Kidnapper Peach [TimJay]

Parte 42

Se internó hasta el altar, detrás de las columnas, al fondo, en la puerta principal. Lo recorrió todo hasta dar con esa salida que lo conectaba con la sala de baño que Timothy mandó montar.

-¡JASON! –Llamó igual de desesperado-. ¡Ja...! –Volvió a exclamar, pero apenas entró y su respiración se fue-.

La escasa luz vespertina, casi azulada a través de los vitrales eclesiásticos y coloridos alumbraba perfecta y tristemente la silueta inerte de un cuerpo. Cuerpo que reconoció a duras penas debido a su mal estado, pero que develó finalmente su identidad.

-No puede ser... -Musitó Damian dándole un nombre al sujeto que permanecía estático, cuyo cuerpo frío y mojado existía mal envuelto en una sábana dentro de la bañera-. Jason... -Dijo atónito-.

Vio su cuerpo enclaustrado y deformado. Mirando incluso por encima, lo que debía ser blanquecino en las telas, en realidad hervía en tonos carmesí y negruzcos. La sangre no dejó de brotar en Jason.

Damian se aterrorizó de sólo verlo. Lo primero en su cabeza fue creerlo muerto.

-¡NO, JASON! –Gritó yendo hacia él-. ¡JASOOOOOOOOON! ¡Jason! –Llamó pávido acercándose al congelado mueble de porcelana-.

Por la premura, resbaló con el agua y cayó violentamente. Difícilmente, alcanzó a sostenerse del borde del lavabo. Cojeó luego hasta agarrarse de la orilla de la bañera. Ahí, se ayudó a levantarse y a asomar su cabeza en el interior.

La escena frente a él era impactante. Lo que en un inicio creyó ver, lo afirmó al tener el cuerpo bajo sus narices. La sangre fluía sobre las sábanas. Jason estaba irreconocible. Damian temió lo peor.

No lo pensó dos veces y se lanzó a la bañera pese a su pierna lesionada. Se colocó encima de Jason e inició una revisión prudente. Se alivió un poco al encontrar su pulso. Aunque no se tranquilizó del todo, pues los signos vitales eran débiles y escasamente notables.

Se concentró entonces en revisar delicadamente al ocupante, pero sus manos se paralizaron al no ver por dónde empezar. Había sangre por todas partes. Las heridas emergían en cada centímetro de su piel.

-¡¿Qué pasó, Jason?! ¡¿Qué demonios te pasó?! –Exclamó tomando la cabeza y levantándola para sacudirlo un poco-. ¡Jason, Jason, despierta! –Clamó desesperado agitando al mayor sin obtener alguna respuesta-.

Desde las ruinas de la cocina, Timothy oía las súplicas de Damian; lo que lo hacía retorcerse de culpa escuchando cómo el más joven continuaba alzando su voz y agitando con más ahínco.

Sin embargo, dado el silencio que Damian recibía como respuesta, parecía que el muchacho sostenía solamente un muerto en sus manos.

-¡Jason! ¡JASON! –Gritó el menor exasperado, incluso perdiendo la voz-.

Aún en su pasmo, Timothy se esforzó para levantarse. Todavía idiotizado por su alma entumecida y el ardor en su cuerpo, pero también preocupado por ya no causar más dolor, se encaminó entre bamboleos hacia el baño. Justo entró y atestiguó la desesperación en Damian, quien seguía tratando de reanimar a Jason.

Verlo así, le rompió el corazón.

Capituló en presencia de su arrepentimiento. Tim aniquiló toda su voluntad y cobardemente, dio media vuelta para regresar por donde había caminado. Hecho un trapo resquebrajado, el muchacho de la capa roja se internó en el plano de la cocina deshecha. Realmente no importaba a donde fuera en ese solitario espacio, pues los llamados infernales de Damian no desaparecían ni siquiera cuando intentó cubrirse los oídos.