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— ¿Te hizo algo?

La rubia negó.

— O sea, sí hizo algunas cosas, pero no pudo llegar a algo peor, por suerte. — Dijo ella.

Mike bajó la mirada.

— Lo siento mucho.

— ¿Por qué lo sientes? Estoy diciendo que me salvé de cosas peores, cosas que he leído que víctimas de secuestro sufren durante el proceso. A mí no me pasó casi nada de eso.

— Estás muy tranquila a como pensé que estarías.

Nicole se encogió de hombros.

— Tuve suerte. Menos mal fueron tres días y no tres semanas, o meses, ¡o años! — Siguió. — Estoy siendo agradecida con lo que me tocó, sólo es eso.

— Pero... — El chico no encontró palabras que sonaran bien para lo que tenía pensado decir. Buscó y buscó, pero descubrió que no había modo gentil de decir aquello. Rendido, volvió a bajar la mirada. — Entiendo.

Al igual que la chica, él permaneció en silencio. Se dieron un momento para olvidar ese tema y preferiblemente concentrarse en la lectura; los pasatiempos favoritos de Nicole eran jugar videojuegos y leer comics, por eso estaban en su habitación sentados en el alfombrado suelo lo segundo. Tenían viejas historietas, algo que algunos llamarían clásicos, lo cual debía animar a la rubia, pero, aunque ése era el propósito, ella no se veía tan contenta como se suponía que debía estar. Esto era lo que tenía a Mike preocupado. Sabía —pese a que muy en el fondo no quería reconocerlo— que Row había pasado por ciertas cosas terribles, cosas a las que seguramente fue obligada. Tratrándose de Seaman, todo pudo haber pasado en esos malditos tres días. Cuando pensaba en esto, algo ardía dentro del rubio y hacía que se arrepintiera de rechazar las clases de karate a las que su padre quería inscribirlo en su niñez. 

Ere difícil para él no mencionar nada al respecto, guardarse el sentimiento de culpa con el que cargaba y negar que eso también le hacía daño porque era más rencor que culpa acumulado. Tenía la vista fija en una página del cómic, pero en realidad no lo estaba leyendo, pues su cabeza se encontraba en otro sitio. Tenía que decirlo, pensó. Debía aprovechar que se encontraban solos. Entonces abrió la boca dispuesto a soltar todo eso.

— Nicole, tenemos que hablarlo. Ambos.

Ella esbozó una sonrisa aún sin levantar la mirada, pero no se trataba de una sonrisa de alegría. No, era una mueca casi triste acompañada de una melena rubia agitándose mientras negaba levemente. Con esto, algunos mechones le cayeron sobre la cara.

— No es nada, Mike. Eso ya pasó...

— Sí, pasó, pero no fue algo simple. Sucedió y quieras o no cambió algo en ti. Sé que hay algo que no me estás diciendo, a ninguno de nosotros. ¿Siquiera se lo has dicho a Dallon?

Ella volvió a negar apretando los labios.

— No tiene que saberlo.

— ¿No?

— No.

Mike suspiró derrotado. Por un momento, se quedó sin opciones. Observó a su amiga, luego sus propias manos y cerró la boca. No había nada que pudiera hacer para lograr que ella hablara.

— Está bien. — Se rindió. — No insistiré de nuevo. Sólo quiero decirte — Añadió rápidamente. — que yo no me siento bien. Dirás que no fue mi culpa, pero no puedes estar del todo segura. ¿Sabes? Creo que debí pasar por ti. O tal vez debí pedirle a tu hermano que lo...

— Para. — La oyó decir y obedeció. Nicole también dejó en el suelo el libro que sostenía y abrazó sus rodillas mirando sus pies. — Lo que menos quiero es que alguien se sienta responsable de mí. No soy una niña pequeña. Me había estado cuidando muy bien sola. Lo que ocurrió fue porque ese idiota llegó cuando nadie lo esperaba, lo cual fue muy listo de su parte. Mi punto es que — Concluyó. — ninguno tiene la culpa. Ni tú, ni yo, nadie. Sólo él.

Handsome Brother •• BrallonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora