— ¡Al...fa! —chilló Samuel.
Luchó un poco contra la voluntad de la puerta al no querer ser abierta.
Cuando por fin consiguió abrirla, chilló una vez más, lanzándose a los brazos de su alfa.— Eh, eh. Hola, cariño —comentó la alfa con dulzura, envolviéndolo en sus brazos—Veo que no he sido la única en echar de menos a alguien —refunfuñó con diversión.
Samuel hizo un ruidito semejante a un gruñido, haciéndole saber a la alfa que eso era cierto.
— Ven... —murmuró, tomándolo en brazos— Déjame que compruebe que todo está bien contigo, cariño.
El omega inclinó su cabeza hacia un lado dócilmente, dejando que la alfa olfateara su cuello con insistencia.
Soltó una pequeña risita por las cosquillas que la nariz de Emma le estaba provocando.Su punto débil era su cuello, sin duda.
Muchos omegas parecían no tener el mismo problema que él y es que, al contrario que ellos, si alguien tocaba su cuello se volvía muy débil.Se mantenía sumiso por un largo tiempo, aun si había sido un pequeño roce de un alfa, beta u omega. Por esa misma razón, aprendió a evitar a los lobos que intentaban atacar su debilidad, aunque lo hicieran simplemente para saciar su curiosidad.
Pero con su alfa era distinto.
Le gustaba que hiciera eso, y a su omega parecía gustarle mil veces más.Una agradable sensación recorría su cuerpo y las cosquillas, lejos de volverle débil, le parecía un pequeño juego que solo aumentaba esas sensaciones.
Emma gruñó con satisfacción al sentir su ansiedad un poco más aliviada gracias al festín que se estaba dando con el olor de su omega.
Nunca creyó a las personas que hablaban de sentimientos tan específicos, intensos y, sobre todo, territoriales.
Cada vez que intentaban advertirle con un «sabrás lo que digo cuando lo encuentres», ella correspondía con un «Bobadas. A vosotros solo os gusta exagerar».
Los murmullos de los vecinos amontonados en el rellano del edificio, le recordaron a la alfa que tenía otro asunto pendiente que resolver.
Se giró lentamente, adoptando una posición de ataque para intentar hacer un poco más efectiva su amenaza.
— Largo de aquí, señores —gruñó con advertencia— Muchas gracias por vuestra preocupación, pero es hora de que se marchen a sus casas.
No tuvo que decirlo una segunda vez, ya que todos comenzaron a despejar el reducido espacio en cuestión de segundos.
— Buenos días, Emma —comentó Henry con diversión— Estos señores de aquí desean hacernos unas preguntas, así que pasa... —le hizo un gesto— Voy a preparar un poco de café porque estoy que me duermo aquí mismo.
Emma se adentró a la casa, cerrando la puerta con toda la amabilidad que pudo acumular en ese momento, la cual fue poca.
— Mejor vuelva a abrirla —demandó uno de los policías— Nuestro protocolo así nos lo exige.
Emma la abrió de nuevo, no queriendo enzarzarse en una pelea desde tan temprano.
Fueron tres simples preguntas a cada alfa, ya que el omega no parecía mostrar ningún signo de malestar en el regazo de Emma.
Se disculparon una vez más, argumentando que era su trabajo mantener la seguridad de sus ciudadanos y se marcharon de allí como alma que lleva el diablo.
— Menudas ojeras... —se burló Henry, terminando su café.
— Mejor cállate —refunfuñó Emma— No te haces una idea de la nochecita que he pasado.

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Alfa, quiero un nido ©
Kurt AdamSamuel, un omega varón de veintiséis años, se siente preparado para dar un paso más allá en su relación. Él quiere un nido. Está listo para pedirle a su pareja un nido porque desea experimentar todas aquellas cálidas sensaciones de las que todo el...