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Al llegar a la entrada de la escuela, Boyd detuvo el auto, dándole la oportunidad a su hijo de bajar. El chico, sin embargo, estaba algo nervioso. Vestía un sencillo traje negro y, ya que odiaba los zapatos formales, calzaba sus cómodas Converse negras. Se sentía estúpido de ese modo; en realidad, se sentía tonto de tan sólo estar asistiendo al baile de graduación. Ni siquiera tenía pareja, Weekes no podía asistir porque era un evento exclusivo para estudiantes y profesores. Y sin su amado, las cosas se tornaban menos interesantes para él.

— Brenny, quítate el cinturón y baja del auto. — Le indicó su padre con suavidad. — No puedo quedarme aquí por mucho tiempo, estamos estorbando en la entrada.

— Bo, no estoy seguro de querer estar aquí. — Le dijo la verdad, sus dedos jugando con su corbata y la vista fija en sus pies. — Prefiero ir con Dallon.

El viejo negó.

— Si vamos a su casa, seguro te echará y te pedirá regresar al baile. Él quiere que estés aquí, que disfrutes de esto. Además, no estarás solo. — Le recordó. — Mike y Nicole también vendrán, ellos son tus amigos y ustedes acordaron venir los tres juntos.

Brendon figuró una mueca triste y vio el cielo a través de la ventana, pintado de un azul muy oscuro que casi asemejaba al negro. Habían pocas estrellas en ese manto allá arriba, pero la luna sí que brillaba a pesar de estar apenas en su etapa menguante.

— Sé que les prometí a todos asisitir, pero... Bo, quisiera entrar ahí y encontrar a Dallon, que sea él quien me esté esperando. — Confesó algo desanimado. — No creo que pueda pasarla bien si él no está alrededor. Así fue casi todo el curso en este mismo edificio, sólo esperaba la hora de la salida para verlo.

— Escucha, mi amor, — El Urie mayor suspiró antes de comenzar a explicar su punto. — no quiero hacerte sentir mal con esto, sino animarte un poco a entrar a ese edificio. Verás, no es bueno que tu estado de ánimo dependa a grandes escalas de una persona. Tienes que aprender a mantenerte estable y gozar de tu vida estés con quien estés, ¿okay?, porque no siempre podrás rodearte de tus personas favoritas.

» Eso, más la contradictoria decisión que tomaste de ir a la universidad aún sabiendo que ni Dallon o nosotros podíamos ir contigo. — A la vez que expresaba esto, su mano acariciaba el cabello poco peinado de su hijo. — Ya tienes diecisiete años, Brenny. Debes saber cómo consolarte o alegrarte a ti mismo. Tú mejor que nadie te conoces, así que inténtalo. Baja del auto y aprende a pasar unas cuantas horas lejos de tu novio. Como tú dices: no será el fin del mundo.

Brendon pensó en esas palabras bastante ciertas, pero el fuerte ruido de una bocina del auto de atrás lo interrumpió. Supo que no había tiempo para sus caprichos, por lo tanto, tomó una decisión y la llevó a cabo quitándose el cinturón de seguridad y acercándose al mayor con la intención de darle un beso de despedida.

— De acuerdo, voy a entrar.

— Mucha suerte, mi amor. Diviértete y ten mucho cuidado. Recuerda que antes de las doce vendré a recogerte.

— Gracias, papi. Adiós. — Bajó del auto y agitó una mano de un lado a otro por unos segundos hasta que el auto que conducía su padre volvió a avanzar y se perdió en la oscuridad de la temprana noche.

Los nervios volvieron a él una vez que se encontró solo. Se giró hacia la entrada del colegio, misma que se veía algo tenebrosa a esas horas del día. Inhaló y exhaló profundamente a medida que daba los primeros pasos. Recorrió todo el pasillo principal donde los casilleros, algunos ya vacíos, se lucían a su izquierda y su derecha. Caminó hasta el fondo donde el gimnasio se ubicaba. No acostumbraba a ir a esa parte del edificio, pero en ese sitio se llevaría a cabo el baile. Pronto se colocó frente a las puertas dobles, abiertas como si le dieran la bienvenida a cualquiera de los graduados.

Handsome Brother •• BrallonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora