59

388 47 76
                                    

Canción: Sea Of Love
Artista: The Honeydrippers (cover)

••

La Navidad fue maravillosa, tanto en casa de los Weekes como en la de los Urie. Dallon estuvo con su propia familia antes del mediodía, tiempo suficiente para intercambiar los regalos y almorzar los cuatro juntos, sin discusiones ni incomodidades. Luego de guardar en su habitación la chaqueta, los zapatos y el par de plumillas que le regalaron su madre, padre y hermana respectivamente, avisó a todos que volvería a eso de las nueve para probar las plumillas con la vieja guitarra acústica que guardaba en una caja en la parte superior de su armario.

Después, en casa de los Urie, llegó y todos empezaron a repartir los regalos, pues únicamente esperaban al castaño para eso. Se sorprendió de que Brendon, Boyd y Grace se hubieran unido para obsequiarle algo, lo cual lo dejó con la boca abierta. El señor Urie le cedía un viejo tocadiscos que —mencionó éste— ganó en un concurso en la secundaria y ahora ya no lo necesitaba; el menor y su madre, además, se pusieron de acuerdo y Grace pagó por una colección de discos de vinilo de bandas que seguramente le gustaban al ojiazul, o al menos eso argumentó el chico azabache quien mejor lo conocía.

Brendon, por otro lado, recibió una nueva laptop por parte de sus padres y Dallon le dio un hoodie rojo —color que adoraba ver en el pequeño—, una jirafa de peluche para abrazar al dormir y un par de baquetas nuevas, aunque éstas se las pasó a escondidas de la castaña cuando ella y su esposo se metieron a la cocina, dejándolos solos. Cuando regresaron con la cafetera y colocaron las tazas sobre la mesa, Weekes les entregó sus presentes a cada uno; un cálido suéter verde oscuro y pendientes a la dama, y para el caballero un libro que recopilaba los sucesos más impactantes de la historia de la humanidad, desde el inicio de las eras hasta la primera década del siglo actual.

Luego del café, charlaron un poco y una hora más tarde comenzaron con la preparación de la cena. El pavo en tradicional salsa de nueces estuvo bastante rico, incluso Brendon comió todo lo que había en su plato y pidió sólo un poco más. Tiempo después los chicos subieron al cuarto del menor para atender la videollamada que Mike le solicitaba a ojimarrón. Hablaron los tres un rato hasta que el rubio tuvo que irse porque su padre le pedía terminar de empacar, pues su familia saldría de la ciudad por unos días a visitar a sus familiares de Augusta. Así, Brendon y su novio pudieron probar el tocadiscos y bailar juntos al ritmo lento de Sea Of Love en una de sus versiones más populares.

Los días siguieron pasando y en un abrir y cerrar de ojos ya estaban recibiendo el año nuevo los cuatro —Weekes, Urie, Row y Naran— en el centro de la ciudad, viendo los fuegos artificiales coloreando el manto negro que tenían sobre sus cabezas como cielo. No estaban entre la multitud, ellos prefirieron quedarse cerca del auto que Harold prestó a su hijo mayor y vieron desde ahí las luces del evento y las pequeñas cabezas de las personas que habían asistido.

En un momento, el pelinegro miró al chico alto que lo rodeaba de la cintura y lo mantenía cerca de sí. Se giró para encararlo y subió sus manos por su pecho hasta su cuello. Apenas Dallon lo miró, Brendon se perdió en el destellante azul de sus bellas gemas oculares y le sonrió con cariño. Unieron sus frentes, Weekes aplicó un poco más de fuerza en su cintura y el deseo de besarse creció. No se resistieron más, hicieron lo que sabían que querían y sus labios se encontraron por primera vez en este nuevo año. Estaban teniendo otro primer beso y, cabía mencionar, era muy confortante. Al separarse, se abrazaron fuertemente como si en cualquier momento alguien pudiera llegar a ellos para alejarlos del otro.

— Feliz año nuevo, bebé.

— Feliz año nuevo, amor.

Suavemente, el castaño le susurró en el oído.

Handsome Brother •• BrallonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora