Capítulo 10:

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Con la mente y el corazón más dañados que las heridas reales todos regresamos a la escuela. Muchos de los cotilleos y de los pasillos eran por las personas que habíamos estado ese día en el Ministerio.

En la portada del periódico mágico solo salía el elegido. Pero al fondo estábamos todos los demás aún perplejos por lo que acababa de pasar. El mismo Voldemort que había actuado sigilosamente hace un año y había vuelto a una especie de vida delante de mis ojos estaba hace unos minutos ante mis ojos. Luchando contra Harry, pero aún sin poder tocarle con su varita.

Toda esa incertidumbre que había creado la reaparición de El Que No Debe Ser Nombrado, que solo lo habíamos visto un par de personas, había causado mucho revuelo. Dejando un año duro para Harry, sobre todo, pese a ser una situación difícil, los demás alumnos se agazaparon contra él. Unos desde la ironía y otros desde los rumores que habían rondado durante todo el año.

Ahora, por suerte o por desgracia, los rumores seguían llegando, pero dirigidos hacia otra persona. Hacia mí. Mientras que las cosas que decían sobre Harry iban cada vez mejorando, lo que se decía sobre mí era cada vez peor. Haber visto a mi abuela y descubrir toda la verdad sobre ella y haber visto como los gemelos se marchaban del colegio había dejado algo parecido a una brecha dentro de mí.

Llevaba todos los días bajo mi brazo aquel mítico libro donde había visto su foto, ahora sabía que las personas que había allí eran mi madre y mi abuela. Pero todavía no tenía repuesta sobre el qué estaban haciendo allí.

Los primeros días, la señora Pince, bibliotecaria de Hogwarts, me perseguía por los pasillos para que devolviera el libro. Y eso lo único que hacía era alimentar los rumores, "Allí tiene una poción escrita solo para ella", "Le va a pasar la información del libro a Quien No Debe Ser Nombrado", "Tiene un mapa para llegar a los gemelos", "El Señor Tenebroso la está usando de transporte para poder estar en Hogwarts", "Desde que fue al Ministerio hay algo extraño en ella, yo creo que entró en una sala que no debía y se llevó algún espíritu con ella".

Esas fueron alguna de las cosas que escuché cuando llegamos al castillo, intentaba aun así no estar todo el día mirando esa foto. Suficiente tenía con estar bajando las notas en varias clases. Pero durante los primeros días fue mucho peor.

Tenía esa imagen tatuada en la mente, pero a medida que iban pasando los días volví con mis chicas de la habitación. Con Héctor y con Javi. Volví a los entrenamientos de Quidditch y volví con mis rutinas nocturnas y diurnas. En parte porque lo echaba de menos y en parte también porque quería que la gente dejara de mirarme como si fuera un mono de feria en los pasillos.

Ilusa de mí que pensaba que de un día a otro pararía. Ahora me recordaba a Viktor, había algunas personas que me perseguían y me miraban cuando salía a correr algunas mañanas. Las primeras noches, mi pequeña me miraba raro, ese clon mío con el que compartía un rato todas las noches, hasta que le dije que estaba todo bien, que no se preocupara por nada.

Pero con la gente que me acompañaba por las mañanas no podía hacer nada, los primeros días me quedaba mirándolos y preguntando que si necesitaban algo. Pero siempre que me giraba ellos también lo hacían, la mayoría de ellos era Slytherin. Pero bueno, un día escuché la voz de Draco a lo lejos. Casi sin reconocerle me giré pensando que sería uno de ellos ya que notaba como dos o tres me seguían desde diferentes distancias.

- ¡Ya está bien!¡Fuera todos! - Le escuché como gritaba mientras andaba rápido hacia ellos, sin perder su buena forma que le caracterizaba.

Paré en seco al oír como refunfuñaban, pero salían de allí, puse las manos en la cadera aprovechando el parón para coger aire de nuevo mientras que Draco se iba acercando.

Semi-Corazonada | Fred Weasley  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora