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Cada vez era más común que Dallon usara el bajo de Nicole más veces que ella misma. Eso había sido extraño para la rubia y preguntó un día la razón, a lo que Dallon respondió que se había «enojado con Ryan el fin de semana y por eso no quería ir a la casa del peliazul por su instrumento». Sin más información, Nicole se dio por vencida y le permitió hacer lo que quisiera.

Dallon no estaba triste, no era así como se describiría. Estaba preocupado y un tanto ido, pensando en otras cosas que no eran parte del presente. Se preguntaba diariamente qué había pasado y qué pasaría a causa de eso. Pensaba de lo mejor a lo peor o viceversa. Había pasado un tiempo desde aquel día y todavía tenía el amargo sabor del momento, recordando cada fragmento del problema que él causó.

Ya casi se cumplía una semana; pasaron seis días desde la última vez que vio a Brendon y comenzaba a desesperarse. No sabía mucho del chico, sólo lo poco que Nicole y Mike le contaban, porque incluso eso, Brendon asistía a la escuela, pero —según dijo Row— sus padres hablaron con la profesora de filosofía para dejarlos exponer una semana posterior a los demás; los Urie todavía no estaban convencidos de que su hijo podría regresar a la casa de los Weekes y, por ende, se posponían las reuniones en equipo de los chicos. Dallon tan sólo esperaba que eso no perjudicara a Nicole, Mike ni a Brendon en sus calificaciones.

Volviendo a la actualidad, el castaño estaba en su habitación afinando el bajo que no era suyo desde la comodidad de su cama. Había estado practicando recientemente una canción que escuchó en la radio del auto y prontamente descargó en su móvil. Se había estado esforzando en eso, pero ahora no podía hacerlo dado que su madre tocó su puerta y él tuvo que dejarla entrar. Leann llegó a él con una pequeña sonrisa y se sentó también en la cama.

— ¿A qué se debe ese indiscreto gesto en tu rostro? — Preguntó Dallon.

— Tengo buenas noticias.

— Me gustaría oírlas.

— Te encantarán. — Ella amplió su sonrisa y le quitó el bajo a su hijo de sus manos. — Levántate. Tienes que bajar.

— ¿Por...?

— Brendon está aquí. — Contestó ella, atenta a la drástica variación de la expresión de Dallon y rió. — Anda, ve. Sé que quieres verlo.

Sin decir nada, Dallon se levantó y se dirigió a la puerta. Sin embargo, se detuvo antes de salir y luego miró a su mamá.

— ¿Está haciendo tarea con los chicos?

— Sí, pero no pasa nada, creo que todavía no empiezan. Puedes acercarte.

— Okay.

Sin más, Dallon salió de su cuarto y se quedó parado en la cima de las escaleras. Quería bajar y ver a Urie, quería que lo viera para que se sintiera mejor, pero dudaba en hacerlo porque sabía cómo sucedería eso. Sabía que Brendon no se prohibiría abrazarlo y decirle que le extrañó —honestamente él tampoco quería callarse eso—, pero debían ser un poco discretos estando a la vista de los demás y ahora más que nunca porque Mike ya sospechaba algo.

Se dijo que bajaría luego, que esperaría a que Brendon se desocupara y tuviera que irse para llevarlo a casa, pero sus pies ya estaban bajando escalón por escalón y pensó que no sería buena idea esperar. Es decir, Brendon seguramente estaría igual de emocionado por verlo y, si no iba de una vez, el menor podría pensar que no le interesaba más o algo así. Y eso no era para nada cierto.

Al llegar a la sala, vio a los tres chicos ahí de pie. Estaban hablando, quizá poniéndose al tanto de lo que pasó en los últimos días. Dallon se acercó lentamente, su mirada fija en el de cabello azabache y esperó a que éste también lo viera, lo cual fue algo gracioso; Brendon estaba respondiendo a una pregunta de Naran cuando visualizó a Dallon y se distrajo por completo por él que incluso dejó de hablar. Nicole y Mike también se giraron y vieron al más alto, de pie como si una estatua fuese. Ninguno de ellos se sorprendió cuando Brendon los dejó por ir con Dallon y abrazarlo. De hecho, rieron bajo por lo predecible que fue eso.

Handsome Brother •• BrallonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora