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Ahí estaba, justo al frente. El chico pelinegro parecía impaciente por que el pequeño concierto iniciara para ver a Dallon ahí arriba. El castaño, por su lado, veía a su inocente pareja desde atrás de la cortina del escenario.

Estaba nervioso debido a que esa sería su primera presentación desde aquella vez hacía años en la que su compañero de secundaria, Dan Pawlovich, tocaba con él en una banda a la que jamás le pusieron un nombre oficial. «Call us whatever you want» había sido el nombre que dijeron por el micrófono al momento de presentarlos en esa cafetería. El punto era que había pasado mucho tiempo desde que pisó un escenario y eso lo ponía nervioso.

Eso, más el hecho de que Brendon estaba entre el público. Dallon —incluso antes de haber invitado a Brendon al show— quería darlo todo en su única canción en vivo e impresionar al público en general, pero no estaba muy seguro de querer impresionar a Urie más de lo que éste ya estaba. Realmente no quería empeorar más la situación, pero digamos que haciendo lo que más le gustaba —la música— frente a él no iba tampoco a mejorar su problema.

¿Cómo permitió que todo eso pasara?

— ¿Estás listo, amigo? — Seaman llegó a su lado, provocando que Dallon se alejara de la cortina para mirar al peliazul y sonreírle forzadamente.

— Nací listo.

— Qué listo. — Ryan notó su enfermizo tono pálido y vio en sus ojos la preocupación. — ¿Qué ocurre?

— Nada, es parte de mi ritual antes de subir allá. No podrías saberlo.

— Bueno, espero que estés bien. Necesito que estés bien porque, no quiero presionarte más, pero recuerda que eres el cantante y todos estarán mirándote. Si haces algo mal, — Advirtió Seaman. — lo notarán enseguida.

— Qué consuelo. Ya entiendo por qué eres mi amigo, Eric. ¡Gracias! — Exclamó con sarcasmo, haciendo al otro rodar los ojos.

— Ya, déjate de juegos y prepárate. Iniciamos en diez.

— Estaré listo, lo prometo.

— Bien. Te veo allá.

— Listo, listo, listo. — Repetía Dallon en murmullos una vez que su compañero se fue. Sacudió su cabeza y respiró hondo. Nervios. Dallon Weekes no podía permitirse sentir nervios, mucho menos delante de aquellas personas. — Esta es mi noche. Voy a hacerlo bien. Me van a amar. Van a pedir más. Dejaré huella.

Con su ego regresando a donde debería, sonrió emocionado y comenzó a probar su voz. Faltaban siete minutos para iniciar, tiempo en el que se encargaría de recargar energía y luego soltarla toda allá arriba.

Las luces se apagaron y Brendon sintió su pulso acelerándose. Finalmente iba a iniciar el concierto y estaba ansioso de ver ya a su novio ahí, tocando el bajo y cantando. Lo que había escuchado en la cochera de la casa de Row no era nada comparado con esto; esto era mucho más real. Luces rosas y verdes parpadearon, dejando ver dos siluetas en la plataforma que estaban quietas. El pelinegro supo identificar a Dallon, el que estaba de pie y frente al micrófono. Brendon sonrió en amplio cuando escuchó la música comenzando a sonar y las luces volvieron a encenderse tenues.

La banda de Dallon y Ryan estaba actuando ya, cantando grandiosas letras y creando alegre música. La canción era genial, era bastante contagiosa y provocaba a Brendon mover la cabeza al compás y corear lo poco que iba memorizando. Hacía mucho, mucho tiempo que no oía tan buena música. Dallon era muy bueno estando frente a un público pese a que nadie además de él lo conocía. Hacía buen clic con sus espectadores.

Handsome Brother •• BrallonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora