1. La Vecina

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Nota del autor: ¡Hola! Si te gustan mis historias, por favor, te invito a apoyarme a través de cafecito app (el link está en mi perfil) o mi alias: "alisa.duna.bazos.mp"

¡Muchas gracias! Ahora sí, los dejo con el relato:

Esto me sucedió hace diez años atrás. En ese entonces yo era un adolescente despreocupado, con la cabeza alterada por las hormonas, y con mucho tiempo libre. Me había mudado a un departamento nuevo, y podría hacer lo que quisiera, cuando quisiera. Era un edificio muy vistoso, cerca de la playa y con buenas referencias. Había vecinos, y a pesar de que no quería relacionarme con ninguno, cierto día me topé con el habitante del 9° b. Yo no suelo sacar la basura tan temprano, pero esa mañana la resaca me obligó a salir a tomar air fresco. La noche anterior, a modo de festejo, me reuní con unos amigos y bebimos tanto que ni siquiera recuerdo a qué hora volví a mi piso. Desperté, por suerte, en mi cama co la ropa puesta, y los pantalones a medio bajar.

Pero como decía. Aquella mañana al sacar la basura, me topé con el habitante del 9° b. Yo estaba terminando de cerrar el contenedor de la basura, con el sol dándome en la cara, y sin ver nada oí que alguien me dijo "buenos días, ¿Qué cara, eh?". No recuerdo que dije, o si respondí algo. Quizá sólo dije "Buenos días" y ya. Regresé a mi piso y me dormí. A la tarde, decidí salir por una barra de chocolate y entonces volví a cruzarme con esta persona. Y pude ver y descubrir quién era.

Estaba en la fila del mercado, cuando alguien me habló. Pude reconocer su tono, a pesar de que mi memoria es muy volátil. Apenas retengo los datos necesarios, como mi número de la tarjeta social y cosas así. Pero aquella voz, al parecer, estaba destinada a quedarse en inconsciente por mucho tiempo.

— Bueno, seguís vivo. Eso es bueno.

— Hola-dije, girando para ver. - ¿Perdón?

— Soy tu vecina-me dijo-Te vi hoy cuando sacaste la basura.

— ¡Oh no! Qué vergüenza... yo, no estaba en mis cabales.

— Ni yo-dijo-Salí anoche, y bueno... al despertar no me di cuenta. Pero cuando salí, sólo traía puesta mi camisa corta que uso para dormir, si me hubieras visto te habrías reído de mí.

— ¿Qué? -dije. ¿Acaso me estaba diciendo que había salido a la calle semi-desnuda? No, me dije, tiene que ser un chiste-

— De verdad. Por suerte, al parecer, ahora estamos los dos vestidos y nos vemos como gente normal.

No pude quitarme la escena de la mente. Fue como si alguien me golpeara en la cara y luego se marchara. Intenté decir algo, para no quedar como tonto.

— Es... es verdad.

— Qué bueno-dijo y me sonrió-

— El siguiente-dijo el dueño de la tienda- ¿Vas a pagar o qué?

— Sí, perdón.

No sabía cómo decirle a mi vecina, que me esperara para salir juntos del supermercado. Pero al parecer pudo leer mi mente (¿O caso oler mis hormonas?) y se ofreció a volver conmigo. Ella llevaba en sus manos una botella de agua y unas aspirinas. Al parecer la fiesta había sido más que dura. Le comenté mi itinerario de la noche anterior y soltó un par de carcajadas. ¿Habríamos ido al mismo bar? Quizá.

Al llegar a mi piso (vivía en el 4b), ella me saludó con un beso en la mejilla. Me quedé en la puerta observándome como subía las escaleras. En ese día llevaba un pantalón corto (más bien un jean rasgado, e hilachento) y una remera blanca. Su pelo rojo le caía como una cascada pequeña. Aún recuerdo sus ojos de gato, enormes, mirándome como si yo fuera un ratón. Y su voz diciendo: "¿Tienes un poco de leche para mí?"

La vecinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora