Costillas

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Las palabras son dispositivos inútiles #2; percepción de Temo

You're the only friend I need
Sharing beds like little kids
Laughing 'til our ribs get tough
But that will never be enough

(Eres el único amigo que necesito
Compartiendo la cama como niños pequeños
Riendo hasta que nuestras costillas duelan
Pero eso nunca será suficiente)

A pesar de todas las tragedias que nos han perseguido, mi papá ha hecho todo lo que está en sus manos para mantener a todos los López juntos; sin embargo, después de la muerte de su segunda esposa y de su tercera boda, sintió que debíamos empezar desde cero, olvidando todo dolor que alguna vez sentimos.

Oaxaca fue el lugar que eligieron y los hijos de ella, mis hermanos pequeños y yo, nos despegamos de Toluca y nos sumamos a esta aventura.

Lo nuevo asusta, la incertidumbre te carcome por dentro pues no sabes con qué te vas a encontrar.
Yo no podía evitar estar un poco alerta y a la defensiva con las personas que iba conociendo.
Siempre fui bueno haciendo amigos, aunque al final sólo quise mantener contacto con mi más entrañable compañero de aventuras de la infancia, Diego.

Por eso me sentía algo solo y un poco incomprendido.
Pero las nuevas compañías me hacían sentir incómodo.
Tal vez porque todos se esforzaban mucho por agradarme, nunca entendí por qué, pero querían ser mis amigos. Se acercaban, me hablaban y ofrecían compañía, ayuda y otras cosas; pero sus temas de conversación y su forma de ser realmente no terminaban de convencerme ni de darme ganas de crear una relación con ellos.

Sólo había alguien que me llamaba la atención... era guapo y solitario lo que lo hacía misterioso, y eso me atraía.
En algún punto debí de haberme clavado viéndolo y alguien me cachó, su nombre era Yolotl, pero para mí siempre será Yolanda.
El caso es que ella me dio todos los pormenores, me dijo su nombre y algunas cosas acerca de él y eso solo aumentó mi curiosidad.

Y como si se lo hubiera pedido al universo, en algún punto de una clase tuve mi oportunidad. Tuvimos que hacer un trabajo juntos de un tema que me interesó muchísimo, así que en cuanto se acercó a mi, me puse a hablar como loco y él no me callaba; escuchaba atento a todo lo que yo tuviera que decirle y se puso a desarrollar nuestro pequeño proyecto y rápido acabamos.
Nos sobró tiempo así que le hice un par de preguntas sobre él y quedé encantado.
No me había equivocado, era un chavo con mucho en la mente, con ideas, con convicciones y pasiones... pero también con muchos miedos e inseguridades que hacían que no levantara la voz para ser escuchado.

Y eso lo confirmé cuando, a pesar de haber trabajado bien, siendo un gran compañero, me dio todo el crédito, quitándose así mismo su merecido reconocimiento.

Quería ayudarlo, deseaba tanto que él pudiera ver su talento y potencial, ver la maravillosa persona que era y lo inteligente... verse exactamente como era... verse a través de mis ojos.

Y por eso fui, me acerqué mientras estaba en su hora libre, comiendo y leyendo.
Con temor de interrumpir sus actividades cotidianas, me senté a su lado y opté por leer junto a él.
El silencio y los minutos muertos se pueden sentir incómodos, pero con él no y ahí supe que quería hacer cualquier actividad con él, por más banal que fuera, la quería realizar a su lado.

Todo estaba a punto de cambiar para bien y para mal y no lo sabíamos.

Un día me llamó llorando, me dijo que su familia lo había echado de su casa y yo no pude sentir más que impotencia y rabia.
¡Claro que lo recibiría con gusto en mi casa! Jamás hubiera permitido que anduviera solo vagando por ahí.
Mi familia lo recibió con amor, lo alimentó e intentó distraerlo del trago amargo.
Mi papá le ofreció el cuarto de visitas, él se rehusó, estuvieron en una cómica discusión hasta que los dos se rindieron, llegando a un acuerdo.

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