Parte 11

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Su espalda fue tensada y arqueada al venirse en su propia mano. Apretó tan fuerte los dientes que cuando liberó su semilla le comenzó a doler la mandíbula. Destrabó su exhalación reiniciando su respiración discretamente. Se mantuvo un par de minutos viendo el techo de su habitación aún sujetando su miembro y recobrando el sentido de la realidad. Levantó su mano observando la brillosa sustancia desperdiciada. Se lamentó cerrando los ojos y abandonando la cama para subirse los pantalones.

No tardó mucho en el baño aseándose. Se tomó el tiempo para reincorporarse a sus actividades antes de haber sido interrumpido por las salvaje, provocadora y deseosa imagen de Jason en el jardín mientras entrenaba. Tim verdaderamente lucía arrepentido, como un niño regañado por entrar a su casa a una hora tardía después de una hermosa tarde de juego. Suspirando, se sentó detrás de su escritorio a tratar de explicarse su actitud pervertida y descontrolada cada vez que se fijaba empeñadamente en la silueta del renegado.

No recordaba la fecha exacta, pero sí el primer sueño en particular que tuvo con él. Uno húmedo que lo despertó en la mitad de la noche con semejante sorpresa entre sus piernas. Jamás imaginó que aquel alucine sería el inició de pretensiones más profundas y carnales. Ahora aquella idea rondaba su cabeza insistente, como un mosquito fastidiando en la obscuridad.

Primero sólo fue impresionado por la idea, luego, mientras más lo reflexionaba, más se exigía para controlar el cosquilleo en su bajo vientre. El cambio fue paulatino, las semanas transcurrieron intensificando la extraña dependencia a las varoniles formas de Jason. En un inicio, sólo pensaba en por qué su lívido se había fijado en él, luego las preguntas se disolvieron en probar y evidenciar esos deseos. Lo intentó tocándose un par de veces mientras se bañaba, antes de dormir o al levantarse y todo cobraba sentido en cuanto demostraba que atrayendo la imagen de aquel perfecto cuerpo desnudo bajo de sí, gimiendo, implorando que aquel acoplamiento se detuviera, rogando, llorando, le provocaba los clímax más deliciosos jamás experimentados. La duda ya no tenía cabida. No tenía caso seguir ignorándolo, seguir rechazando la conclusión, continuar con las interrogantes absurdas que sólo lo hacían pensar en él y repetir el ciclo de auto-placer; las pruebas hablaban, así como las decenas de horas que dedicó a acariciarse mientras lo imaginaba vulnerablemente a su disposición y la ansiedad por desahogarse con un orgasmo cada vez que le veía las caderas, que percibía su aroma, que lo sentía cerca, que se rozaban al entrenar, al convivir, al conversar vaga y esporádicamente mientras miraba detalladamente sus labios, su lengua, su cuello, su piel.

-Sí, es eso... -Timothy confesó cerrando el libro que sólo calentaba entre su manos, pues sus reflexiones acapararon toda la concentración-. Sólo un deseo... Nada más...

En algún punto de su coexistencia indiferente, el tercer petirrojo había desarrollado un anhelo lujurioso, incomprensible, molestamente cómodo y desmedido por el segundo hijo. Racionalmente no encontraba las causas a su nuevo pasatiempo, no obstante, dejaba libres a los atributos de Jason para que cargaran con la culpa de su desenfreno erótico.

Mejor era aceptarlo y mantener un equilibrio que no afectara a nadie, mucho menos a él o al incauto de la capucha. Nadie tenía por qué saber lo que su infinita e inspirada imaginación maquilaba. No ocasionaba algún daño y no aportaba consecuencias cuantificables. Todo se sintetizaba en una relación privada y discreta entre sus fantasías y su entrepierna. Ningún involucrado, ningún fisgón, ninguna víctima, ningún castigo por la inmoralidad de sus ilusiones desinhibidas, nada por lo que arrepentirse. Absolutamente nada.

-¿Qué provocó aquel sueño...? –Se inquirió recargándose en la silla balanceándose peligrosamente después-. ¡Cierto! ¡Fue ése día...! Aquel que estaba enfermo...

Sonrió maliciosamente. Llevó su cabeza hacia atrás rememorando esos momentos inocentes. ¿Cómo podría olvidar algo como eso? Por supuesto estuvo mal malinterpretar todo, pero los sonidos que salían de su boca cuando se quejaba por el dolor y su parcial desnudez para bajarle la fiebre sólo alimentaron la imagen fuera de contexto.

Kidnapper Peach [TimJay]Where stories live. Discover now