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Emma comenzó a despertar de forma perezosa, abriendo sus ojos muy lentamente

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Emma comenzó a despertar de forma perezosa, abriendo sus ojos muy lentamente. Parpadeó varias veces, sintiendo sus ojos demasiado pesados como para mantenerlos abiertos.

Además, su cabeza le dolía debido a las agudas punzadas que se hacían presentes cada pocos segundos. Parecía que la migraña había regresado.

Intentó espantar el sueño restregando sus manos sobre sus ojos, aunque no pudo siquiera levantarlas.

Su acción se vio impedida por algo que las estaba apresando.

— Pero qué mierda... —gruñó con molestia— ¿Qué...? —se calló al apreciar con su vista un tanto borrosa sus manos esposadas a la silla de una forma muy incómoda— ¿Karl? ¿Qué ha pasado?

Karl gruñó bajito, regalándole una mala mirada.

— Cállate, no quiero que me hables —le regañó— Estoy muy, muy, pero que muy enfadado contigo. Así que mejor duérmete otra vez.

— ¿Cómo que me duerma otra vez? —inquirió con molestia— ¿Dónde está el omega?

Aunque quiso ocultar la ansiedad en su tono, Karl lo notó perfectamente.

— Sí, eso... —refunfuñó— Preocúpate por el omega y no por el alfa al que casi matas, mujer —le regaló otra mala mirada.

— ¿Puedes ser más claro? —inquirió Emma, conteniendo un gruñido— ¿A quién casi mato? —insistió— ¿Y el omega?

— ¡Casi matas a Joshua en tu estúpido intento de enzarzarte en una estúpida pelea territorial! — chilló el beta con indignación— ¡Tu sentido de la vista está jodidamente estropeado y apesta! ¡Muchísimo! —le reclamó— ¡Intentaste matar al alfa que no era!

Joshua carraspeó, llamando la atención de la alfa.

Ésta todavía se encontraba demasiado adormecida por el calmante que tan gustosamente Karl le había inyectado. Por supuesto, con la aprobación del especialista.

— Solo han sido tres puntos en la ceja —aclaró el alfa— No le hagas caso... —Karl lo miró mal— Crea drama donde no lo hay.

« ¡Uy, perdona!
¡Encima que me preocupo por ti! »
Pensó Karl con amargura.

— Déjame despedirlo, alfa —refunfuñó con indignación— Te prometo que pondré en el informe que él causó todos los daños —insistió— Seré un testigo cien por ciento fiable, todo el jurado me creerá a mí.

Joshua emitió una pequeña risita, negando con su cabeza ante las ocurrencias del beta.

— Déjate de estupideces y suéltame... —se quejó la alfa— Necesito buscar al omega, ya que tú no me dices dónde narices está.

— Ay, que pesada eres, hija mía —se quejó el beta— Está en la cafetería con su hermano —comentó, saciando la curiosidad de Emma— Henry está intentando darle algo nutritivo por recomendación del doctor.

Alfa, quiero un nido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora