Las palabras son dispositivos inútiles

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I do
Love you
And I would say I love you
But saying it out loud is hard
So I won't say it at all
And I won't stay very long
And words are futile devices...

(Lo hago
Te amo
Y te diría 'te amo'
Pero decirlo en voz alta es difícil
Así que no diré nada en absoluto
Y no me quedaré por mucho tiempo
Y las palabras son dispositivos inútiles...)

Hoy pasé frente aquella casa en Oaxaca, esa que siempre se sintió como un verdadero hogar para mi, esa dónde siempre encontré una verdadera familia, esa dónde vivió mi mejor amigo y la persona que siempre me gustará y amaré, sin importar el tiempo que pase.

Mi historia no es tan elaborada, mi nombre es Aristóteles, así, a secas; vengo de una familia con una mentalidad muy cuadrada y cerrada en la que realmente nunca encajé.

Siempre me sentí solo e incomprendido, nunca fui un niño de muchos amigos y los pocos que tenía, acababan yéndose por diferentes razones.

Nunca entendí lo que era tener alguien para ti que celebrara contigo en las buenas y te abrazara cuando todo iba mal, nunca, hasta que lo conocí a él.

Estaba en mi segundo año de preparatoria cuando llegó. Venía con un pequeño pedazo de su gran familia que se había quedado en su natal Toluca; su nombre era tan extraño como el mío: Cuauhtémoc, o Temo de cariño, López.

Él era un chavito reservado, se notaba que le gustaba estar solo, aunque el tema de la socialización se le daba bastante bien; podía conversar por horas con quien fuera y de cualquier tema, era muy interesante, contrario a mí que siempre he sido muy simple.

La gran mayoría intentó acercarse a él en su primera semana para darle la bienvenida y todo eso, pero prefirió pasar su tiempo solo, eso si, siempre muy educado y diplomático se lo hacía saber a los demás. Pero esto sólo me intimidó, haciéndome dudar sobre si era buena idea o no acercarme a él.

Un día como cualquier otro, se me dio la oportunidad de hablarle, fue tan espontáneo todo que ni tiempo me había dado de dudar como siempre.
Estábamos en la clase de Lengua y la maestra nos había encargado hacer un proyecto por parejas; todo el salón ya estaba organizado, ya sabíamos que personas trabajarían con quienes. Yo era el que siempre se quedaba sin compañero hasta que los profesores me asignaban a alguien con quien nunca congeniaba bien. Y esta vez era distinto, porque él se vio solo y yo me vi solo y supimos que trabajaríamos juntos.

Las dos horas de clase fueron amenas, realmente Temo era muy inteligente e ingenioso, no nos costó casi nada armar un buen y sólido proyecto y hasta nos dio tiempo de platicar un poco acerca de otras cosas.
Me cayó muy bien y esperaba que fuera mutuo.

Salimos del salón y nos dirigimos a otra clase, por separado, por supuesto, porque no teníamos el mismo horario.
Pero en nuestra hora libre, esa donde siempre coincidíamos, fue qué pasó.
Yo estaba comiendo mi refrigerio y leyendo cuando se acercó a mi. Me saludó de nuevo y se sentó a mi lado; sacó algo de comer, me ofreció y luego sacó un libro.
Así de natural sucedió todo, no hablábamos, no era necesario, sólo disfrutábamos la compañía del otro en la comodidad del silencio.

Y así fue que empezó nuestra amistad... y sin mentir, también aquí fue que comencé a desarrollar sentimientos de amor hacia él.

Las cosas estaban a punto de ponerse de cabeza y aún no lo sabía, y fue justamente porque a mi corazón le latió sentir atracción por Temo.
Poco a poco pasábamos más tiempo juntos, a veces hablábamos y reíamos, otras jugábamos cual niños y había veces que de nuevo nos inundaba la calma y el silencio.

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