66. Un Nuevo Plan

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A la mañana siguiente los radiantes rayos del sol que penetraban por la ventana de la librería, fueron los que me despertaron. En un primer momento no pude evitar preguntarme que hacía en el suelo de la librería desnuda; pero al segundo siguiente cuando el brazo de Damon rodeó mi cintura, todo cobró sentido y no pude evitar ruborizarme al recordar la noche anterior.

- Buenos días. - susurró Damon en mi oído con voz adormilada.

- Hola. - le contesté mientras me volvía y quedaba frente a frente con él. Entonces Damon me besó. - ¿Cómo estuvo tu noche? - le pregunté una vez unos hubimos separado, sonriendo.

- Magnífica. - sonrió. - ¿Y la tuya? - entonces hizo una pausa. - ¿Cómo estuvo?

- ¿Qué? - le pregunté con seriedad.

- El sexo. - contestó, como si no fuera obvio a que se refería.

- ¡Ah, cierto! - exclamé. - Fue... regular... - intenté mantener la seriedad, pero cuando Damon se levantó y me miró con los ojos abiertos como platos, no pude evitar desternillarme de la risa. Entonces Damon se relajó y volvió a recostarse.

- No te preocupes, he tenido mejores... - se mofó.

- ¿De verdad? - le pregunté irónicamente.

- Oh, si... - asintió.

- Ok, entonces supongo que no me necesitas más así que... - entonces me levanté, esperando a que Damon me retuviera pero no lo hizo. Me detuve a pocos centímetros de distancia y me volví. - ¿De verdad vas a dejar que me vaya? - le pregunté un tanto ofendida.

- No. - dijo con una sonrisa. - Simplemente quería verte desnuda... otra vez. - entonces a velocidad vampírica se colocó a mi lado y me cubrió con la manta. Damon comenzó a arrastrarme escaleras arriba.

- ¿Qué estás haciendo? - le pregunté un tanto divertida por la estúpida manera en que subíamos los escalones, envueltos en la misma manta.

- Iremos a mi cuarto. - dijo y comenzó a besarme.

- ¿Para qué? - le pregunté con mis labios a milímetros de los suyos.

- ¿Estas bromeando? - lo miré confundida. - Aún tengo una fantasía que cumplir. No lo he olvidado. - entonces me sujetó con fiereza y me besó, mientras empujaba la puerta de su habitación y entrabamos. Mientras Damon besaba mi cuello cerré la puerta de una patada, a pesar de que no había nadie en casa.

Sin dejar de besarme Damon nos había descobijado, nos había envuelto entre las sábanas de su cama. Se notaba que tenía experiencia... No pude evitar sonreír con ese pensamiento. Damon, que se encontraba sobre mí, se detuvo y me miró con una sonrisa curiosa.

- ¿Qué es tan gracioso? - preguntó.

- Nada. Simplemente estoy pensando en cuan bueno eres haciendo cosas mientras besas, se nota que tienes bastante experiencia. - le dije, mientras jugaba con sus cabellos entre mis dedos.

- Nah, solo un poco. - exclamó, sonriente; y volvió a besarme.

La intensidad y la pasión de los besos y las caricias, fueron aumentando poco a poco minuto a minutos, hasta que repetimos la escena de la noche anterior...

Terminamos tirados, uno a cada lado de la cama, sudados, jadeando en fin, exhaustos; pero con una sonrisa placentera en el rostro.

- Fue mejor de lo que imaginé. - dijo Damon entre jadeos.

- ¡Cállate! - exclamé sonrojada, mientras envuelta en la sabana, me levantaba de la cama.

- ¿A dónde vas? - me preguntó haciendo puchero.

Alexandra PetrovaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora