Capítulo 27

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Labial

Caminaba por los pasillos con unos cuantos libros entre mis manos. Había llegado temprano al instituto evitando a toda costa los muchachos, no quiero ser interrogada de nuevo. Se preguntarán, la cita resultó espléndida desde mi punto de vista, no me esperaba que fuera algo magnífico y único. Bueno quien lo imaginaba que una persona quien transmite frialdad tiene un corazón noble. Por la pinta que tiene, tiene muchas chicas detrás de él, pero no les toma importancia por la falsedad que son y eso me alegra un poco. Saludo a algunos de mis compañeras de práctica de fútbol y otros que he salvado el trasero por los bullys. Aquí hay de todo y eso no me sorprende. Detengo el andar al notar unas miradas de las amiguillas de las porristas viéndome directamente para nada discretos.

Tendré un moco en la cara y Natt no me lo dijo cuando me alejaba de casa, lo mato. Disimulada quito algo en mi nariz, creo que eso no era porque siguen mirándome pasando de largo. Que yo recuerde aun no me toca...

—Mierda— murmuró cubriendo mis pantalones con mi abrigo amarrado en la cintura.

Que no sea lo que estoy pensando.











Ya con la comida puesta para saborear y tragar veo que también me están mirando todos de la cafetería hasta la cocinera. Tan manchada estuve. No me esperaba que tal noticia se expandiera por todo el instituto.

—Vaya que el chisme corre rápido — murmuro para mi misma totalmente cansada.

—Hola.

Saluda Dan cogiendo una papa frita sin mi permiso sentándose a mi lado

Muevo la cabeza en forma de saludo. Muerdo mi hamburguesa sin apretujar, no tomo importancia de la presencia de Tristán porque se me molestara, como ayer, vuelvo a dar otra mordida.

Se acerca de la nada la putirica meneando las caderas exageradamente tratando de llamar la atención, suficiente lo tiene, diría yo — No pensé que cayeras tan bajo Danforth, caer en las garras de esta cualquiera.

Me señala casi clavándome con su uña postiza de color rosa chillón mas falsa que su bronceado, frunzo en ceño. Ni siquiera la he visto durante semanas y ahora quiere empezar otro maldito teatro. Qué mosca le pico.

La quedo viendo por unos instantes antes de apartar su asqueroso delgado dedo de mi frente levantando de mi asiento.

—Si sabes que ya no se te da esto— digo —No tienes otra cosa mejor que hacer, no se.. ¿operarse o hacerse una rinoplastia en la nariz? Por que si sigues aquí, te la parto.

Amenazó, mostrando mi puño a unos centímetros de su rostro payaso. No estoy con humor para aguantar sus ridiculeces en un lunes por la mañana. Si quiere un espectáculo lo tendremos, eso tenlo por seguro.

Antes de que me acercara me detienen arrastrándome fuera de la cafetería, se quien es con claridad, gruño al sentir como me aprieta para no dejarme salir. Me suelta cuando llegamos al patio trasero de la institución, me zafo de golpe.

—Te dije que me soltaras.

—¡¿Qué te pasa?!— exclama molesto Nick.

Lo miro indignada.

Al Filo del DescarrioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora