Extra [II]

5.1K 459 22
                                    

Emma nunca se había caracterizado por ser una loba ansiosa. Sin embargo, en ese momento estaba experimentando todos los síntomas que una persona ansiosa podría apreciar.

Oficialmente, podría decirse que acabó aborreciendo la habitación que en su momento fue designada como suya; como un espacio en el que poder arreglarse el día de su boda, lejos del novio.

Y es que solo de recordar que llevaba tantísimo tiempo alejado de su omega le provocaba mucho más que un poco de ansiedad.

Casi tres días en los que tuvo que soportar a sus hermanos que podían llegar a ser un gran incordio si se lo proponían, especialmente su hermano Karl.

— Querrás arrancarle la ropa —comentó el beta, risueño— Pero ya le he advertido a su guía que no te deje tocarlo.

Terminó de colocar la tela sobre los ojos de la alfa y aprovechó para sacarla de quicio un poco más.

— Tranquila, llevaré un pañuelo para limpiar tus babas —prosiguió— Además, ya le he dicho a mi alfa que se ponga en la entrada para evitar que Sami huya —mordió fuertemente su labio inferior para tratar de contener la risa— Porque, créeme, querrá huir cuando te vea vestida de esa forma tan... —se calló, tratando de encontrar la palabra perfecta— Horrible.

Emma resopló, reprimiendo el impulso de echarlo a patadas de aquella habitación.

— ¿No crees que ya ha sido suficiente? —inquirió, un tanto molesta— Mi precioso omega estará más que hermoso, lo sé —se quejó— Pero si no vas a decirme cómo está vestido mejor cállate ya, por la Diosa.

— ¿Cuántos dedos te estoy mostrando? —inquirió Karl, ignorándola por completo.

Emma sonrió de una forma un tanto malvada.

— Te juro por lo que más amo en este mundo que no veo absolutamente nada —respondió, risueña— Pero, conociéndote como lo hago, sé que me estás enseñando tu dedo corazón.

«Mierda.
Hay que hacer otra prueba»
Se reprochó a sí mismo.

— ¿Y ahora? —insistió— ¿Cuántos dedos te estoy mostrando ahora?

— Karl... —gruñó Emma— Te lo he jurado por el precioso omega que dentro de poco será mi esposo, ¿eres idiota o te lo haces?

El aludido emitió un bajo gruñido, negándose a darse por vencido.

— Esto es jodidamente importante, así que hazme el jodido favor de contestarme ahora mismo —demandó, autoritario.

Emma emitió un ligero suspiro dramático.

— ¿Cinco? —

Karl sonrió, satisfecho.

— Ni de cerca, querida —comentó, juguetón— Ahora mejor me voy de aquí antes de que me cruce con mi futuro cuñado y arruine... —se interrumpió a sí mismo, estallando en carcajadas— Ah, es verdad. Yo ya sé cómo irá vestido tu omega.

Emma realmente intentó contenerlo, de verdad que sí. Pero, tras casi tres días infernales, no consiguió callárselo ni un segundo más.

— Yo también sé cómo irá vestido mi omega, Karl —refunfuñó— Soy su jodida alfa.

El chillido que emitió el beta bien podría haberlo escuchado hasta el mismísimo novio, quien se encontraba en la habitación más alejada de la casa.

— ¡Qué! —exclamó, incrédulo— ¡Maldito Joshua y su bocaza...!

— Él no me ha dicho nada, Karl —le interrumpió ella— Ni siquiera tú, cosa que me sorprende, ya que tú no sueles dejar de lado tus impulsos cotillas.

Alfa, quiero un nido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora