Pero la fuerza del destino Nos hizo repetir Que si el invierno viene frío Quiero estar junto a ti
Tres Años después:
La ley de la vida parece ser así. Personas han ido y venido en tres años. Pero nunca un gran amor como el que sintieron el uno por el otro. Ninguno con el que compartieran su corazón realmente. Ninguno que besara con el alma y que hiciera el amor de una manera tan deliciosa y delicada. Ninguno sería Aristóteles Córcega. Ninguno sería Cuauhtémoc López.
Era un invierno bastante frío en Toluca. Aristóteles se sentía algo desorientado, pues era la primera vez que pisaba ese Estado.
Entró a un bar, eran las 6pm, se dirigió a la barra y se sentó. Pidió una cerveza. Estaba algo distraído, pensando en su trabajo y lo cansado que se sentía en ese momento, cuando el chavo de la barra le acercó otra cerveza. Ari lo miró bastante confundido, pues él no la había pedido.
-Te la mandan.- dijo señalando a la izquierda.
Cuando Ari volteó a la dirección que le indicó, se volvió a encontrar con los ojos más hermosos que había visto en su vida: Cuauhtémoc se encontraba ahí, sonriéndole con esa sonrisa que nunca había podido olvidar.
De inmediato reaccionó, se reanimó. Se paró y sin dudarlo, lo envolvió entre sus brazos. No se atrevió a besarlo. Pero tenerlo en un abrazo era suficiente.
Se separaron y rieron. Por alguna razón, las palabras sobraban en ese momento. Se sentaron y se quedaron viendose a los ojos, riendo por los nervios y la expectativa ¿Qué posibilidad habría de que los dos estarían en el mismo bar, el mismo día a la misma hora? Definitivamente, el destino es un cabrón.
Después de horas de pláticas intensas y risas y recuerdos. Temo invitó a Ari a su departamento. Sin dudarlo aceptó. Tomaron vino sentados en la sala, sin dejar de verse a los ojos, dando toques dulces y coquetos a sus manos. Con ganas de besarse...
Poco a poco, entre la plática y sin saber exactamente cómo, acortaron la distancia entre ellos, por fin uniendo sus labios.
Obviamente, Ari pasó la noche ahí. Durmió abrazando a Temo. Descansó como hacía mucho no lo hacía.
A la mañana siguiente, despertó y se dio cuenta de que ya era hora de pararse, tenía trabajo que hacer. Volteó a su derecha y lo vió. Temo se veía hermoso bajo la tenue luz de la mañana. Con delicadeza, pues no quería despertarlo, se paró y fue a la cocina. Rápido se familiarizó con el espacio e hizo el desayuno. Lo llevó a la cama.
El aroma a café despertó a Temo, quien se sentía como en un sueño.
Los dos desayunaron muy sonrientes.
-No te vayas, Ari... es decir, quédate toda la vida, quédate a mi lado, quédate conmigo... el invierno viene muy frío, voy a necesitar de tu calor; no me dejes ahora que por fin el destino nos volvió a unir.
Ari sonrió. Una lagrima rodó por su mejilla. Agarró la mano de Temo y la besó.
-Por ti, Cuauhtémoc López, me quedaré este invierno y el siguiente y el siguiente... te amo, nunca he dejado de hacerlo...
Dicen las malas lenguas que nunca más se volvieron a separar. Que eran una pareja de envidia. Que su amor se notaba a kilómetros. Que nunca dejaron de amarse. Que su amor sobrevivió y floreció en pleno invierno un día en Toluca.
Se dice que Aristóteles le propuso matrimonio, o tal vez fue al revés. Se dice que se casaron y festejaron en el bar del 33, en Oaxaca, donde comenzó todo. Se dice que viven felices, con dos niños y tres perros, que son una gran familia feliz...
Se dice que su amor se construyó en cuatro estaciones.
Y que tres años, a pesar de la distancia y contra el olvido, lo fortaleció.
Se dicen muchas cosas, todas verdad, ninguna mentira, pues todas hablan de un gran e inusual amor. El amor de Aristemo.
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Playlist Aristemo
FanfictionOne shots e historias cortas AU Aristemo inspirados en canciones. 'Dejemos que el destino sea el principal cómplice que nos haga coincidir una y otra vez en cualquier vida, en cualquier galaxia y bajo toda circunstancia.' *Todos los personajes perte...