Capítulo 34

1.8K 140 5
                                    

-¿Qué pasa? -pregunté de inmediato.

-Los socios de Derek, están aquí, estoy encerrada en el baño, no quieren irse, no me creen que no sé dónde está, no me creen que estás desaparecido -no paraba de llorar.

-No está desaparecido Karen, está prófugo.

-¡Pero yo no sé qué sucedió! -alzó la voz de manera desesperada-. No tengo idea de nada, solo me dijo que iba por una entrega y luego no volvió, ahora tengo el departamento lleno de sujetos cobrando cosas.

-Estoy hasta el cuello Karen, no puedo ir por ti, deberías estar buscando localizar a tu primo para pedirle ayuda en tus asuntos.

-¿No vas a venir? ¿Ni siquiera vas a venir a ayudarme a salir de aquí?

-Karen, ¿cómo puedo saber que no es una trampa?

-¿Una trampa de qué? ¿De qué hablas? -continuaba gritando.

-Derek está buscándome Karen, Derek quiere matarme o matar a cualquiera de mi alrededor. No voy a caer contigo.

-¡Maldita sea Justin! ¡Yo no sé nada de Derek!

-Lo siento Karen, no puedo arriesgarme -corté la llamada.

-¿Qué fue eso? -Ryan me miró asustado.

-Karen pidiendo ayuda, dice que los socios de Derek fueron a su departamento y no quieren salir de ahí hasta que les diga algo sobre Derek.

-Quizá Derek huyó con dinero o mercancía.

-Ni siquiera debe ser real Ryan, ella debe ser cómplice de Derek, solo quieren ponerme una trampa.

Mi amigo creía en Karen, a pesar de todo, él pensaba que ella no tenía nada que ver en la huida de Derek y que realmente no sabía dónde estaba ahora. Yo, por mi parte, no le creí absolutamente nada y no podía arriesgarme a ir ahí y que me estuvieran esperando tantas personas que realmente no tuviera escapatoria. Es por eso que preferí seguir los planes, solo fui hasta el departamento de Ryan a preparar un bolso para quedarme en casa de Mía y luego volvimos juntos hasta la casa de ella, Any estaba ahí y Ryan se iría con ella. Todo parecía una noche normal, una junta con amigos compartiendo y charlando, como si no hubiera un fugitivo de la justicia ahí afuera queriendo destruirnos.

Desperté por la mañana con el sonido de mi teléfono, nuevamente era Karen. Corté la llamada y miré a Mía a mi lado, aún dormía y no parecía que fuera a despertar pronto. Me puse de pie y fui hasta la cocina para prepararle desayuno, Tomás estaba ahí.

-Me llamó Karen -me dijo de inmediato-. No pude dormir en toda la noche, ella se escuchaba tan mal, pero no podía ir.

-Hiciste bien, también me llamó. No podemos confiar en ella Tomás.

-Lo sé -bajó la mirada-. Anoche, recibí un mensaje -volvió a mirarme y me enseñó su teléfono.

"Tienes la habitación más grande de la casa, pequeño Tomás. Me gusta que le hayan trasladado la habitación a Mía hasta la planta baja"

Mi sangre se enfrió, negué con la cabeza, él no podía haber entrado a la casa, no había forma de que fuera real, solo quería intimidarnos.

-No hay forma de que haya entrado sin ser visto, ignóralo. No contestes ninguna llamada de ese número, no caigas en su juego -hablé firme, aunque por dentro estuviera temblando.

-¿Y si entró en la madrugada? ¿Si vino a ver todo para luego volver a entrar? -Tomás me miró asustado.

-No caigamos en su juego. Esta noche yo mismo revisaré cada puerta y ventana de ésta casa -aseguré, él asintió en silencio.

Dulce Dolor © #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora