Parte 12

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Sin quererlo, sin poder impedirlo o preverlo, varias tardes pasaron frente a sus ojos. Tardes que compartieron en parques, salidas al cine, siestas en el sofá a mitad de una película, cenas clandestinas apartadas de ojos ajenos, tardes repletas de lecturas, de malos chistes, de juegos improvisados que devinieron en una relación más natural y divertida. Tim de verdad ocupaba su consciencia en darse valor para mirarlo sin reaccionar o sobre reaccionar. Al principio acompañaba a Jason renuentemente, aún sin conocer el por qué cedía tan fácilmente a sus peticiones, luego, sin darse cuenta, las horas se acortaban entre sus dedos mientras disfrutaban de la mutua compañía.

Varias veces Jason traspasó la línea del contacto personal, pero se divertían tanto que Tim realmente no se percataba de esos detalles sólo hasta que sentía el frío que la ausencia de Jason dejaba en su cuerpo. No lo entendía al principio, pero poco a poco su presencia le resultaba necesaria, pues cuando se hallaba solo, le nacía un sentimiento molesto que le provocaba mal humor, como si tuviera comezón y no pudiera rascarse. Así se sentía, así percibía las cosas, así concluyó que Jason paulatinamente se convertía en un ser ameno cuya esencia comenzaba a querer, a desear cerca.

Sólo cuando Tim se quedaba apartado de Jason por días es que retomaba su hábito carnal. Luego, el ojiturquesa reaparecía y sus instintos descontrolados dormían de nuevo. El tercer hijo entonces se dio cuenta que mientras gastaba su tiempo junto a Jason, su mente se ocupaba de disfrutar de él, de dejarse llevar para relajarse y admirar todas sus facetas y no debía preocuparse por ahuyentar su ansiedad lujuriosa, pues la paz que el ojiturquesa le profesaba era suficiente para no sucumbir tan rápido.

Relativamente, no había dejado de lado su pasatiempo, pero ahora se extasiaba teniendo imágenes tiernas, expresivas y nuevas de Jason para su repertorio. Cada vez que pensaba en él, sonreía feliz y satisfecho. Gradualmente, la necesidad que nacía en su entrepierna comenzó a tener otras inspiraciones. Tarde fue cuando reparó en los sentimientos que ahora lo poseían incitándolo para tocarse. No hubo tiempo de reflexionar, sólo de sentir, de sentir todo ese cariño y afición que surgía inherente a la silueta perfecta y provocativa de Jason. Con sólo recordar esos momentos juntos, Tim suspiraba inquieto anhelando estar junto a él, deseando tenerlo cerca para abrazarlo y no dejarlo ir.

Sus sesiones de masturbación le eran infinitamente placenteras, sí, pero irónicamente a sus conclusiones iniciales, ya no le resultaban ni infinitamente iguales. De un momento a otro, durante una noche de placer, percibió su corazón deseoso de la piel de Jason y no sólo de su recuerdo. Abrió los ojos asustado, retirando las manos de su miembro húmedo y resbaloso, sentándose en el acto y cubriéndose con las sábanas.

-¡No, no, no...! Esto no está pasando... -Se dijo al darse cuenta que ahora no lo hacía para desfogarse, para tranquilizar su libido o para satisfacer sus impulsos perversos, sino para calmar la ansiedad que Jason ocasionaba cuando ya no se hallaba presente, cuando se apartaba dejándolo solo, cuando no lo escuchaba o lo veía sonreír-. ¡Maldición! –Expresó molestó, abandonando la cama y escondiéndose en el baño-.

La madrugada llegó y no encontró una distracción mejor que aquella del patrullaje. Aún faltaba para el amanecer, pero no era tan temprano como para encontrar gente en las calles. Agradeció la calma de esa noche en particular. Se sentó en la cornisa bebiendo café de un termo. Se quitó la capucha disfrutando del humeante tentempié.

-¿Enamorado de Jason? –Expresó mofándose de sí mismo-. Por supuesto que no... ¡Qué tonto!

-¿Quién está enamorado de Jason? –Preguntó un individuo arribando a la misma azotea-.

Tim se levantó recolocándose la capucha y posando su mano sobre su cinturón dispuesto a embestir al intruso, sin embargo, su impulso se detuvo en cuanto vio la boba y cínica sonrisa de Richard.

Kidnapper Peach [TimJay]Where stories live. Discover now