12| Un pequeño favor

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Era lunes por la mañana y Ángel sentía que le daría un colpaso nervioso. Estaba preocupado y no sabía que hacer. ¿pero por qué? Bueno, sucede que no tenía quien cuidara a Parker aquel día y ya que el niño aun no podía asistir a la escuela a causa de su castigo, solo complicaba más las cosas.

En días anteriores, había sido Mae quien se encargaba de mantenerlo en la oficina mientras Ángel desempeñaba su labor como mesero, pero Mae había llamado muy temprano esa mañana para decirle que no iría a trabajar porque se sentía demasido mal y no eran exgeraciones. La voz de la chica sonaba muy ronca a causa de la gripe. Por supuesto que eso preocupaba mucho a Ángel, porque era su amiga y la quería tanto como querría a una hermana si la tuviera. Le sabía mal no poder ir hasta el apartamento de su amiga y asegurarse de que estaba bien, pero no podía dejar a Parker solo.

Y por si  eso no era suficiente, los lunes se hacía reposición de inventario en el restaurante y los proveedores llegaban para surtirlos de ingredientes. Mae era quien se encargaba de supervisar todo eso y al no estar ella, era Ángel quien debía hacerse a cargo.

Eran las cinco de la mañana y debía entrar a trabajar a las ocho, así que tenía menos de tres horas para saber que hacer con Parker, no podía tomarse el día, no tenía a nadie que cuidara del pequeño, no sabía que hacer...

—¿Por qué caminas de un lado a otro?— La voz soñolienta de Parker hizo que por fin se detuviera. El niño estaba parado a mitad de la sala con los ojos entrecerrados y una de sus osos de peluche en la mano. Se veía tan tierno que Ángel por un momento se olvidó de sus preocupaciones. —¿Ya debemos ir al restaurante?

—No aún no, pero hoy no puedo llevarte conmigo y...

—¡No me dejes con Trisha! — suplicó aferrándose a su oso de peluche y ese tipo de reacciones hacian que Ángel recordara que su hijo solo tenía cinco años, que no hace mucho aun lo llamaba bebé.

—No te dejaré con ella— le aseguro sentándose en el sofá y palmeando su rodilla para que Parker se sentara sobre ella. —Pero Mae esta enferma y no puede cuidar de ti.

—Puedes dejarme solito, soy un niño grande y se cuidarme.

—No dudo que puedas hacerlo— le besó la frente. —Pero la verdad es que no puedo ni siquiera pensar en dejarte solo, no podría estar tranquilo.

El niño infló los mofletes, pero no dijo nada más. Parker odiaba que lo vieran como alguien pequeño y Ángel lo sabía muy bien. Pero su niño solo tenía cinco años y por muy maduro y responsable que fuera, no lo dejaría solo, ni de chiste.

Okey, necesitaba una solución, una muy buena solución que lo hiciera sentir tranquilo y que mantuviera a Parker seguro. Deslizó la mano por el cabello del niño observando esos ojos grises que tanto adoraba mientras pensaba. Y de pronto aquellas palabras resonaron en su mente como un eco:

"si alguna vez necesistas mi ayuda, en cualquier cosa...por mínima que sea, llámame. Parker tiene mi número"

«¡No!» se gritó mentalmente. Vamos que Ángel todavía no podía creerse que el sábado había llorado sobre el pecho de Mo y por supuesto que no quería pedirle ayuda, no es porque se tratara de Morgan, es que para Ángel pedir ayuda nunca fue fácil. Detestaba quedar en deuda con los demás... detestaba parecer débil.

Pero Morgan había ofrecido su ayuda ¿cierto? y además dijo que estaría ahí para lo que fuera. También estaba el hecho de que Parker confiaba en el odioso inglés y eso volvía todo más fácil... Pero no, no ,no y no. De ninguna jodida manera llamaría a Morgan Smith, antes muerto que...

—Oye ¿aun tienes el número de Morgan?— escuchó salir esas palabras de su boca y se sintió traicionado. Maldita fuera su boca por abrirse sin su permiso.

El efecto Ángel (Suerte #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora