Esperanzas

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-Vamos a casa- musito Cloe mientras que yo tomaba mi maleta sin dejar de sonreírle a nuestra madre –Adiós mama, nos vemos mañana- ambas sonreímos mientras salíamos de la habitación en la que se encontraba la mujer que nos dio la vida.

-Acuérdense de traerme ese programa en el que sale ______- chillo justo antes de que saliéramos y no pude evitar sonreír.

-Está bien- le respondió la más alta mientras que yo arrastraba la maleta con todas mis fuerzas.

Una vez fuera de la habitación y fuera de la vista de mi madre me derrumbe, todo mi cuerpo colapso y cayo sentado sobre una de las sillas que estaban en el pasillo.

Suspire pesadamente sin despegar la vista del suelo -¿Sabes que me preocupa que no hables?-

-Pensé que lo que más deseabas en el mundo era que yo lograse cerrar mi bocota- musite recordando una de nuestras muchas peleas en la adolescencia.

-Hoy es un caso especial- murmuro mientras que tomaba mi mano –Hoy quiero que estés ahí para distraerme-

-Eso intentare- susurre mirando hacia el pasillo que conducía a la habitación de nuestro padre –Creo que es el shock de ver a papa y mama así-

-Imagínate como reaccione yo- soltó una risa amarga mientras que se levantaba para comenzar a dar marcha.

-Supongo que pensante que era una broma y luego de que te confirmaron que no lo era casi te arrancaste todo el cabello- musite haciéndola reír.

-¿Qué comes que adivinas?- se giró a verme y me arrebato la maleta de las manos –Déjamela a mí, tú no tienes fuerza-

-Como libros y no adivino, pienso- ella me aniquilo con la mirada –Eso fue por decir que no tengo fuerza- sonreí inocentemente mientras que ella reía de buena gana.

Desperté a las 8:00 am en punto.

Mire a mi alrededor y me encontré en mi vieja habitación. Seguía tal y como la había dejado hace casi un año y ahora estaba de vuelta. Se veía exactamente igual, cada cosa en su lugar incluso podría haber pensado que todo lo que había sucedido en el último año fue un sueño.

Pero no era así.

Me levante rápidamente y baje hasta la cocina en busca del líquido mágico que me mantenía con vida.

-Mierda, cambiaron todo de lugar- sisee mientras observaba la cocina remodelada frente a mí.

Comencé a moverme por la cocina e investigar donde estaban todas la cosas que necesitaba mientras que el agua hervía, pero resulta que yo tengo una suerte realmente mala.

La cortina se había soltado del pequeño gancho y fue a parar en la cocina en donde comenzó a arder rápidamente mientras que yo me queda en shock.

-Demonios- grite y corrí en busca del pequeño extintor que debía estar en alguna parte, la cocina comenzó a llenarse de humo mientras que el pequeño aparato del mal no aparecía.

-Mierda, mierda, mierda- chille cuando vi que el agua solo hacía que la flama creciera en vez de contrarrestarse como decía la creencia popular.

-¿Qué demonios está pasando?- chillo Cloe mientras entraba en la cocina

-Se está quemando la cortina- chille mientras que ella corría al extremo opuesto al que yo estaba y de la parte trasera de un mueble saco aquel aparato del mal que se había escondido de mí.

-¿Cómo mierda funciona esto?- grito mientras observaba el extintor en sus manos.

-Ni idea, no suelo quemar cosas- chille y en ese momento la puerta se abrió dejando ver a una figura masculina

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