58. La Huída

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- ¡NO! - gritamos Bonnie, Stefan y yo al unísono.

Stefan y Bonnie se quedaron ahí, inmóviles, en shock. Yo, al contrario, salí corriendo con todas mis fuerzas tras ellos.

Traspasé las llamas y seguí corriendo, mientras agitaba el brazo para apagar las llamas que se habían adherido a mi chaqueta, no necesité esforzarme demasiado. Alcanzaba a ver la borrosa silueta de Elijah, mientras a cada segundo aumentaba la intensidad de mi carrera. Seguí corriendo por unos cuantos metros y cuando lo noté, corría entre árboles... había entrado a un bosque. Cada vez estaba más cerca de Elijah, de hecho podía distinguirlo a la perfección. Pero, cuando una rama me cortó el pómulo y cerré los ojos por una fracción de segundo... ya no estaba.

No estaba en mi campo visual, pero aún estaba en el bosque... podía olerlo. Y... se acercaba. Me coloqué en alerta y lista para atacar a la primera persona que apareciera, fuera Elijah o Klaus. Pero antes de que pudiera ver cualquier cosa, la voz de Elijah dijo desde la oscuridad:

- No hay necesidad de esto, Alexandra. No quiero lastimarte. - sonó tan pacifico como siempre.

- ¡Dijiste que no nos fallarías! - le grité, hecha una furia. - ¡¿Por qué estás haciendo esto?!

- Lo único que quiero es tener a mi familia de vuelta. - explicó.

- Bueno, ¡No la tendrás! ¡Está mintiendo! - volví a gritar.

- ¿Cómo lo sabes? - entonces salió del medio de la oscuridad, y en segundos se encontraba a pocos centímetros de mí. Klaus no estaba con él.

- Klaus es un maldito mentiroso, Elijah. ¡Y lo sabes! - le dije un poco más calmada, puesto que ahora no le hablaba a la nada. - ¿Dónde está? ¡Si no puedes matarlo, yo lo haré! Pero... ¡Por favor, Elijah!

- No hay necesidad de que tú también termines herida... - instó.

- Elijah, por favor... - le pedí, mientras lo miraba a los ojos con suplica. - No hagas esto. Klaus neutralizó a toda su familia... ¿De verdad crees que te los va a devolver?

- Él me dio su palabra. - se defendió.

- ¿Cómo tú nos la diste? Déjame decirte, estás faltando a tu palabra. - le dije, de manera ponzoñosa.

- Nunca les di mi palabra. - continuó.

Sí, bueno... - le dije, mientras resoplaba. - Ese es el maldito problema con ustedes, los Originales. - Elijah me miró y ladeó la cabeza. - Van de aquí para allá, alardeando de ser hombres de palabra... pero es todo una farsa, una mentira, nunca es real. - finalicé, arrastrando las palabras.

- Realmente, somos hombres de palabra, Alexandra.

- ¿En serio? Me cuesta un poco creerlo. - le dije arisca, mientras lo miraba con los ojos entrecerrados. - ¡Klaus no tiene palabra, y lo sabes! - volví a gritar, hecha una furia. - ¡No lo entiendo, Elijah! ¡No tiene ningún sentido! Sabes perfectamente quién es Klaus, así que, por favor, por favor, explícame ¿Por qué estás haciendo esto?

- Ya te lo he dicho. Solo quiero a mi familia de vuelta. - repitió.

- ¡Deja de decir lo mismo, una y otra vez! ¡No vas tener a tu familia, porque Klaus es un MALDITO MENTIROSO! - le grité, y entonces me acerqué e intente abofetearlo, pero con suavidad Elijah sujetó mi muñeca, y detuvo mi mano a unos pocos centímetros de su rostro.

Por unos segundos se quedó en silencio, mirándome detenidamente. Entonces me soltó y antes de que pudiera reaccionar me sujetó del cuello y me miró a los ojos.

- Vete a casa. - susurró, usando la compulsión.

Estaba cargada de verbena, por lo cual comencé a sacudirme, para que me soltara.

- ¡No me iré a ningún lugar, hasta que Klaus este MUERTO! - le grité, a pocos centímetros de su rostro.

- Lo siento... - me dijo y lo próximo que sentí fue un trozo de madera, puntiagudo... a través de mi estómago.

- No. - gemí, mientras las lágrimas afloraban en mis ojos.

- De verdad lo siento, Alexandra... pero es la única manera. - entonces sacó la estaca, y la volvió a clavar... un poco más arriba.

Solté un grito desgarrador, y entonces las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas. Perdí el control, pero antes de que cayera al suelo, Elijah me sujetó y me recostó con delicadeza a la raíz de un árbol. Elijah limpió las lágrimas de mis ojos, dio media vuelta y se fue, dejándome ahí, tirada.

Estaba toda cubierta de sangre, lágrimas y tierra. Hacía frío, y estaba empezando a temblar. Me sentía mareada, débil, y mi vista comenzaba a nublarse, estaba agotada y dolía... no... ardía, quemaba... el dolor era insufrible.

Pensé en gritar, pero no podía; cuando lo intenté, lo único que conseguí fue empeorar el dolor. Y aunque consiguiera gritar... nadie me escucharía...

Había perseguido a Elijah por tantos kilómetros, que Stefan no sería capaz de escucharme.

Habíamos fallado y todo había sido en vano. Todas las peleas, las discusiones, problemas... todo... simplemente había sido inútil, inservible. El dolor era cada vez más grande y el frío y la brisa lo empeoraban.

Estaba sola, en la oscuridad, era simplemente como...

La muerte. - dijo la voz en mi cabeza.

No quería pensar, no quería mirar, solo quería ir a un lugar tranquilo y... descansar...

Entonces cerré los ojos... e imagine a Katherine abrazándome y diciéndome que todo iba a estar bien...

Y luego... todo se volvió negro.

Alexandra PetrovaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora