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El truco es volverse fuerte de corazón sin perder la ternura del alma

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El truco es volverse fuerte de corazón sin perder la ternura del alma.

Nekhare

Henry llegó ocho minutos tarde a su puesto de trabajo. Por extraño que pareciera, Karl no se encontraba en el vestíbulo del edificio esperándolo con sus brazos cruzados para amenazarlo con un posible despido.

Aprovechó el momento para dirigirse a la cafetería y revisar si su hermano se encontraba allí con su jefa.
No obstante, tampoco los encontró.

El alfa no quiso darle ninguna importancia. Sonrió ampliamente, decidiendo que saludaría a su omega antes de encerrarse en su despacho.

Mason sonrió con emoción al verlo, cambiando su expresión a una seria en cuanto recordó que se encontraba en su puesto de trabajo y que, por tanto, debía controlar a su revoltoso omega.

— No puede continuar su camino si no le registro primero, señor —comentó su compañero hacia el alfa, adelantándose.

Mason gruñó bajito.
Inevitablemente, cedió ante sus instintos.

— ¡Oye! —chilló Mason, mirándolo de forma acusadora— ¡Qué se lo iba a decir yo!

— Tú no puedes —comentó su compañero, frunciendo su ceño ligeramente, producto de la ira— Es un alfa, y tienes prohibido cachear a cualquier lobo que no sea beta u omega, lo sabes.

Henry rió suavemente al ver como su omega abría su boca con indignación.

— ¡Eso es muy ofensivo! —gritó Mason, histérico— Se lo voy a decir al señor Karl —refunfuñó, indignado— Ojalá te despida —murmuró a regañadientes.

Se giró hacia el alfa, acusándolo con su dedo índice.

— Yo voy a revisarte —gruñó bajito en advertencia— No le hagas caso.

Henry asintió lentamente, haciendo su mejor esfuerzo para contener la risa. Aun así, le parecía demasiado adorable la actitud y la expresión que había adoptado su omega por aquella tontería.

— Te he dicho que no, omega —gruñó el alfa, entrecerrando sus ojos— Son las normas, ¿entiendes? —insistió— Después pasa cualquier cosa y Karl viene a joderme con un posible despido —gruñó con suavidad.

Joshua apareció tras ellos en cuestión de segundos, para nada motivado por la curiosidad al haber escuchado el nombre del señor Karl, por supuesto.

— ¿Qué está pasando aquí? —inquirió, echando un vistazo con disimulo por todo el vestíbulo para ver si Karl ya había despachado a aquel alfa que tan mala vibra le había causado— ¿Por qué os estáis peleando?

— No nos estamos peleando, Joshua —comentó el alfa con fingida calma—Lo que pasa es que aquí el omega novato quiere saltarse las normas —señaló a Mason, quien lo miraba con indignación.

Alfa, quiero un nido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora