31| La jugada de Mo

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Era Domingo por la tarde, se encontraba en casa de Joseph y Messer quienes los habían invitado a un almuerzo. Mike, Sam y la pequeña Payton se encontraban en la sala en compañía del pelirrojo y de Parker. Tommy también había estado ahí pero se había marchado un rato antes.

Los que quedaban, armaban un rompecabezas de mil piezas sobre la mesa de centro...«¿Quién rayos compra un rompecabezas de mil piezas?» se preguntaba Morgan con irritación mientras se servía un vaso de agua en la cocina.

Vale, que tal vez no estaba siendo especialmente participativo aquel día, pero estaba cansado, desesperado y quizá un poco (muy) triste. Ya se habían cumplido dos meses desde que le habían dado la custodía de Parker y era algo por lo que estaba feliz, porque su vínculo con el pequeño rubio era cada día más fuerte y estaba siendo un buen padre, lo hacía lo mejor que podía. Aunque tampoco es que despreciaría un poco de ayuda si esta se presentaba.

Parker era un niño educado, responsable y obediente, así que era realmente sencillo cuidar de él. Pasaban mucho tiempo juntos ya que después de la escuela el pequeño se quedaba con él en el estudio y luego iban juntos a casa. Siempre creyó que la responsabilidad de cuidar de un niño sería algo agobiante, pero no era así. O tal vez era que había sido bendecido con un niño demasiado bueno.

Sin embargo y a pesar de que le gustaba ser padre, Morgan no podía dejar de esperar cada día porque Ángel llamara, o apreciera en su casa diciéndole que staba listo para darle una oportunidad. No es como que no hablaran, porque lo hacían...Pero no sobre ellos o lo que paso antes de que Karen mandara todo al carajo. Por lo general sus charlas iban sobre Parker o incluso a veces Ángel solo llamaba para hablar con el niño y nada más.

Eso golpeaba fuerte el orgullo de Morgan. Era más que evidente que estaba siendo evitado y a veces sentía la imperiosa necesidad de buacar al chico de cabellos oscuros y gritarle a la cara que lo extrañaba, que estaba jodidamente enamorado de él y que esa espera lo estaba matando. Pero el chico dijo que necesitaba tiempo y Morgan quería dárselo porque auyentarlo no sonaba como algo inteligente por hacer.

Se encargo de lavar el vaso que había utilizado y luego se quedo recargado sobre el lavaplatos, con sus brazos apoyados en cada extremo y la cabeza hacia el frente. Tomo una respiración profunda tratando de serenarse para volver a la sala y seguir fingiendo que todo iba bien y que no estaba asustado porque Ángel nunca volviera.

Era un poco ridículo sentirse tan asustado a sus treinta años de vida, al menos así se sentía. Y era peor aun cuando recordaba que le había prometido a Parker ir en busca de Ángel si este no volvía por su cuenta...pero siempre es más fácil decirlo que hacerlo. Morgan no quería ser rechazado, no por Ángel porque sabía que si eso pasaba, difícilmente lo superaría. Ese tiempo que habían estado sin verse le había demostrado que si realmente existían las almas gemelas, entonces Ángel Gallardo era la suya porque sabía que nunca nadie lo haría sentir lo que Ángel le provocaba; y probablemente nunca había querido a nadie como lo quería a él.

—Si no te conociera lo suficiente, diría que estas escondiendote— aquella voz seria lo hizo girarse en redondo. Los ojos grises que le devolvían la mirada lucian curiosos, pero también preocupados.

—No se de que hablas, viejo, solo vine a beber agua.

—Si tú lo dices— respondió Joseph recargándose en la mesada mientras se cruzaba de brazos. Llevaba puestos unos jeans oscuros y una camisa blanca de botones. El bastardo era atractivo, Mo podía aceptarlo... pero nunca lo diría en voz alta. —Se que no soy la persona más confiable para ti, pero si necesitas hablar, te escuchare con gusto.

Mo desvió la vista apretando la mandibula. Aun no se acostumbraba  a esa especie de camaradería que estaba surgiendo entre el y Joseph, sin embargo le causaba algo de tranquilidad saber que contaba con el apoyo del mayor. Además se dio cuenta de que la idea de hablar con él y dejarle ver lo que realmente estaba pasando no le desagradaba del todo.

El efecto Ángel (Suerte #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora