Lo único que quiero de navidad es...

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Cuauhtémoc López era un tierno muchachito que llegó a Oaxaca desde Toluca.
No era precisamente tímido, más bien reservado.
Pocos amigos había hecho en su llegada, pero se aseguró de que fueran buenos y leales.
No se interesó en romances por lo pronto, acababa de llegar y le interesaba más acoplarse a esa nueva vida que ligar.

Así que nunca se dio cuenta de que tenía un admirador secreto por ahí...

Aristóteles Córcega iba a la misma escuela que él. Su mejor amigo era Diego Ortega.
Y hacia poquito que había descubierto su sexualidad.
Así que cuando vio a Temo, su mundo cambió, se enamoró.
Pero él lo veía como un imposible, pues no se creía capaz de acercarse y entablar una simple conversación con aquel chico que le robaba suspiros.
Entonces sólo se dedicaba a verlo discretamente por la escuela.

O bueno... tal vez no tan discreto.

-¡Cierra la boca, se te va a caer la baba! ¿Qué estás viendo?

-¡Diego! No seas grosero... no 'qué', sino a 'quién'.

-¡Otra vez viendo al niño nuevo! -rió su amigo -¿hasta cuándo harás esto?

-¿Hacer qué?

-¡Esto! Verlo sin hablarle como el mayor acosador de toda la historia...

-¡No lo estoy acosando! Sólo lo estoy... viendo.

-Es lo mismo. Mi punto es que algún día deberías caminar hacia él y hablarle. Así, sencillo. En lugar de quedarte aquí patéticamente babeando por él.

Aristóteles sintió una oleada de valentía y de un brinco se paró. -¡Tienes razón! Voy a ir allá y me presentaré. -Pero al dar dos pasos, vio que una alegre muchachita se acercaba a Temo, entonces se arrepintió. -Mejor mañana. -y se volvió a sentar, un tanto desilusionado.

-¡Aay, Aris! Eres el colmo. -dijo con desaprobación su amigo.

-¡Hola, mi Temo hermoso! -besó su mejilla con efusividad.

-Hola, Yolanda, digo, Yolo, perdón. ¿Cómo estás?

-Bien, ¿y tú?

-Bien también.

-¡Ooh por Dios! No vayas a voltear, Temo, pero en la mesa que está casi enfrente de nosotros está Aristóteles Córcega y te está viendo. ¡Dije que no voltearas! Hay que ser discretos.- Lo reprendió tomando su mandíbula en un gesto que se vio comprometedor ante la mirada insistente de Aris. -Listo, puedes mirar.

Temo volteó y vio al chico divirtiéndose con sus amigos, así que sólo dijo -Yo creo que ya te estamos perdiendo, bonita. Ni me pela.

-Eso crees tú, pero lo que yo vi fue como hasta se le cae la baba por ti. -y con eso, Yolo se ganó una risa de Temo.

A lo lejos, o ni tan lejos, aquella melodiosa risa llegó a endulzar el oído de Aris que de inmediato volteó de nuevo hacia Temo.

Esta vez, como si lo hubiera llamado con la mirada, Cuauhtémoc volteó. Así que sus ojos se encontraron por un segundo. Temo le regaló una amplia sonrisa que él no logró responder por timidez.

-No creo que le guste.- Temo se dijo así mismo antes de continuar con sus actividades del día.

↬•↫

Por la tarde, Diego se encontraba en el cuarto de Aristóteles; acababan de hacer sus tareas.

-Y bueno... eso es todo lo que sé de química, ¿tienes alguna duda?

-Si...- Aris lo miró expectante -¿cuándo será el día en que apliques todos estos conocimientos con Cuauhtémoc?

-¡Diego! Estoy hablando en serio.

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