14| Una platica incomoda y un regalo inoportuno

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Cap(2/4)
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Una semana pasó volando y para cuando Ángel se dio cuenta ya estaba en martes. Por lo menos aquel día libraba en el restaurante y eso le dio tiempo de poner en orden la casa, hacer algunos pagos, además de que tuvó toda la tarde libre para pasar tiempo con Parker.

Lo había recogido en la escuela y lo llevó a comer fuera. Se lo debía ya que con ambos trabajos le quedaba muy poco tiempo para convivir con el pequeño, así que trataba de compensarlo tanto como le fuera posibile. Luego de comer se dirigieron a uno de los muchos parques de la ciudad para que Parker se distrajera en los juegos infantiles, pero Ángel también tenía otro motivo para haberlo llevado ahí.

Después de que Morgan le contara sobre el miedo que Parker le tenía los perros, Ángel empezó a pensar en maneras para solucionar eso y decidió que la mejor forma de empezar era hacer que se acostumbrara a la presencia de los perros. Y en los los parques abundaban. Para no ir demasiado lejos, el pequeño rubio se había atrevido a tocar a un par de pomeranians. No eran la gran cosa, pero por algo se empezaba.

Así que habían tenido una tarde divertida, compartieron tiempo de calidad y su pequeño estaba feliz. Eso era todo lo que Ángel necesitaba, saber que a pesar de todo, su niño era feliz.

En ese momento acababan de volver a casa. Parker estaba sentado en el sofá. Tenía la nariz ligeramente arrugada, un gesto que utilizaba cuando estaba concentrado en algo importante. Ángel se sentó a su lado, esperando a que el niño le contara que era lo que rondaba su mente.

—¿Papí?— dijo el niño en tono serio.

—Dime.

—¿Tú sabías que dos hombres pueden casarse?

Okey, eso no era lo que había esperado escuchar. Arqueó las cejas con sorpresa y observó a su pequeño quien esperaba pasientemente por la respuesta, con la espalda recta, los ojos bien abiertos y las manos entrelazadas sobre su regazo. Cualquiera pensaría que estaba teniendo una platica de suma importancia. Aunque quizá así era.

—Si, lo sabía— respondió.

—¿Y qué piensas de ello? — Esta vez se quedó boquiabierto. Nunca se imagino a si mismo teniendo esa charla con su pequeño. Bueno, tal vez pero cuando estuviera más grande.

—Bueno...Creo que esta bien— Se recostó contra el respaldo del sofá buscando las palabras adecuadas. —Las personas son libres de casarse con quien quieran, siempre y cuando la otra persona les corresponda. No importa si son dos hombres, dos mujeres o un hombre y una mujer. ¿pero, por qué me preguntas eso?

—Mmm, Es que le hice la misma pregunta a una de mis maestras, pero me dijo que aunque era posible que dos hombres se casaran. Eso no era bien visto por la sociedad.

—No me gusta decirlo, pero tu maestra tiene razón. Afuera hay muchas personas que no estan de acuerdo con ello. Pero es porque han sido criados de esa manera, con la idea de que lo diferente no esta bien.

—Ya veo. —Parker suspiró —pero me alegra que tu no pienses así.

—Por supuesto, hay que respetar las preferencias de los demás. — le pasó una mano por el cabello— No sabía que te causara curiosidad ese tema.

—Es que...—Parker sonrio pequeñito— La semana pasada, cuando me quede con Morgan conocí al señor Joseph Cooper. ¿y tú sabías que es el esposo de Messer?

—Si, lo sabía.

—Ah, bueno. Pues por eso me dio curiosidad, porque yo no sabía que los hombres podía casarse entre ellos.

El efecto Ángel (Suerte #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora