Camión hacia Toluca (3/3)

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I got my ticket for the long way 'round And I sure would like some sweet company And I'm leaving tomorrow, wha-do-ya say? When I'm gone You're gonna miss me when I'm gone You're gonna miss me by my hair You're gonna miss me everywhere You're gonna miss me when I'm gone I've got my ticket for the long way 'round The one with the prettiest of views It's got mountains, it's got rivers, it's got sights to give you shivers But it sure would be prettier with you When I'm gone You're gonna miss me when I'm gone

You're gonna miss me by my walk
You're gonna miss me by my talk
You're gonna miss me when I'm gone

Sentado en el camión hacia Toluca, recargo mi cabeza en la ventana. Cierro los ojos y comienzo a llorar. Me duele el dejar esta nueva vida que apenas iba empezando, me duele dejar a mi papá y mis hermanitos, me duele dejar a Ari...

Pero ya no hay vuelta atrás.

Después de una hora de camino, en la que reflexiono y lloro y recuerdo cada detalle, me quedo dormido. Despierto a las tres horas, estoy a la mitad del tiempo que se hace de Oaxaca a Toluca en carretera. Me siento muchísimo mejor. Las siguientes cuatro horas las paso distrayéndome leyendo, escuchando música, lo que sea. Comienzo a alegrarme de sólo pensar en que recuperaré mi vida.

Llego a la estación de Toluca. Diego me está esperando, él me llevará casa. En cuanto lo veo, me lanzo a sus brazos. Lo extrañaba tanto. Es muy distinto verlo en pantalla a poder estar ahí con él.

Dice que me extraña y pronto comienza a ofrecerme llevarme a algún lugar para desayunar, planes para pasar estos primeros días y todo, todo su cariño. Acepto ir a algún restaurante y pasar un rato con él.

Me divierto mucho. Diego es muy gracioso, lo mejor de todo es que ni siquiera tiene que poner mucho esfuerzo para eso. Es alguien con un sentido del humor muy exigente, no toda la comedia le causa gracia; además, es muy sarcástico, sin esperarlo te puede lanzar algún comentario que para él puede ser inocente, pero en realidad es una verdad cruda y directa.

-Me alegra que estés aquí, amigo. Uuuy, ¡no sabes las cosas que te esperan llegando a la escuela! Hay un chavo guapísimo, está que te derrites por él. Bueno, los demás, porque definitivamente no es mi tipo. Además, hace dos semanas, salió del clóset. Yo digo que tú y él...- dice y me ve de manera sugerente.

Suelto una risa.

-¡Diego! ¡Te pasas! Sabes que no estoy para eso... pero bueno, dime cómo se llama.

-Se llama César. Te va a gustar, yo lo sé. Y no te preocupes, yo los puedo presentar.- me guiña un ojo.

Vuelvo a reír, pues es gracioso que Diego esté tan entusiasmado con la idea de presentarnos. La verdad, yo no espero nada. Me siento bien de estar en casa y eso es lo único que ocupa mi mente ahora.

Terminando, me lleva a mi casa, veo a mis hermanos y lloramos mientras nos abrazamos, mi tía Chela también está ahí y dice que no va a dejar de consentirme ni un momento. Diego pasa un momento con nosotros y después se va para que yo pueda tener momentos familiares.

Es increíble lo bien que me reciben.

A estas alturas, ya todos saben acerca de mi orientación, pues es la principal razón por la que decidí regresar. Hablo con todos y lo único que no paran de decirme es que me aman y apoyan; también que le de tiempo a Julio, están seguros de que me ama y que todo estará bien entre nosotros. Aún así, prometen echarme la mano con él.

Poco a poco voy recuperando mi vida, o más bien, voy creando una nueva.

Diego me presenta a mucha gente, en la escuela y fuera de ella. Por supuesto, César es uno de ellos. Sus intenciones de emparejarnos son tan obvias que de pronto ya estoy hablando con César acerca de eso y se vuelve un chiste local entre los dos.

No sé, tal vez con un poco más de tiempo pueda que si pase algo entre nosotros, pues no mentiré, guapo si es, y también tiene unos sentimientos hermosos. Todo lo que quisiera encontrar en una sola persona. Pero tal vez, aún no esté listo.

Pasan los días y las semanas y pronto me doy cuenta de que ya han pasado 4 meses desde que llegué.

Papancho y las calcomanías nos hacen una visita fugaz. Me siento sumamente feliz de tener a toda mi familia reunida de nuevo y en nuestra casa. Julio se ve más relajado conmigo, aunque aún falta que acepte todo por completo. La distancia si que ha funcionado.

Después de la comida, nos ponemos a jugar juegos de mesa. Es cómo si tuviera nueve años de nuevo. En una partida, Lupita y yo perdemos y quedamos fuera del juego temporalmente. Ella aprovecha para llevarme a la sala, un poco apartados de los demás. Me hace un interrogatorio largo y tendido, lo quiere saber todo.

Yo le cuento lo que ha sido mi vida estos 4 meses con todos los detalles y ella se entusiasma.

-Hermanito, me da mucho gusto por ti. Sabes que yo te quiero mucho, mucho y quiero verte feliz.

-Gracias, Lupita. No sabes lo mucho que significan estas palabras para mi.-

De pronto me doy cuenta de que algo le pasa, se ve nerviosa. Le pregunto de inmediato.

-Hermanito... sé que estás mejor aquí y de verdad estoy muy feliz por ti... pero... Aristóteles me dio algo para ti... no sabía si debía dártelo o no, pero, no es mi decisión.- dice extendiéndome un papel. En cuanto lo agarro, ella se para y me da privacidad.

Dudo en querer saber el contenido de la hoja, pero por fin, empiezo a leer.

Temo:

Me hubiera gustado poder decirte esto de frente... de verdad fuiste un gran amigo para mí, aunque hayamos compartido poco tiempo, te volviste una persona importante en mi vida.

Extraño todo de ti, tu voz, tu forma de caminar, tu forma de hablar. Espero que te esté yendo bien en Toluca.

Quiero que sepas que en mi siempre tendrás un amigo que te quiere mucho y con el que siempre podrás contar, aunque sea en la distancia.

Ojalá algún día nos volvamos a ver y ese día estemos listos para estar juntos de la manera en que tengamos que estar juntos (tú me entiendes).

Te quiere, Aris.

Por alguna extraña razón, me siento bien de leer sus palabras.

Esto se siente como cuando lees un final abierto en un libro y eso sólo hace que ames más la historia.

Aristóteles ya no forma parte de mi vida ahora, pero no descarto la posibilidad de que en un futuro eso cambie, como tampoco voy a descartar la posibilidad de que eso no suceda.

Dejaré que la vida nos sorprenda y ojalá que cuando eso pase, el destino dejé de ser tan cabrón y nos vuelva a poner en el camino del otro, más maduros y ya listos para enfrentar todo lo que se tenga que enfrentar con tal de estar juntos.

Ojalá y esa vez sea para no volver a soltarnos.

Y si eso no pasa, ojalá que en nuestra siguiente vida estemos listos para volverlo a intentar.

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