Capítulo 28

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El significado

Aveces la amargura dura como las lágrimas esparcidas en las mejillas.

A~

Saliendo del instituto me embarco al auto, agradezco mentalmente por dejar mis cosas aquí adentro y por el atrevimiento de traer el dinero por que sino, me tocaría esperar a los idiotas de dejar de coquetear con las porristas o cualquier chica que tenga más plástico que cuerpo para que me presten dinero.

Regresando a casa no fue fácil, hubo un atasco en la carretera y eso no ayudaba mucho porque terminaba preguntando ¿Quién fue que garabateo eso en mi casillero? Muchas preguntas en el aire en busca de responder, lo único que produce es agobiarme. Dejando de lado las preocupaciones, compro algo de comer en un lugar más cercano, empezando de mi primer bocado de mi hamburguesa de Mcdonalds.

—¡¿Qué fue eso?!— Exclamó James totalmente enojado dejando caer unas bolsas de comida en la repisa de la cocina.

Termina asustandome, cojo de mi pecho por el susto. Los chicos entran detrás de él dejando las cosas donde se ubican.

—¿Qué fue que?.

Pregunto confundida.

—¿Por qué hicieron ese relajo en medio de la cafetería?, sabes muy bien que no debes interferir en cosas que no te llaman— acusa.

Ruedo los ojos, de verdad cree que no debía defender mi dignidad cuando hablan mal de mi, debe estar idiota para no darse cuenta de las cosas que están pasando. En lo personal, debería estar apoyándome y no regañando en cosas absurdas. Giro mirándolo directamente a su cara.

—Si sabes que esa tipa esta....— paro de hablar haciendo una seña en mi cabeza —Loca.

Fulminó con la mirada. Indignada regreso a comer una de mi papas.

—Estás en graves problemas.

Me regaña apuntándome con el dedo. Como si no lo estuviera, lo ignoro volviendo a comer.

—¿Por qué le dañastes el cabello?.

—No crees que fue además hacer un escándalo.

—Parecen peor que gallinas enjauladas.

No aguante más, dejo caer mi hamburguesa en el plato derramando salsa de tomate en mis pantalones. Giro bruscamente mirándolos con fastidio.

—Podrían callarse— exclamo molesta —Por lo menos dejame tragar algo.

Vuelvo a regresar mi visión hacia el plato, hasta que las ganas de comer se me fueron.

—Lo siento, pero no es nuestra culpa que el director quiera hablar contigo personalmente por el relajo que han hecho.

Dice Mark entrando a la cocina cogiendo una botella de agua.

Gruño.

—De verdad piensa que voy a dejarme rebajar por esa estúpida. No se que tienen ustedes, ¿No tienen fastidio de verla aunque sea un miserable día?.

Pregunto alzando una ceja. Todos niegan la cabeza.

—Es amigable.

—Amigablemente irritable— respondo bajándome del asiento.

Cojo mi hamburguesa metiendola devuelta a la bolsa con las papas. Si no me dejan comer aquí, voy a otro lugar más placentero.

—¿Adonde crees que vas?.

Al Filo del DescarrioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora