Kidnapper Peach [TimJay]

Parte 20

Lo estaba forzando. Lo lastimaba como todas las noches. Jason dedicó cada uno de los residuos de sus fuerzas a apretar sus dientes mientras su carne era abierta. Los embistes lo atoraban a la cama, sin mencionar las pendencieras manos de aquel que lo ultrajaba con semejante violencia, sujetándolo contra las sábanas, impidiéndole escapar.

Paulatinamente abría los ojos teniendo una vela como única fuente de luz. El resto de la habitación desaparecía entre tinieblas y los rechinidos del lecho. Se ahogaba en miedo, pero también en pulsaciones que reducían su inspiración entre frustración e impotencia. No concebía estar de nuevo en aquel agujero. No creía y no aceptaba volver a ser la muñeca de trapo de aquel sujeto. Rechinaba los dientes mientras maldecía en sus pensamientos.

-Quiero oír tu voz, no te contengas... -Aquella irreconocible voz le dijo sobrecogiendo sus ánimos y aterrándolo, pues no parecía reconocer el tono-. ¿Acaso necesitas inspiración? -Sugirió arremetiendo contra Jason-.

El renegado gritó inevitablemente en respuesta. El dolor fue demasiado para él. Su voz dolorosa ya no pudo ser contenida. No había placer en su expresión, sólo demanda de misericordia o imploración por un desmayo; cualquier cosa que terminara su suplicio.

-Más fuerte, Jason. Grita más fuerte. -Ordenó acrecentando sus embistes, aumentando los furiosos movimientos, enterrándose más profundo-.

-¡No! ¡Ya, déjame! -Respondió de último retorciéndose, abriendo sus ojos para suplicar piedad-.

Al enfocarlo en sus orbes, fue entonces que la imagen sobre él lo paralizó quitándole la respiración. Así, donde el creyó ver aquella máscara blanca, en realidad encontró el rostro enajenado de Richard, sonriéndole con una mueca deforme repleta de éxtasis y maldad. Jason se pasmó aterrado, gritó desmesuradamente, quebrándose la voz.

-Calma... sólo es un sueño. Calma, Jason. -Susurraba Timothy limpiándole el sudor al mayor con un paño húmedo-. Con calma... -Seguía diciendo, pero el renegado no despertaba, sólo murmuraba incoherencias y se agitaba moviéndose en la cama-. Jason, tranquilo... -Le pidió afligiéndose, retrayéndose, sintiéndose el responsable del aspecto delicado del ojiturquesa-.

Esa crisis no era otra cosa que resultado de su deplorable estado, causado por su pésima alimentación y las decenas de horas sin dormir. La fiebre cedió solamente un par de horas, pero remontó al cabo de la mañana y así estuvo repitiéndose el ciclo por más de dos días. Jason no despertaba, sufría por sus delirios, descansaba pausadamente entre trances y pesadillas. Timothy hizo de todo para calmarlo. No se despegó de su lado en todo ese lapso estresante. Le hablaba, lo consolaba, suavizaba sus toques acariciando su rostro con el objetivo de tranquilizar su respiración. Sólo así, Jason ralentizaba su ritmo y retomaba el sueño profundo y sereno.

Al tercer día, luego de verlo descansar sin complicaciones o sin más desgarradoras pesadillas, Timothy se dio una pausa para relajarse con una taza de café. Lo arropó cuidadosa y cariñosamente antes de retirarse a la cocina y recostarse sobre la mesa.

La tarde ya caía. El panorama se pintaba de anaranjado y el frío comenzaba a ascender. Los sentidos de Jason también escalaban a su consciencia. En su piel percibía algo de la temperatura, así igual el silencio profundo invadía sus tímpanos y la resequedad en su garganta lo invitaba a gruñir un poco.

Levantó sus pestañas. Parpadeó para mirar mejor el techo. La obscuridad ya empezaba a inundar aquella habitación, por lo que no le costó trabajo adaptar sus pupilas. Suspiró dándose unos segundos para comprender dónde y en qué condiciones se encontraba. Se sentó percibiendo su cuerpo pesado. Por su cabeza circundaban algunas imágenes que tuvo mientras dormía. Entre todas, aquella del hombre de la máscara, sentado junto a él, susurrándole, tomándole la mano, de alguna forma, calmándolo en tanto no se apartaba de él. Cada vez que abría los ojos, entre tantos sueños, veía a su captor limpiándole el sudor, cubriéndolo, hablándole suavemente de cosas que realmente sonaban bien, pero no comprendía.