Cuñados: la boda

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Qué sensación tan extraña
Aquella que sentí
Al escuchar tu corazón
Por eso yo ya no se
Qué voy a hacer sin tu amor
Si no puedo escapar de esta llama que incendia mi cuerpo
Yo ya no intento descubrir qué pasará
¿Qué escondes dentro de tu alma?
Que me hace alucinar
Y hasta perder la razón

La cena había acabado y todos se sentían felices.
En poco tiempo sería la boda del año y no podían estar más que emocionados.

Los López se despidieron y agradecieron para encaminarse a su departamento.

En el mismo pasillo, Aris detuvo a Temo.

-¿Podemos hablar? -Temo sólo asintió. -Oye... yo quería pedirte perdón. No pensé que te pondría en una posición incómoda frente a todos. Ahora que estamos solos, puedes decirme con confianza si no quieres ayudarme con lo de los pasteles. Lo entenderé.

-No, no, tranquilo. Si me agarraste de sorpresa pero, todo bien. Solo que, bueno, yo no soy cocinero ni mucho menos pastelero... ¿y si la riego?

-No pasará. Yo estaré ahí para guiarte. Sólo tienes que confiar.

-Confiar. -repitió y alzó una ceja. Ahí estaba de nuevo, el coqueteo mutuo.

Aristóteles se volvió a poner nervioso. -Si, yo... tienes que confiar en mi... para la receta y...

Temo rió. -No te preocupes, eso entendí, bonito. -se acercó y dejó un beso en su mejilla. -Hasta mañana. -se despidió.

Al entrar al departamento, se encontró con la mirada divertida de su hermana.

-¿Así que...? ¿Aristóteles?

-¡Lupita! ¿Estabas espiando?

-¡No, para nada! Yo sólo estaba aquí... ¡oye! No cambies el tema, traviesillo. Yo ya le había dicho a Arq...- se interrumpió sola al darse cuenta de lo que estaba a punto de decir.

-¡Ana Guadalupe! ¡Termina esa oración! ¿Has hablado con Arquímedes acerca de mi?

-¡Perdón, hermanito! Es tu vida y sabes que lo respeto mucho, pero cuando mi novio me presentó a Aristóteles, no puede evitar pensar en ti...

-Sabes que la cosas no funcionan así, no porque él sea gay o bisexual quiere decir que yo...

-De hecho si es gay...

-¡Lupita! ¡Eso no nos incumbe a nosotros!

-Podría interesarte, yo sólo digo.

-Estoy cansado, no puedo, bueno, de hecho, no voy a hablar de esto contigo. Buenas noches. - y algo ofendido se fue a su cuarto.

↬•↫

Una llamada telefónica ya bastante entrada la noche y en susurros se estaba escuchando.

-Lupita... ¿no crees que es algo, no sé, 'arriesgado'? ¡Nos van a descubrir!

-¡Para nada! Nadie lo sabe, sólo tú y yo. Arqui, los vimos coquetearse durante toda la cena; no dejaban de intercambiar miradas, sonrisas, guiños. Hasta se parecen a nosotros. Además, no estamos haciendo nada. Nosotros solo queremos nuestros pasteles de bodas. Que pasen tiempo juntos es un plus.

-Pero tu hermano dijo...

-¡Ash! Mi hermano está tontito. Él nunca se da cuenta de nada, ni siquiera de sus propios sentimientos. Si bien que quiere. ¿Aris te dijo algo?

-No... nada.

-¿Seguro, Arqui? No me estarás mintiendo, ¿verdad?

La consciencia de Arqui pesaba. Se sentía un traicionero. Estaba entre la espada y la pared. No decirle nada a Lupita era como guardarle secretos. Pero decirle lo que había hablado con su hermano era traicionar su confianza. ¿Cómo ser neutral?

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