Del odio al amor... (3)

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Compasión no quiero, lástima no quiero
Quiero un amor duro que me pueda hacer vibrar
Tu sabor yo quiero, tu sudor yo quiero
Quiero tu locura que me haga delirar
Pura caña puro amor
Amor a la mexicana, de cumbia, huapango y son
Caballo, bota y sombrero, tequila, tabaco y ron
Amor a la mexicana, caliente al ritmo del sol
Despacio y luego me mata, mi macho de corazón
Amor a la mexicana

Resultó que Aristóteles tenía razón, no había eventos ni notas que cubrir. Pero él se quedó tan perdido en el tiempo que no se dio cuenta de que septiembre había llegado.

Una mañana como tantas, Diego y Carlota entraban entusiasmados a su oficina, el primero llevaba un papel en la mano y al llegar a sus escritorios, se lo puso en la cara a Aristóteles.

-Noche mexicana en Palacio Nacional, ¡obvio vas a ir! Pozole, chiles en nogada, tequila, tabaco y ron. Aaahh y si de paso te encuentras a Cuauhtémoc y vives un amor a la mexicana, será todo un bonus.- Diego era el más emocionado con la idea.

A pesar de que el comentario lo había hecho reír, Aristóteles se sintió inseguro.
-¡Aay, Diego! Pero, aún no sabemos si nos van a mandar a cubrir el evento...

-¡Aristóteles, ya! No vas a andar con frío a estas alturas del año, a penas es septiembre, no inventes. Vas a ir a la noche mexicana, vas a engatusar a Cuauhtémoc López y después te casarás con él.

-O... puedes ir y buscar un momento a solas con él, como la vez pasada.

-La idea de Carlota es la más aburrida... pero puedes intentarlo, nada pierdes.

-Mira, Aris, podemos ir los tres, yo me ofreceré como la encargada de fotografía, comemos, bebemos, disfrutamos y bailamos, haremos la maniobra de baile que tan bien nos sale y ¡listo! Tienes tu momento con él.

-Piénsalo, ¿si?, tienes de aquí al viernes para presentarle a la jefa una propuesta para que nos mande y esto funcione.- le dijo Diego y le dejó un beso en su cabello rizado; Ari sonrió, lo consultaría con la almohada. La realidad era que moría de miedo, sentía que algo podía fallar y no quería quedar peor ante los ojos de Temo, bueno, si es que eso era humanamente posible.

A la mañana siguiente, su jefa llegó y lo primero que dijo fue

-Muy bien, sólo quiero anunciarles que ya he elegido a quiénes irán a la Noche Mexicana y cubrir la nota. Felicidades, Augusto, Hortensia y Gabriela, ustedes irán en representación del Diario.

Aristóteles se paró de inmediato, ni siquiera había podido hablar con ella para pedir la nota -¡No! Ellos no pueden ir... ellos...- se contuvo, pues pronto cayó en la cuenta de lo mal que había hecho.

-¿Perdón?

Carlota lo volteó a ver y negó con la cabeza para que dejara de hablar y Diego sólo atinó a agarrar su mano en señal de apoyo.

-Señor Córcega, ¿usted cree que sería mejor que yo eligiendo al equipo de trabajo?

-No, yo, perdón, no quise decir eso...

La jefa volteó a ver a todos y dijo -Bien, éste debe ser un día productivo, así que necesito que todos se vayan a trabajar, ¡ya! Señor Córcega, a mi oficina. Y creo que no necesito pedirle que venga solo, ¿cierto?- dio una mirada corta pero profundamente dura a Lota y Diego para después darse la vuelta y caminar hacia su lugar de trabajo.

Aristóteles cerró los ojos, sentía que ahora si estaba en serios problemas. Diego dio unas palmaditas en su espalda dándole ánimos.
Pronto se paró para entrar a la oficina que tanto miedo le estaba dando en esos momentos.

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