53

362 52 51
                                    

Ese día, Nicole se había animado a hablar a solas con su madre para ponerla al corriente de su vida. Primero le resumió lo bien que le había ido en la escuela y lo nerviosa que estaba por comenzar un nuevo curso que, por cierto, la dejaría a tan sólo un año de entrar a la universidad. Después, le compartió su opinión respecto al proyecto de Dallon y expresó que estaba muy emocionada por conocer el resultado. Por último, le confesó todo lo que había sucedido con Mike en los últimos meses y, aunque Leann ya lo sospechaba, se vio sorprendida cuando escuchó a Row diciendo que se sentía atraída por Naran.

La chica le pidió algunos consejos a su madre y en todo momento le puso atención. Esta charla se llevaba a cabo en la sala puesto que ninguno de los hombres con los que vivían andaban por ahí; Harold aún no llegaba del trabajo —aunque no faltaba mucho para que lo hiciera— y Dallon estaba demasiado ocupado besándose con Brendon en su propia habitación con la puerta cerrada. La señora Weekes no tenía idea de esto último debido a que su hijo le había dicho que estarían trabajando con la letra de la canción.

La razón por la que luego de unos minutos se separaron esos dos fue que el más bajo dijo que quería ir al baño, haciendo reír a Dallon, y se levantó de las piernas de éste para atender sus necesidades. Lo que no previó fue que al salir del sanitario y querer regresar al cuarto de Weekes, una masculina voz lo detendría y le elevaría los nervios. Todo su cuerpo se tensó al oírlo a sus espaldas.

— Esa no es la puerta del baño, niño. — Era la firme voz de Harold.

Cabizbajo y queriendo ocultar el hecho de que estaba temblando un poco, se giró hacia el viejo y respondió.

— Y-Ya lo sé, no iba a-al baño.

El de ojos azules frunció el ceño extrañado.

— ¿Buscas a James?

— ¿Eh? ¡Ah!, sí, Dallon... — Su nerviosismo era muy notorio. — S-Sí, Nicole me pidió que le diera un r-recado. — Mintió; odiaba que eso se le estuviera haciendo un hábito.

Harold lo miró poco suspicaz.

— Está bien, pero deberías tocar antes, ¿no crees?

Brendon asintió frenéticamente.

— Lo haré, señor.

— Bien. — Aunque aparentemente la conversación había terminado, Harold seguía ahí viéndolo como si esperara a que hiciera algo. Entonces Brendon entendió y quedó frente a la puerta de la habitación de Dallon nuevamente, golpeando con suavidad.

Al instante, el castaño abrió con una mueca de confusión, pero al encontrar a su serio padre detrás de Brendon, su expresión cambió a una preocupada.

— ¿Qué...?

Urie lo interrumpió rápidamente.

— Uhm, Dallon, tu hermana pregunta si ya tienes la canción lista. Dijo que quería verla completa. — Guiñó un ojo un par de veces tratando que el contrario entendiera y le siguiera la corriente. Por suerte, así sucedió.

— Ah, eso. Sí. Es decir, no. — También se mostró nervioso. — Bueno, no lo sé. ¿Quieres verlo por ti mismo? Ven, dame tu opinión.

Dallon tomó el brazo del pelinegro y lo jaló hasta meterlo a su cuarto. Sin mirar a su padre, cerró la puerta en su cara y apoyó la espalda en la madera. Llevó una mano a su pecho y sintió perfectamente cómo su corazón acelerado lo golpeaba fuertemente. Soltó, además, el aire que contuvieron sus pulmones en ese medio minuto de adrenalina. Pronto sintió que alguien más tomaba la mano que había dejado en su pecho y la dirigía hacia el otro cuerpo. Brendon lo hizo sentir también sus latidos y lo miró con los ojos atemorizados.

Handsome Brother •• BrallonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora