Llevaba cerca de 10 minutos caminando en círculos por la oficina de mi loquero personal mientras este me observaba fijamente para evitar cualquier tipo de crisis nerviosa.
-Si sigues así dejaras un agujero en mi oficina- bufo mientras que yo solo lo aniquile con la mirada –Si el piso termina con un agujero te hare pagarlo demonio- no pude evitar sonreír pero aun así me sentía nerviosa.
-¿Debo ir? ¿Debo esconderme? ¿Por qué esta aquí? ¿Por qué demonios me comporto como una cría de 12 años? Por el amor de dios soy una mujer adulta- medio chille mientras daba un leve golpe con mi pie al basurero frente a mí.
-Porque tienes miedo- musito desde su silla sin apartar la vista del teléfono.
-Claro que tengo miedo- bufe –Tengo más miedo del que tuve el día en que me di cuenta de que estaba sola en Seúl incluso tengo más miedo que el día en que di la conferencia de prensa de presentación- suspire mientras me volvía a tirar en el sofá.
-¿A que le tienes miedo?- pregunto como si fuese lo más normal del mundo mientras mi cerebro luchaba por no sacar a relucir mis temores y angustias.
-Buena pregunta- musite mientras me cubría los ojos con el brazo –Muy buena pregunta-
-Si tienes miedo debes saber por qué- musito antes de llevarse el tazón de café a la boca.
-Me tengo miedo a mí misma- el solo alzo una ceja –Tengo miedo de estarme enamorando sin remedio y después sufrir por la realidad, no puedo sufrir más mi corazón está lo suficientemente roto como para ser considerado basura-
El suspiro viéndome con compasión –Afróntalo, si lo haces tendrás una tarea menos en tu lista-
-¿Y cuál es esa lista?-
-Bueno en primer lugar es afrontarlo, en segundo lugar es intentar manejar tus sentimientos y por último es desterrar todos tus sentimientos amoroso- dijo enumerando con sus dedos.
-Acompáñame-
-No lo hare- negó fervientemente con la cabeza.
-Por favor Raúl no sé si pueda hacerlo si no me llevas a rastras- está bien este día se había convertido en día oficial de rogarle a todo el mundo así que ya no sentía vergüenza por hacerlo.
-Está bien- siseo mientras se levantaba de su cómoda silla.
Caminamos en dirección al cuarto del cual había huido como niña pequeña mientras intentaba reunir el valor suficiente para poder enfrentarme a mis propios demonios pero había algo en mi estómago que no me dejaba en paz, aunque puede ser el hecho de que Raúl me está observando detenidamente.
-¿Acaso tengo algo en la cara?- sisee mientras que jugaba con mis dedos producto de los nervios.
-No entiendo porque tienes miedo a enamorarte ¿Qué hay de malo en eso?-
-No soy lo suficientemente buena para esto- murmure mientras que mis nervios comenzaban a llegar a niveles estratosféricos.
-Todos somos lo suficientemente buenos para esto, de formas distintas pero todos somos buenos- yo comencé a negar pero el no dio lugar a mi pequeña apelación -¿Dime porque no eres lo suficientemente buena?
-No soy lo suficiente- suspire mientras el negaba con la cabeza –Estoy rota ¿Sabes?- él puso los ojos en blanco –No rota, destruida es la palabra precisa y a eso súmale el miedo. No quiero volver a sufrir, no otra vez, no quiero que me destrocen el corazón otra vez- mi voz se fue apagando poco a poco mientras que iba hablando.