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No pude esperar hasta mediodía, perdón xd

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Pasó el tiempo, claro que sí, pero el señor Weekes aún no sabía que su hijo salía con Urie. Dos meses habían transcurrido, era demasiado tiempo como para que Harold no supiera nada, pero igual Brendon suponía que ya lo sospechaba o algo así. Es decir, un par de días a la semana desde el mes de Septiembre estaba ahí en su casa y jamás se impedía sentarse junto a Dallon, hablar con él, reír a carcajadas a su lado o mirarlo cuando se encontraba lejos. Trataba de ser discreto algunas veces, pero sentía que simplemente no conseguía serlo. Y le sorprendía que Dallon siguiera respondiéndole con un «No» cuando le preguntaba si su padre alguna vez le había preguntado sobre eso.

Para Dallon era genial; salía con su novio, lo llevaba a pasear en el auto de su padre y seguía visitándolo a su casa sin que Harold se diera cuenta. Era grandioso eso. No se preocupaba mucho y estaba más tranquilo pensando que su padre jamás le interrogaría sobre ello. Pero, ¿realmente el señor Weekes no notaba nada de lo anterior? Esa pregunta atormentaba al ojimarrón.

Todos los días —excepto por los fines de semana— Brendon salía de la escuela y se encontraba con su novio, quien lo acompañaba hasta su casa y después de diez minutos se iba. Los padres de Dallon creían que en su trabajo lo dejaban salir una o a veces dos horas después de la hora que debía, pero tenían esa idea porque eso fue lo que su hijo les dijo, lo cual era mentira. Ni siquiera Leann sabía que se pasaba un rato a la casa de Brendon, pero no ocurría nada si se enteraba. Dallon sólo trataba de ocultarle todo a su padre y éste pocas veces le hacía preguntas, así que eso estaba perfecto.

En realidad, a ellos no era a los únicos que les mentía. También a Brendon. Siempre al terminar sus breves reuniones le decía que iría a casa, pero no lo hacía y ese era uno de sus mayores secretos. Nadie siquiera lo imaginaba. Eso era hasta que un día Brendon llamó a su casa media hora después de haberse visto.

— ¿Sí?

— ¿Señora Weekes?

— Ella misma.

— Soy Brendon. — Inició. — Lamento molestarla, sólo quería saber si podía hablar con Dallon un momento. — Pidió tímido. — Le he llamado a su celular, pero no responde y quiero saber qué sucede.

— Dallon no está en casa, aún no llega del trabajo.

Brendon frunció el ceño.

— ¿Aún no llega?

— No. Recuerda que hoy sale a las dos de la tarde.

Más extrañado no podía sentirse el chico.

— ¿Suele llegar a casa después de las dos?

— Sólo dos días a la semana. Creí que te lo había dicho, aunque pensándolo bien, no era necesario hacerlo. En nada te afectaba el no saberlo, ¿o sí?

— Uh, no, pero... — Dallon salía del trabajo a las doce, eso Brendon bien lo sabía. ¿A dónde iba esos días después de dejarlo en su hogar?, ¿y por qué hasta las dos? Más importante aún, ¿por qué no le había informado de eso? — Entonces supongo que debe estar muy ocupado en su trabajo como para responder el teléfono. — Expresó con sarcasmo para sí mismo, pero Leann todavía lo escuchaba.

— Exactamente. No te preocupes, — Dijo de manera dulce. — en cuanto llegue, le diré que te llame.

— Muchas gracias, señora Weekes. Tenga bonita tarde.

— Igualmente, Brendon.

En cuanto la llamada finalizó, el pelinegro marcó rápidamente el número de su novio y regresó el móvil a su oreja. Tenía una mano en la cintura, el ceño fruncido y su pecho hecho un lío de emociones. Estaba molesto y preocupado, decepcionado e indignado. Tenía muchas preguntas y quería... No, más bien exigía respuestas sinceras por parte de Dallon. No obstante, éste no atendía el teléfono.

Handsome Brother •• BrallonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora