se había enfadado. - Pero no cuentes conmigo, porque apenas Elijah me libere, me iré al demonio lejos de aquí y no pretendo volver.

- Eso está bien, al menos tú estarás a salvo. - sonreí.

- ¿De verdad te importa tanto Damon? - preguntó, tras unos segundos en silencio, con el ceño fruncido.

- Sí. - asentí, mirándola a los ojos.

Katherine bufó y luego soltó una sonrisa.

- Bien, si eso es lo que te hace feliz... - dijo enderezándose, pues había estado reposando sobre el mesón.

- Gracias por entenderlo.

- Pero... - maldita sea... siempre había un pero. - cuando me vaya, no volverás a saber de mi.

- ¿Qué? ¿Por qué? - le pregunté, alterándome.

- Voy a esconderme de Klaus, no podré comunicarme contigo o él lo descubriría. - Katherine frunció el ceño con frustración. - ¿Estás segura de que no quieres venir conmigo?

- Katherine, no puedo. - le dije por enésima vez. Katherine resopló.

- Bien. - terminó por resignarse. - Podremos vernos, si acaso, una vez al mes y tendrá que ser fuera de Mystic Falls; y sólo podré llamarte una vez por semana. - Katherine me miró a la expectativa.

Alexandra PetrovaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora