2| Vida complicada

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Un capitulo más para esta semana...porque no.

L@s quiero 😙

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Se despertó con el sonido de algo rompiéndose. Se removió en la cama con molestía, lo único que quería era dormir hasta el proximo siglo, pero al parecer eso sería imposible. Se quitó la almohada que tenía sobre la cabeza y se sentó lentamente tratando de abrir los ojos. La habitación estaba a oscuras y eso era un jodido alivio, pues a su novia siempre se le olvidaba correr las cortinas y cuando despertaba lo hacia porque la luz del sol le daba justo en la cara; de ahí venía la costumbre de dormir con una almohada sobre la cabeza.

Estiró la mano hacia la mesita junto a la cama para tomar su viejo teléfono. Cuando la pantalla se iluminó no pudo hacer más que gruñir con frustración. Eran las seis treinta de la mañana. Era condenadamente temprano, teniendo en cuenta que hacia tan solo dos horas había vuelto a casa después de un extenuante turno en la estación de servicios en la que trabajaba por las noches.

Jaló sus vaqueros oscuros que descansaban en un extremo de la cama y se los colocó junto a una camiseta blanca antes de pasarse una mano por su cabello oscuro para tratar de aplacarlo un poco. Y solo entonces salió de la habitación dispuesto a tirarle mierda a quien se atrevió a interrumpir su sueño. Lamentablemente Ángel no tenía un buen despertar.

Pero cuando llegó a la pequeña cocina, cualquier queja que tuviera quedó en segundo plano cuando vio la pequeña figura acuclillada en el viejo suelo de linoleo tratando de recoger los restos de lo que parecía ser un tazón de porcelana.

—Hey ¿qué haces?— Ángel se acercó y se acuclillo junto al niño. —Vas a lastimarte.

El niño se sobresalto al escuchar su voz alzando la vista para verlo. Tenía el cabello rubio oscuro y unos grandes ojos grises que eran cubiertos por unas gafas de montura celeste. El pequeño bajo la vista avergonzado y se mordisqueó el labio mientras Ángel recogía los trozos de porcelana.

—Lo siento...—Murmuró el pequeño —No quise despertarte.

—No te preocupes de eso. —Ángel envolvió los restos en par de hojas de periódico y luego lo tiró en el bote de basura que descansaba debajo del lavaplatos. Volvió hasta donde estaba el pequeño y lo tomó en brazos para besarle ambas mejillas. —Pero puedo saber ¿qué paso?

—Iba a servirme un poco de cereal, pero el tazón se me resbalo. —Un pequeño puchero se formó en sus labios y Ángel supo que su pequeño estaba tratando de no llorar.

—Bueno, un accidente le pasa a cualquiera, pero la proxima vez no intentes recoger los pedazos con las manos, eso es peligros. —El niño asintió —¿y tu mamá?

—Salió con la abuela, dijo que tenía algo importante que hacer hoy.

Eso provocó que arrugara la frente con desconcierto. Y solo entonces se dio cuenta de que Parker aun usaba su pijama de las tortugas ninja.

—Pero se supone que debe llevarte al colegio.

—Ella dijo que hoy no iría porque no le daba tiempo a llevarme —El niño hizo un puchero mientras deslizaba una de sus pequeñas manos por el cuello de Ángel. —Yo quería ir pero ella me regaño diciendo que con un día que faltara no hacia daño.

Ágel tensó la mandibula mientras trataba de contener el enojo que empeza a burbujear en su interior. En su lugar besó la frente de su hijo y lo dejó en el suelo.

—Ve a ponerte el uniforme mientras te preparo el desayuno.

—Pero...¿no debes dormir?

—Descuida, hoy es mi día libre en el restaurante así que puedo dormir más tarde, pero tú no puedes faltar al colegio. Ahora ve o llegaras tarde.

El efecto Ángel (Suerte #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora